❝Atado a un destino cruel, me obligué a verle irse sin poder gritar cuanto le amé❞
Aceptar los sentimientos que mantenía por su mejor amigo y ocultarlos era casi una misión imposible. Antes de dar el primer paso y a punto de decir la verdad, un extr...
dime como pretendes que tenga el valor para darle un final a este amor.
Fuyu no hanashi — Given
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[Hasegawa Langa]
Culpar a alguien ahora parecía tan lejano. ¿Podía solo culpar a la llegada del invierno a la ciudad?
La mañana del veintiún de diciembre en casa de Reki llegó más pronto de lo que creí, avisando de la pronta llegada del invierno al día siguiente. Las calles no tardarían en llenarse de nieve y los abrigos serían algo de uso diario.
¿Las cosas con Reki también cambiarían junto a ellos?
Para mi propia mala suerte y si bien él pareció volver a la normalidad, se sintió como si todo aquel dolor fuese pasado a mí en su lugar. El nombre de aquel amigo de la infancia no dejaba de venir a mi mente una y otra vez.
Reki se veía tan triste con tan solo recordarlo, no pude evitar verme en él cuando las cosas se complicaron en Canadá, era casi la misma mirada que mamá siempre decía ver en mí en aquel entonces. Si para mí se había tratado de mi padre y Noah, ¿por qué Reki se veía casi igual de un solo amigo?
Es una tontería, traté de convencerme a mí mismo para dejar de sentirme de esa manera. No funcionó. Nada funcionó.
Pasé el resto de la noche sin poder cerrar los ojos y descansar de una buena vez, aquellos pensamientos fatalistas no tardaron en llegar. ¿No era demasiado dramático sentirme de esa manera solo por la mención de un amigo de la infancia?
Nada me aseguraba que aquel Yuki volvería de la nada y Reki decidiese perdonar todo a la primera, era incluso tonto pensar de esa manera, entonces, ¿por qué seguía haciéndolo?
Después de despertar y verle a él haciendo lo mismo, intento obligarme a solo olvidar el tema. Las cosas volverían a su lugar después del invierno y Reki volvería a sonreír como siempre, ¿verdad?
Bien, eso no me tranquilizaba en lo absoluto.
Tomar el desayuno con su familia se vuelve casi una misión imposible, puedo apostar a que mi expresión no es exactamente feliz y también puedo apostar por que Reki se ha dado cuenta —a juzgar por las miradas curiosas y extrañadas que me da cada dos minutos— y maldigo en voz baja por ser tan malo ocultando mis sentimientos. Para ironía de la vida, mis sentimientos por mi mejor amigo son los únicos que no puedo mostrar.
Si él lo sabe, no se atreve a preguntar. Me cuestiono en mi mente si tendrá idea de lo que pienso y me aterro por un segundo al pensar que de pronto, aprendió a leer mentes, pero borro ese pensamiento de inmediato.
