III

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Cuatro días pasaron, cuatro días donde transcurrio todo más o menos normal, aunque el entierro de la madre del peliverde fue algo pequeño, asistieron solamente conocidos, y uno que otro héroe que fueron grandes amigos de la mencionada, si...era triste, las nubes no paraban de botar sus lágrimas, era así, triste y melancólico, un día más fuerte que cualquier otro, el chico, solamente pudo llorar, bajo y triste no tan fuerte, pero aún así, era su madre ¿no?, La última vez que se dijeron algo en vida fue un adiós, ahora...era un adiós para la eternidad.

Un paro cardíaco, así lo menciono el doctor, aunque en si era raro...una mujer joven que hacía ejercicio ¿como le pudo pasar?, Al parecer su familia había sufrido mucho del corazón, allí era la respuesta más factible. En un mundo de héroes, un mundo donde lo anormal e irreal era lo que se adueñaba, pero aún así, lo común siempre quedaba, en este caso: un paro cardíaco.

Las sombrillas cubrían algunos que otro individuo, algunos de bajo del árbol que estaba enfrente de la tumba, otros, solamente salían de allí, ya todo termino, el peliverde estaba empapado, para él, ni siquiera sentía eso, solamente estaba allí, frente a la tumba de su madre: Inko Midoriya, eran las palabras en gris algo oscuro que marcaba la señal de la tumba, abajo su fecha y por último lo responsables que la extrañarán.

Verdes oscuros, rastros de claro, colores llamativos, cual esmeralda, sonrisa que brillaba como el sol, piel clara y espelta, cabello verde y algo largo. Así era la padre del chico, era la madre que lo vio nacer y cuido después de la muerte de su padre, todo, en si todo yacia bajo tierra, o al menos, todo lo que una vez le dió la vida.

Opacos y verdes, el color en este caso era sin vida, oscuros sin tanto rastro de estar en pie por mucho tiempo, cayó arrodillado, piel clara con pecas en su rostro, cabello verdoso claro con oscuro, sonrisa que alguna vez brillo como la de su madre, si...esa era Izuku Midoriya, el chico que prometió no solo a su madre, si no, al mundo que sería el mejor héroe, así le cueste, así caiga, lo haría, por su madre, por su padre, por sus amigos, no solo para proteger si no para demostrar que lo logro.

—Izuku, ven, vamos a casa-una de elegante vestido de negro con orejas de conejo puso su sombrilla justo debajo del chico para evitar que se siguiera mojando, el chico solamente se levanto, dejo su rosa y abrazo a la coneja-bien mocoso, la puedes venir a ver cuándo quieras, por ahora tengo que cuidarte.

Acariciando ese cabello húmedo verde la coneja sonreía, está vez, una sonrisa triste, el chico que una vez conoció: decidido, tenaz, adorable, nervioso y feliz, ahora era un triste y vacío. Ella sabía ese sentimiento, sentimiento el cual ella le ayudará a superar, aunque como ella siempre dice:“es algo que siempre estará, te marcará, pero aún así hay que levantar la cara".

Allí ambos se fueron en un taxi para pasar un día tranqui como cualquier otro.

Ya era lunes, para un pecoso que aún estaba en sus días está vez no argumento y se levantó, a su lado estaba la coneja durmiendo cálidamente, este sonrío, para asombro de él, sonrió. Se dispuso a despertarla, con su dedo tocó varias veces su nariz hasta esquivar una patada que iba a su pecho.

—mocoso, no despiertes a una coneja así, te hubiera en serio partido algo-se sentó en la cama tallando sus ojos, estaba aún soñolienta.

—perdon Rumi-san, solamente necesitaba ver cómo te colocas algo adorable en las mañanas al despertar-apenado y con un sonrojo el chico contesto, poco después recibió un pequeño golpe en el hombro para finalizar con un abrazo.

—¿en serio tenemos que ir a la UA hoy?, Podemos salir a comer o quedarnos abrazados toda la mañana-menciono con una sonrisa.

—tenemos que ir, el miércoles comienzan las pasantías, debemos dar por última vez un entrenamiento, después podemos quedarnos despiertos toda la noche si quieres-el abrazo se rompió y la sonrisa de la coneja era inmensa.

El próximo número 1 (izukuXmirko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora