3; Dulce hogar

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Solo él y su hijo contra el mundo. Noche amorosa.

No había tristeza ni dolor. Acariciados por briscas tenues de la noche, Schlatt dormía con su hijo cual bebé, pues nunca había tenido estos sueños tan cómodos, suaves y pesados, su rostro mostraba en parte una pureza, cada músculo relajado como un recién nacido, todo eso gracias al milagro de tener sus días con el pequeño.

Incluso si Schlatt se levantaba por momentos para escuchar a su bebé removerse sobre su regazo, no dudaría en cambiar de posición.
Esta vez, sobre el sillón largo, recostando todo su cuerpo al filo dejando sin salida a su menor, significiando que lo dejaría recostado entre su pecho y espaldar, si sintiere algo trepandosele encima podría saber si era el menor, lo cual con miedo lo devolvería a ese mismo lugar para continuar un ensueño colectivo.

En toda la noche, los corazones bombearon una canción de cuna.

Cuando finalmente su momento de recado durmiente terminó, es obvio que el pequeño cabrito despertó de la forma que lo haría cualquier bebé: llorando y justamente a un lado de su padre, este no sabía demostrar emociones por obviedad, llorando fue como vino al mundo, llorando fue lo que aprendió primero y llorando se manifiesta.

Schlatt despertó como si fuere de pesadilla, buscando a su hijo para encontrarlo en su pecho jalando de sus ropas débilmente. Se sentó en su lugar llegando a notar la hora inexactamente por medio de la ventana, las aves cantaban y flores despertaban con la nueva vida, irónicamente hablando, Schlatt quisiera matarse por tener que convivir con esto, pero solo una broma a su mente no hace daño.
Con bebé en manos, encaminó por todos los pasillos, dando vueltas alrededor de estos mientras mecía levemente a su hijo para calmar el llanto, era hora de su desayuno, sabía la causa de su llanto pero necesitaba tiempo para organizar todas las comprar, mantener preparada siempre el agua hervida, fórmulas a la mano, etc.

— Dios, solo pasaron 4 meses, y fue muy rápido. Me enseñas muchas cosas, Tubbo. Ojalá poder darte más de lo que tengo— amorosamente miraba a su hijo, con pena por una ilusión rota que llevaba a la familia, sin embargo, se había prometido darle de todo, solo no podría, pero debía darle de todo, sus únicos recursos acabarían pronto, necesitaba dinero, un trabajo donde valga la pena llevar a su hijo—.

El tiempo que tenía era corto luego de haberle dado el chupón y un juguete aparte para mascar, sin duda encaminado a la cocina por un pequeño pasillo hasta la cocina donde el agua restante fue vertida dentro de un gran pomo de agua, así volviendo a hervir más como la otra vez, teniendo en mano la fórmula en polvo junto con lavar el biberón antes usado.

Es un buen tiempo para mencionar como son los adentros de esta humilde vivienda.

A la entrada izquierda de dicha, estaban unos jarrones adornando una ventana, aquella que se mantenía en vista al sillón donde antes durmieron los hombres, cortinas semi abiertas por el sol.
A la derecha una ventana algo más grande cuya cortina estaba cerrada.
Una vez entrando a la casa, a la izquierda se divisaba una mini sala de estar, 1 sillón 2 sofás, una alfombra en medio de estos junto con el televisor frente de dichos y entre dos lámparas estilo anticuado.
Por la derecha la entrada era pequeña, pero la cocina era amplia y espaciosa, alacenas arriba, cocina con repostera abajo, el frigider a la derecha de la entrada y el lavamanos a la izquierda.
Entonces el pasillo se encontraba después de la pequeña sala, desde el frente estaba el baño y a la derecha el cuarto que Schlatt compartía con su hijo, la cama al lado de la cuna.

El sonido de la tetera chillando sacaba a Schlatt de sus pensamientos por mientras callaba el grito por apagando la hornilla.

Repitiendo el proceso antes dado sobre la leche, fue hacia el cuarto de su hijo el cual se mantenía curioso con el chupón aún en la boca, hasta ver a su papá con el biberón fue cuando lo soltó y se removía, suerte suya cuando su padre lo agarró hasta sentarse en su cama, dejándolo semirecostado en su brazo para darle ese biberón.

(...)

Pasó un buen rato para que su hijo duerma en sus brazos otra vez, dejándolo en ma cuna silenciosamente solo manteniendo la lámpara de luz suave, cortinas además de cerradas.

No se alimentaba por si mismo desde hace mucho. Seguía radiante y vivo, pero esto era escencial si quería mantenerse de pie con su hijo.

No fue algo muy especial, solo un sándwich, pan, carne, pan, con una taza de café suave.
No quería perjudicar a su pequeño con los problemas cardíacos personales.

Nuevamente de regreso a su cama, comió con desgano. Solo debía ver a su hijo y no era cosa tortuosa, sino la falta de alguien más con quien tener ayuda a la crianza adecuada de su bebé.
A un lado suyo había un pequeño rosario. En sus noches solas, una oración antes de dormir, no era religioso, pero sentía una seguridad por dedicar sus esperanzas en un objeto concreto.

Este lo movió sobre su mano, enredandolo entre sus dedos como juguete, que al parecer, hace mucho no dejaba la práctica cuando por primera vez tuvo eso de chico. Apenas un menor, mentado por la religión desviando su propio tren al mundo real, era como una máquina de tiempo que hacía recordar unos momentos donde todo era fácil, ahora donde todo se valía por uno mismo.

Miró a su hijo luego de darle un sorbo a su café, luego a su mano, soltando un resignado suspiro. Se levantó de su lugar mientras unos pequeños sollozos salían de su garganta, no queriendo asustar a su pequeño; dejó el rosario por encima de la cabecera, (donde su hijo no tenía por ahora la movilidad de agarrarlo) luego acariciando lentamente un brazo pequeño, suave y peludo, la carne más tierna viniendo siempre de un cabrito, su sangre misma.

— Vas a ser un gran chico, Tubbo, mi hijo, el mejor de todos los tiempos, los dioses temblaran a tu nombre... No me alejare de ti nunca, has sido bendecido por... Ese objeto—.

No ordenaba sus palabras coherentemente, pero una razón si tenía, que no dejaría su carne, jamás, hasta que la muerte separe la conexión de afecto.

Pronto empezó a sonreír, tomando su celular para salir de esa habitación y cerrando la puerta tras de sí.

Marcó el teléfono y dejó el tono de la línea viajando.

Haría lo imposible.
Incluso lo posible, se mencionaría.

— ¿Philza Minecraft?—.

𝐵𝑒𝑎𝑢𝑡𝑖𝑓𝑢𝑙 𝑏𝑜𝑦   ~   Dad!SchlattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora