Amigo

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Los rayos del sol que se colaron por su ventana anunciaban un buen clima. Victor se levantó con cierta pereza, e inmediatamente sus pensamientos sobre aquel día brotaron al instante; habían transcurrido ya más de cuatro días, pero él rememoraba los detalles cada mañana, y el resto del día se la pasaba pensando en esas cosas extrañas que sentía. Probablemente porque sus relaciones eran pocas es que aquel momento había sido importante, no solía hacer amigos o relacionarse con otros de ningún modo, y repentinamente ser invitado por alguien, se sentía especial. Quería saber qué clase de pensamientos atravesaban la mente de esa persona, tal vez compasión o lástima, y eso le hacía soltar pequeños suspiros. Aún así, seguía viendo en sus pensamientos aquella sutil sonrisa que hacía su corazón latir más rápido.

Se preparó para partir luego de darle de vueltas a lo mismo de antes, quería saber más sobre los sentimientos que surgían porque su naturaleza curiosa lo pedía, pero en el fondo sabía que nada más pasaría. Aquella persona no podría tener un interés personal por él, y definitivamente no sentía tanta seguridad como para arriesgarse y decir algo.

Al salir de casa se topó con su extrovertido vecino, no tenía ningún tipo de relación con él, pero de vez en cuándo, recibía un saludo suyo antes de ir al trabajo.

-Hey -Victor asintió con una débil sonrisa, lo suficiente para mostrar su amabilidad de regreso-. Siempre vas tan temprano -el joven de cabellos castaños y unos centímetros más bajo que él, le hizo detener sus pasos. Tenía su cabello atado en una coleta, sonreía de manera sencilla y refrescante para ser tan temprano; para Victor era complicado lidiar con un opuesto a él como lo era ese joven.

-Sí -su voz salió baja, y el joven se acercó para obviar que no había escuchado su respuesta-. Tengo... se me hace tarde -esas eran más palabras de las que habían intercambiado hasta ahora, pero por tratarse de alguien que vivía cerca y que seguramente volvería a ver, no se movió y esperó una respuesta. A veces tenía la costumbre de esperar que otros le dijeran qué hacer.

-Tienes una voz muy delgada -el tono del otro chico no sonaba pretencioso o burlón, tenía más un sutil dejo de sorpresa-. Ah, se te hace tarde, ¿verdad? Bueno, ten buen día

-Sí, buen día -las mejillas de Victor ardían, hizo un ligero movimiento de cabeza y caminó hacia la parada del autobús, pues ese día no utilizaría su bicicleta.

El joven de cabello castaño lo observó con una sonrisa en la cara, levantó sus hombros y después se dispuso a entrar a su casa.

Para Victor, el hablar con otros era un esfuerzo mayor que rara vez hacía, no convivía con personas de su edad y los adultos de su trabajo tampoco hablaban mucho con él. Conversaciones casuales o espontáneas eran algo que lo ponían ansioso, y se dio cuenta que sentía un especial nerviosismo cuando se trataba de hombres jóvenes.

Llegó al trabajo y se entretuvo un rato acomodando grandes paquetes que debía entregar ese día, no tenía una licencia de conducir y debía esperar a alguno de sus superiores para que lo acompañara. No estaba entusiasmado para nada, pero era algo que pasaba en ocasiones, y pese a ser incómodo, sabía lidiar con eso como parte de su rutina.

-Ah

Su pecho comenzó a agitarse, la dirección en varias de las cajas pertenecían a aquella persona que lo tenía distraído los últimos días. Se sentó un momento y respiró hondo, no sabía cómo iba a mirarlo o qué debía decir cuando hiciera la entrega, pero al instante se decepcionó al pensar que el otro ni siquiera esperaría respuesta de su parte. ¿Quién lo haría? Y lo que era peor, ¿le había agradecido apropiadamente?, ¿no solía la gente dar alguna especie de detalle en agradecimiento por la amabilidad de otros? Pero él no tenía nada que ofrecer, y para una persona como Joseph que aparentemente no le faltaba nada, un detalle podría ser más una molestia.

Us [Joseph x Victor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora