Capítulo 3.

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Pensar nos destruye.

Nuestra mente nos lleva a muchos lugares que normalmente no podemos visitar, de repente estamos en Saturno cuando solo nos encontramos en una pequeña habitación, pero también nos engaña llevándonos mucho más allá de una ilusión. Tratar de pensar o buscar "el porqué" a las cosas, eso, eso sí nos destruye.

Un Victoriano dolido por la decisión que había tomado recogía algunas cosas de su habitación, con lágrimas en sus ojos... El si quería mucho a su familia pero no aceptaría perder a la mujer que amaba, así que decidió irse de la finca, y valerse por sí mismo.

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Ya listo con sus maletas, un poco de dinero y su caballo esperándolo, decide avisar a sus padres.

- Mamá, papá, he decidido irme de la finca, si ustedes no me quieren apoyar lo haré yo solo.

- Victoriano querido piénsalo bien, tu siempre has estado con nosotros, solo queremos lo mejor para ti... – Decía Elizabeth asustada y aterrada por lo que le podría suceder allá afuera a su hijo. - Además, ¿Quién te va a mantener?, ¿De qué vas a vivir?, ¿Dónde te quedarás?...

Don Siberiano solo veía con sigilo a Victoriano, que estaba preocupado y atemorizado por irse de su hogar.

- Mamá, yo me puedo valer por mi mismo, tengo manos, sé hacer algunas cosas y puedo conseguir trabajo, me quedaré un tiempo en una pequeña habitación de renta, comenzaré a trabajar, y lo más importante, estaré con la mujer que amo.

- Está bien si eso es lo que decides muchacho, anda, ve, lucha por lo que tanto quieres, pero eso sí, no te vuelvas a aparecer por acá, no nos dirijas la palabra, ni a tu madre, ni a mí, mucho menos a pedir dinero porque no te lo daré, si tú quieres hacer las cosas a tu modo adelante, vamos a ver si esa niña te dará todo lo que tienes aquí. – Decía Don Siberiano, también preocupado, pero no se le notaba. El pensaba que Victoriano a los pocos días de no tener sus lujos regresaría, pero no era así.

- No, ¿Pero qué dices Siberiano, estás loco?, si es nuestro único hijo. – Le reclamaba Elizabeth.

- El quiere independizarse, pues que lo haga, pero sin nuestra ayuda, que aprenda a ser hombrecito de una vez por todas.

- Tranquilo patrón, no necesito de su cochino dinero para ser feliz, y eso lo voy a demostrar. – Le respondió Victoriano muy seguro de lo que estaba diciendo.

Ya no había vuelta atrás, después de lo que su padre le dijo, Victoriano estaba más seguro que nunca que debía salir adelante solo. Agarró sus cosas y se fue de la finca a un lugar rentable.

Después su conciencia lo fastidiaba un poco, solo le venían cosas a la cabeza como: "¿Será que fue lo correcto?, ¿Podré solo?"... Pero al final dejó esas dudas y se dijo así mismo, que saldría adelante por él y su amor, todo con ayuda de Dios.

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Inés estaba en su casa preparando la cena para ella y su madre, pues solo vivían ellas dos en un ranchito humilde, su mamá estaba afuera agarrando agua de un balde cuando unos disparos sonaron e Inés salió corriendo.

- Mamá, mamá... – Decía Inés llorando – ¿Pero qué te pasó?, mamá por Dios contéstame.

Su madre estaba un poco malita de salud, y el disparo se lo dieron justo en el cuello, alcanzó a decir a Inés "Te amo y sé feliz", tocó su rostro y allí quedó.

Inés llorando de la desesperación, gritaba al cielo, y solo decía "Mamá". Los vecinos la escucharon y ayudaron, pero cuando llegó la ambulancia ya su mamá estaba muerta.

Inés llorando desolada aún en el sitio donde su mamá murió, escuchó algunas risas de lo que era como un rincón.

- Ja, ja, ja... ¿Te mataron a tu mamita?. – Decía el mismo guardaespaldas de la finca.

- ¿Qué haces aquí?, ¿Tu asesinaste a mi mamá?. – Le preguntaba Inés con dolor y mucha rabia.

- Ay, chiquita... Manda a decir don Siberiano que como alejaste a su hijo de su lado, te arrebata a tu mamá. – Decía el guardaespaldas sin ningún rodeo, se montó a su caballo y se fue.

Inés confundida, dolida, con rabia, aún se preguntaba el porqué Siberiano le mandó a decir eso si Victoriano no estaba con ella. Ahora en su cabeza, con la muerte de su mamá, solo se preguntaba "¿Dónde estás Victoriano?, Te necesito tanto".

Dos corazones confundidos, uno dolido y el otro distraído. Esa noche ninguno de los dos pudo dormir bien, solo esperaban a qué amaneciera para porderse ver.

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A la mañana siguiente, Victoriano fue a buscar a Inés a su casa, pero no se imaginaba lo ocurrido.

- Victoriano, al fin te veo, ¿Dónde estabas?.

- Mi morenita, tengo que decirte algo.

- Tu papá es un desgraciado, yo no sé cómo pudo hacerme esto. – Le decía ella un poco alterada.

- ¿Pero dé qué estás hablando Inés?. – Le respondía un poco perdido de la realidad.

- Ya veo que no lo sabes, pues tú papá mandó a matar a mi mamá, y eso jamás se lo voy a perdonar, me quitó lo único que yo tenía, lo que más amaba, mi mamita... Mi mamita. – Gritaba y lloraba al recordar lo sucedido.

- ¿Pero cómo, mi papá? No puede ser capaz de algo así.

- Pues si lo es, anoche mi mamá salió por un balde, acá detrás de la casa, escuché unos disparos y salí a ver qué pasaba, mi mamá estaba tirada en el suelo, con un disparo en su cuello, minutos después se me acercó uno de los guardaespaldas de tu papá y me dijo todo, tu padre me mandó a decir que como yo te había separado de su lado, el hacía lo mismo con mi madre. – Gritó Inés.

Victoriano no lo podría creer, aún estaba procesando todo lo que Inés le había confesado.

Nuevamente estaban las emociones a flor de piel, pero estaban dispuestos a apoyarse mutuamente y no soltar se, así que decidieron enfrentar a Don Siberiano juntos y que pasará lo que tuviera que pasar.









MariaSR31_

María y Zulmary:
•Hola chic@s esperamos que de verdad les esté gustando la historia, muy pronto vendrán cosas más picantes, nos estamos acercando más a Inés y Victoriano.
>Nos vemos muy pronto, a ver qué pasa con Don Siberiano.

En otra vida, ¿quizás?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora