Capítulo 6. Siempre es bueno tener una varita a mano cuando estás confundida

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Capítulo 6: Siempre es bueno tener una varita a mano cuando estás confundida... y amenazada de muerte. 

(Orden de lectura: 1º)

Seguí al príncipe Draco con la mirada mientras se marchaba de la habitación. Quise gritarle que se quedara, pero de mi garganta no salió el más mínimo sonido. Todo había pasado tan deprisa que estaba... ciertamente confundida. Mi cabeza no hacía más que saturarme con preguntas para las que no tenía respuesta: ¿Por qué había sentido la necesidad de besarlo en ese momento? ¿Cómo es que él no me había apartado bruscamente, sino que, por el contrario, me había estrechado más fuerte contra su cuerpo? ¿En qué instante habíamos pasado a estar sobre la cama, con su mano dentro de mi ropa interior? ¿Y por qué diablos había parado?

Todavía sentía la manera en que mi cuerpo seguía deseándolo a pesar de ya no estar ahí, y mi respiración aún era irregular debido a las caricias que había recibido hasta hacía solo un momento y que mi cuerpo se negaba a olvidar. Me llevé una mano a los labios y los acaricié con las yemas de los dedos. Todavía había vestigios del sabor dulzón de sus besos, ardientes y descontrolados, que me estaban haciendo perder la cabeza por segundos.

Y no sabía explicar en qué momento había sucedido, pero había pasado del odio más profundo al amor más puro y explosivo con aquel príncipe. Los prejuicios habían hecho que nos odiáramos tan rápido que no habíamos tenido tiempo de conocernos realmente, de rascar un poco en la superficie que mostrábamos a todo el mundo y descubrir lo que había un poco más profundo, lo que éramos realmente. Y Draco tenía un universo interior oculto, una razón por la que portaba una coraza a todas partes y no dejaba ver su lado más humano y vulnerable. Y de repente aquella cama se me hizo enorme sin él.

—¡Draco! —conseguí gritar, pero había pasado demasiado tiempo desde su partida.

Decidida a encontrarlo, me levanté de la cama y salí al pasillo. Lo llamé por su nombre varias veces más mientras avanzaba, esperanzada de que en alguna de ellas él estuviera lo suficientemente cerca como para escucharme... pero Draco nunca respondió y yo pronto me encontré perdida, vagando por un castillo oscuro que apenas conocía. Los corredores eran mucho más fríos y aterradores de noche, y de alguna manera tuve la sensación de ser perseguida por alguien mientras caminaba. Pero siempre que miraba por encima de mi hombro, nunca encontraba a nadie acechándome. Sin embargo, la sensación no cesaba y yo empecé a aligerar el paso. No sabía a dónde iba, solo sabía que mi instinto de supervivencia me decía que debía mantenerme en movimiento, y eso fue exactamente lo que hice.

Después de varios minutos llegué a un pasillo muy largo con una única y enorme puerta doble al otro lado. Reparé en una «P» gigante y dorada sobre esta, pero estaba tan asustada que no me paré a pensar su significado. Traspasé la puerta y la cerré tras de mí. Aquel lugar parecía un lugar completamente diferente a las partes del castillo en las que había estado, teniendo un estilo mucho más clásico y sofisticado. Era un salón muy grande con un pasillo en el otro extremo que parecía dar a más habitaciones. Me centré y miré a mi alrededor en busca de algo con lo que defenderme, porque una parte de mí intuía que alguien estaba a punto de atravesar esa puerta para atraparme. ¿Sería porque había querido indagar en los motivos que habían llevado a mi madre al suicidio? ¿Porque había hablado con Amanda y me había contado que el rey no era mi padre? ¿O tal vez era la Disidencia? Es más, ¿tenían ambos casos algo que ver?

Me encontraba rebuscando en un cajón de uno de los muebles de la estancia, tratando de encontrar algo punzante como un cuchillo o un punzón cuando, de repente, alguien puso una mano en mi hombro. Yo salté de la sorpresa. Aún no había encontrado nada con lo que defenderme, pero usaría mis puños. Sin embargo, al girarme, aquella persona me paralizó con magia. Quise gritar, pero me tapó la boca con la mano.

De odio, amor y tragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora