CONTRATO

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Al entrar en la oficina un leve olor a manzana llegó hasta su nariz, era suave, reconfortante, grato, y a pesar de estar por todo el lugar, no era para nada desagradable

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Al entrar en la oficina un leve olor a manzana llegó hasta su nariz, era suave, reconfortante, grato, y a pesar de estar por todo el lugar, no era para nada desagradable.

—Oh— dijo el hombre pelinegro, dueño de aquel lugar y la principal causa de la presencia de Seungkwan ahí —Jennie no me avisó que tenía una cita en estos momentos.

—Es que, a decir verdad, no estaba programada mi visita, fue algo repentino— se sinceró Seungkwan, ya no había caso mentir —Soy Boo Seungkwan— hizo una pequeña reverencia con la cabeza cuando el contrario se levanto, acercándose hasta donde estaba.

—Hansol Vernon Chwe— respondió cortésmente —por favor tome asiento— señaló el sofá.

Seungkwan obedeció algo torpe.

Su mirada recorrió la oficina, esta tenia unas grandes lamparas, al igual de unas amplias ventanas, el piso parecía ser de madera, contrario al resto del edificó que era semejante a la mármol, pero como no era un gran experto del tema, no podría decir a ciencia cierta de que era realmente.

Desde el escritorio hasta los sillones, pasando por las paredes, eran de colores oscuros, pero a pesar de eso, estaba muy bien iluminado.

Si tenía la oportunidad, el pelirrojo pediría tips sobre como logran que se vea así, ya que su apartamento, a pesar de tener igual paletas oscuras en su diseño, por alguna extraña razón siempre se sentía oscuro, frío y algo deprimente.

Sus ojos recorrieron cada centímetro del lugar, hasta que fueron a parar directamente con aquellos profundos y bellos ojos negros, que lo miraban fijamente, nos le iba a mentir, Seungkwan sintió que le vieron hasta el alma.

Lo cual sirvió para que regresara su atención al asunto por el que vino.

—Y.. a que se debe esta repentina visita por su parte, debe ser importante para que mi secretaria lo haya dejado pasar sin una cita previa, ya que esto no suele pasar— le interrogó con una ceja alzada.

"oh, si supiera la que viví en recepción" se dijo para sí mismo.

—Bueno, es un muy importante asunto, ya que lo involucra a usted, el dueño de esta gran y prestigiosa compañía, y a mi. Pasé mucho tiempo, días (mentira)  si se me permite decirperfeccionando esta propuesta, y creo que tanto usted, como yo, podemos salir beneficiados— relató con la mayor seriedad y profesionalismo que podría tener en una situación como esta.

—aja...— expresó algo inseguro de lo que sea que le iba a proponer aquel extraño chico —y...¿se me podría informar de que va su propuesta?

—Pues vera— dramatizó —todo comenzó una fría mañana del 3 de febrero, cuando yo estaba felizmente a mis 11 años, viendo el techo de mi cuarto, cuando recuerdos de mi visita a mi tía se presentaron invadiendo mi mente, lo que gene-

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