Us [Joseph x Victor]

Fortuna

Sus encuentros siempre estaban llenos de silencios y nerviosismo, una casualidad tras otra que los ponía en situaciones extrañas y espontáneas, sin dar oportunidad a razonar el accionar de cada uno.

Sus pies habían avanzado por sí solos, su cuerpo parecía desconectado de su mente y el temor y conformismo quedaban opacados por sus espontáneas reacciones. Victor encendió la luz de la habitación una vez que estuvieron dentro y permaneció quieto y en silencio como ya era su costumbre al estar en compañía de aquel hombre. Sus pensamientos estaban en total confusión, y unos segundos después de cerrar la puerta tras ellos, no supo si soltar esa mano que con firmeza le sostenía, y a la que ni siquiera sabía por qué había tomado en primer lugar.

-Es pequeña

La voz serena de Joseph rompió el silencio que cubrió el ambiente y dio unos pasos para observar el pequeño espacio que conformaba la casa de Victor. Le parecía curioso cómo una persona adulta podía vivir en un lugar tan reducido, pero decidió no soltar otro comentario que pudiera incomodar al chico rubio, pues, después de todo, sería maleducado ser pretencioso luego de que le invitó a pasar.

-Lo siento, yo... -Victor estaba por disculparse sin pensar, pero entonces fue consciente de que ni siquiera sabía el por qué y se detuvo.

-¿Por qué? -Joseph lo miró en espera de una respuesta, no le gustaban esas disculpas sin razón, aunque tampoco se escuchaba molesto.

-No...

Un tendido suspiro salió de sus labios y poco a poco sus dedos se deslizaron lejos de aquella mano. Estaba confundido y ansioso, tenía excusas fluyendo por su cabeza y trataba de acomodar las ideas para justificar todo; lo que hacía, lo que sentía, y el por qué Joseph simplemente accedía a sus extrañas demandas. Pero nada encajaba de la manera acostumbrada, ese momento parecía más un sueño iluso de su parte tratando de meter la idea de ellos dos en su cabeza.

-Es... -respiró hondo, era demasiado tarde para tratar de echarlo, y por un momento intentó apagar sus activos pensamientos que buscaban un lado racional a todo- estaba tan feliz de verle que simplemente quise estar más tiempo juntos

La sinceridad de Victor era algo de admirar, siempre decía con facilidad palabras egoístas e infantiles, y de una manera sutil pero gradual, comenzaba a presionar sus inmaduros sentimientos sobre Joseph. Pero él, débil ante ese tipo de personalidad ingenua y pura, aceptó seguir en aquel juego confuso por autocomplacencia. Victor le agradaba y veía en el chico un poco del equilibrio que le faltaba a su persona, y Joseph, quien se veía a sí mismo como alguien incompleto, estaba desesperado por encontrar aquella pieza ausente de sí mismo desde que Claude partió.

-¿Puedo sentarme? -el mayor de ellos caminó cerca del pequeño comedor y deslizó una de las sillas para poder acomodarse- ¿has pensado por qué querías verme?

Victor lo siguió y se colocó en la silla continua a la de Joseph. Su vista iba en dirección contraria a donde estaba situado su invitado, apenas podía respirar con normalidad sin que su cuerpo reflejara su obvio estado emocional.

-Sí, mucho

El silencio venía entre cada frase. A decir verdad, a Joseph le pareció que Victor estaba lejos de ser igual a Claude. Su hermano era un hombre alegre y lleno de vida, sonreía la mayor parte del tiempo y llevaba la mirada en alto; la seguridad en sí mismo era algo que le caracterizaba. Sus palabras siempre habían fluído con amabilidad y gracia, como si su naturaleza amable y confiada se pudiese transmitir a cualquier tipo de persona. Pero la pureza con que creía en otros y la manera amable pero directa de abordarlos, era un rasgo que difícilmente encontraba en personas de su entorno. Los demás mentían con demasiada facilidad, en el mundo que les rodeaba, era casi un requisito hacerlo para ser un adulto funcional para aquella estructura de poder. Claude siempre le pareció demasiado bueno para el mundo, anhelaba tenerlo siempre a su lado, y a su vez, alejarlo de aquello que consideraba un gran lago pantanoso.