𝟹. 𝑆𝐸𝑋: 𝑌𝑜 𝑠𝑜𝑦 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑎 𝑜𝑑𝑖𝑎𝑟

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Jeno lo sabía muy bien, el dolor puede ser invisible, todos los hombres deben aprender a disfrazar su pena, llorar no es algo que esté permitido, es un acto restringido a las mujeres, así que aprendió a ocultarse. Lo puede ver en su mejor expresión, Jaemin no llora, a diferencia de él, no tiene un rasgo en los párpados que diga lo mucho que llora hasta quedarse dormido, o por lo menos, es un buen farsante, Jeno no lo cree.

Jaemin se mantiene como un hombre de orgullo y postura correcta hasta abandonar la sala, él es lo que debería ser, se cuestiona por unos segundos, alguien que se mantiene a raya ante la peor situación. Un varón pulcro y valiente.

No un santo mal hecho, no un intento de chico al que los traumas conservan bajo su ala, sino una persona fría y eficaz, alguien que sirve para la sociedad. Ese debería ser Jeno, en una familia cuyos bordes son temblorosos, el centro es sustentable, donde el centro es su padre y Jeno será el sucesor que se despedaza en el acantilado.

Quisiera ser así, pero al mismo tiempo, no. No quiere fingir que perder el control es causa de otros, que si un hombre se vuelve violento nunca es culpa suya y para su desgracia, presiente que será de ese modo. Entonces se pregunta, ¿qué tan insensible eres, Na Jaemin?

Para sonreír con soberbia y la cabeza por la nubes a quienes son inferiores por mucho, a quien no lleva una corona que mantener en esa belleza deslumbrante de buena conducta. Jaemin es un ejemplo de que la disciplina bañada en sangre sirve a su propósito, Jeno cuya piel es tersa y blanca cuál pétalo moribundo, es lo contrario, a lo que llamarían un descarriado protegido por una naturaleza injusta. Tener una madre.

—Voy a vomitar —asegura y promete perderse hasta encontrar un baño donde sus recuerdos se vayan por el excusado sin salpicar las paredes.

A su paso, escucha la conversación de un terremoto entre dos estudiantes, ellos también tienen miedo.

—Lo siento, lo siento, yo no quería que esto sucediera, le dije que yo lo haría, pero no quiso escucharme, Sungchan, créeme, si Jaemin sigue así, voy a agradecer pudrirme en el infierno. —Hay un llanto desesperado que pasa casi desapercibido en esas palabras, está desesperado.

—Ve a la habitación, yo hablo con él, sabes que ahora no va a querer escuchar a nadie, por favor, no compliques las cosas. Él no te odia, Ji, tenlo por seguro, de lo contrario, te habría puesto enfrente y sabes que nunca podría hacerte eso. Regresa y cálmate, no te necesita desesperado, no le des otro motivo para preocuparse, ¿está bien?

Jeno se sofoca un poco, parece que no es el primer escenario. Limpia los restos de saliva de su boca antes de encontrarse a sus primos casi atados el uno al otro.

—Tenemos que salir de aquí —anuncia Renjun sin premeditación y ambos están de acuerdo.

¿Qué hizo Na para merecer ese castigo más de una ocasión si luce como el estudiante perfecto? Cuando los pasos de Jisung se disipan, los de Sungchan corren cual río desbocado, Jeno no quiere ni mirar detrás.

Su corazón late con violencia y tiene que arreglar su garganta por un par de minutos antes de entrar en la habitación, ha sido un paseo corto y asume que su mala condición se debe a que estaba volviéndose loco por imaginar el dolor que su compañero debió sufrir, más allá de ser un hyung respetable, Na Jaemin es su hermano, no de sangre, pero sí su más cercana idea de lo que significa ser una familia. Sungchan entreabre la puerta con cuidado y hay desconsuelo en su mirada al observar al mayor recostado sobre su cama, inmóvil, boca abajo.

—Hyung.

—Vete, Sungchan. —Casi nunca lo llama así, por su nombre y, a pesar de ello, de lo seco de su voz, hay un tono lastimero y tierno que le indica que no está molesto y si llega a estarlo, no es con él. —Deja el ungüento en el escritorio y regresa a tu habitación, es tarde. —Se gira con un grupo de muecas disimuladas hasta ver su rostro por completo. Intacto. No hay una sola lágrima. —Estaré bien, lo prometo. Díselo a Jisung, por favor, y gracias.

Ivory Cherry: Church of burned romances [JAENO - JAEMJEN] (Re-publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora