8. Reposo Antes del Carnaval

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Desperté no por otra pesadilla, sino por el contínuo dolor entre el abdomen que me provocó mi atacante ésta noche.

Aún débil, aguante fuertes quejidos mordiendo el labio inferior hasta dónde podía mientras me senté sobre el colchón de la cama y miré abajo. Lo que antes era una limpia camiseta, ahora son unos harapos color carmesí oscuro.

Giré para ver la habitación: Romani y Cremia seguían durmiendo en sus respectivas camas, el reloj marcaba las 2:19 Am, la puerta seguía abierta cuando entré. Me sorprendió el hecho de no sentirme peor o incluso de haber muerto al estar en esté estado por cuatro horas.

Tropecé frente a mi cofre. Lo abrí, buscando una botella con un hada adentro. Busque entre el Gancho y la Máscara Deku hasta encontrar una. Abrí la botella y el hada hizo su trabajo, provocando una sensación placentera y relajante. La herida abierta ahora ya esta cerrada, sin dejar rastros.

Link: ¡Ahh...! ahh... -recuperé el aliento- Gracias, pequeña... ya te puedes ir

El hada salio por la ventana, perdiéndola de vista poco después. Pense en guardar la botella en el cofre, pero me la quedé. Tal vez sea útil en algún momento.

Por alguna extraña razón, pense en la Princesa Zelda mientras miraba el horizonte. Ha sido cariñosa conmigo antes de irme, pase días enteros a su lado, enseñandome el interior del Castillo de Hyrule por las noches, ocultando mi presencia de su padre, el Rey, y los guardias reales. Antes de llegar a Termina y recibir la órden de llevarme la Ocarina del Tiempo lo más lejos posible, me regalo un beso en la mejilla. Nunca olvidé la suavidad y sus dulces labios sobre mí, incluso pude jurar que mi corazón reaccionó lleno de poder mágico.

Una vez uso ropa común y corriente en lugar de su vestido real para ir por el mercado del reino, "ver como son las cosas fuera del castillo" según Zelda. Su único protector era yo. Nos divertimos y reímos a carcajadas cuando pasó desapercibida frente a las narices de un guardia de alto rango enviado a buscarla por parte de Impa, su niñera y guardaespaldas real.

Volví sobre mi mismo y busque ropa limpia en el armario rosado que comparto con Romani. Por suerte, encontré otra muy similar a la anterior. Me tomé la libertad de salir hasta la sala y tirar los harapos a la chimenea, espero que Cremia no lo noté. Regresé, cerrando la puerta.

Cremia: Hmm... ¿Link...? ¿Eres tú? -oí su voz llamandome-

Casi me asustó, fue muy repentino verla despierta. Froto sus ojos para verme mejor, pude notar que seguía cansada y confundida. Vestía una bata blanca en lugar de la habitual.

Link: Sí, aquí estoy, Cremia -dije indiferente-

Cremia: ¿Por qué estas despierto a estas horas...? El sol no ha salido... -se sentó en su cama y me miró-

Link: Descuida, está vez desperté sin pesadillas. Deberías volver a dormir, seguiré despierto un rato más

Cremia: Prefiero darte un poco de compañía antes de eso... -Dejo escapar un bostezo- He pasado noches sola antes de tu llegada y no te desearía eso

Se colocó a un lado mío, viendo por la ventana igual a como lo estaba haciendo yo. Hubo un largo silencio, aveces la miraba y otras solo miraba a Epona dormir. Era raro tener a alguien tan cerca, siendo incómodo cuando ni el uno ni el otro dijo algo.

Apoyé mis brazos en el marco de la ventana. Cremia hizo lo mismo, pero apegada a mi, lo cuál me pareció extraño.

Cremia: Estás muy callado -hablo derrepente- ¿En qué piensas?

Link: Ni siquiera yo lo sé. Solo observo el rancho como siempre -dije sin quitarle los ojos de encima a la entrada del mismo-

Lo único que hacía era ver a Ciudad Reloj desde aquí, con la mirada pérdida, mientras recordaba mi extraño viaje en estas tierras. En realidad, puede que haya pensado como hubieran sido ciertas cosas en otras circunstancias, o quizá no estoy pensando en nada en absoluto.

Conflicto Interno - The Legend of ZeldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora