HANSOL

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HACE UNA SEMANA

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HACE UNA SEMANA

La visita de aquel joven fue un suceso extraño que Hansol jamás pudo siquiera haber imaginado, porque definitivamente no era común que un omega viniera de la nada pidiéndole al CEO de una empresa multi millonaria que lo dejara preñado pero que solo quería eso, y luego podrían seguir sus vidas como si nada.

—Hay amor— suspiro incrédulo en su asiento, observando aquella fotografía que tenía junto a su prometida, era de la primera cita que tuvieron —los días son cada vez más raros desde que te fuiste— rio en lo bajo, divertido en pensar en cómo reaccionaría aquella bella omega si le contará lo sucedido.

Cuando tres golpes azotaron en la puerta de la oficina, Vernon carraspeo borrando su sonrisa, se acomodó todo aquello que pudiera estar imperfecto en su vestimenta, y puso su cara seria, tranquila, serena y profesional.

—Adelante.

Por la puerta se asomó un pelinegra, que nerviosa, con las manos jugando entre ellas, su mirada estaba gacha, sus labios formaban un adorable puchero, aunque la intención era la de dar lastima, pero provocaba solo ternura, entró en la habitación.

—¿Qué sucede Jennie? — preguntó ladeando la cabeza y quitando aquella aura seria, pues tenía la suficiente confianza con su secretaria como para actuar naturalmente.

—Señor, y-yo— titubeo con los ojos cristalinos y sin desviar la mirada del piso —¡lo siento! — hizo una reverencia de noventa grados, y prosiguió en la misma posición —sé que no debí dejar pasar así simplemente al joven Boo, pero es que me dijo que tenía una cita y pues yo no más no la encontraba en su agenda, por lo que lo deje pasar, ya que es un cliente importante y no quería perder mi empleo, no creí que pudiera serle un problema, pero cuando escuche que discutían me di cuenta que debería haber agendado otra cita en vez de pasarlo como si nada, por mi culpa, p-por mi culpa hizo que usted se pusiera de mal humor— agachó más su cuerpo si es que eso se podía —¡Esta secretaria lo lamente mucho! ¡prometo que no se repetirá!

—Jennie— intentó calmarla, lo cual fue en vano —yo-

—Lo sabía— enderezó su cuerpo, mostrando como las lágrimas ya invadían sus mejillas —sabía que no me perdonaría lo que hice, no tiene que decir nada, yo ya sé que estoy despedida, recogeré mis cosas y no volverá a saber de mí.

—Jennie— llamó otra vez, pero fue ignorado olímpicamente.

—Sí, sé que soy una fracasada señor, lo tengo muy en claro, no hace falta que me lo diga, mi madre me lo solía repetir, así que, si me permite, regresare a mi ahora ex escritorio y alzaré todas las cosas que tengo, solo que, si no vuelve a saber de mi dentro de una semana, por favor, cuide de mi gato, él merece una mejor dueña que una que a veces se le olvida darle de comer.

—Jennie— dijo más fuerte, logrando por fin obtener la atención de la pelinegra.

—¿Sí? — dijo intentando calmar sus lágrimas.

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