Amar profundamente es abrazar el caos de alguien.
Amar no se trata solo de afinidad o de química entre dos seres, el amor es sentir respeto, conexión y libertad al estar junto con otra persona. Y sobre todo si amamos de verdad a alguien debemos incluir a los abrazos que les damos todos los caos o problemas que trae consigo, para ayudarse mutuamente, de eso se trata el "amor".
Cuando llegaron a la finca, doña Elizabeth estaba dormida, el trabajador decidió no despertarla y ayudar él mismo a Inés. Así que fue por unos pañitos mojados con agua un poco fría, alcohol y algodón. Allí como pudo la despertó.
- ¡Ay!, ¿Dónde estoy?. — Decía Inés al despertar, se encontraba un poco mareada.
- Estás en la finca "Monte de Oro", deberías saber cual es, ya que tú novio es hijo de los patrones. — Le comentaba el trabajador dirigiéndose a Inés a un costado de la habitación donde se encontraba.
- ¿Quién eres tú?, no te conozco. — Estaba asustada y con una mano en la cabeza.
- Tranquila no pasa nada, tengo como dos semanas que empecé a trabajar acá, mi nombre es Osvaldo, señorita Inés, un gusto.
- Hmm, ¿Cómo sabes mi nombre?.
- Porque hace un rato, la patrona me mandó a buscarlos, a ti y a el joven Victoriano para la misa que van a dar en nombre de don Siberiano. Te encontré en el suelo desmayada y decidí traerte, por cierto, ¿Dónde está Victoriano?.
- ¿Me desmayé?, Ash.
- Si, te desmayaste, y te ves pálida, ¿Te sientes bien?, traes los ojos hinchados, ¿Estabas llorando?. — Se le acercaba.
- No, déjame, no tengo porque darte explicaciones a ti, por favor llama a Elizabeth, necesito hablar con ella.
- Eso no será posible, porque está dormida, no ha descansado bien desde que se murió el patrón.
- Ah, entonces no la despiertes.
- No iba a hacerlo.
- Insolente, o sea, ¿Quién te crees?.
- ¿Yo?, Nadie, un buen muchacho que disfruta de su vida y juventud. Además, de nada por haberte salvado la vida.
- No me salvaste la vida, tampoco seas egocéntrico.
- De alguna manera si lo hice.
- Ay, ya, que me duele la cabeza.
- ¿Quieres que te traiga agua?.
- Si, gracias. — A Inés le daba risa ese muchacho, era tan loco, tan espontáneo, aunque le caía un poco mal.
- Ya voy, su majestad. — Se incaba en forma de burla.
- Payaso.
Osvaldo salió en busca del agua a Inés y cuando volvió a la habitación ya no estaba. Sin duda alguna le había parecido extraña, pero le atraía mucho.
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Inés no se marchó, simplemente estaba por ahí recordando todos los momentos que había pasado con Victoriano en cada sitio de la finca.
La nostalgia nublaba su corazón, era inevitable no pensar en él, cada risa, cada llanto, cada enojo, cada locura de Victoriano le venía a la mente. Hasta que despertó doña Elizabeth para dar inicio a la misa, e Inés se persuadió para hablar con ella antes.
- Doña Elizabeth, ¿Puedo hablar con usted un segundo?. — Inés la jaló de un brazo antes de entrar a la iglesia.
- Muchacha, ¿Qué tienes?. ¿No puede ser después de la misa?, ¿Y mi hijo dónde está?.
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En otra vida, ¿quizás?...
RomanceInés y Victoriano, dos almas destinadas a estar juntas y separadas a la vez, las malas jugadas de la vida hacen que se separen, ellos lucharán contra la venganza, el odio y el rencor que creó una tormenta, se convertirán en su peor pesadilla y en su...