𝟷𝟸. 𝑄𝑈𝐴𝑇𝑇𝑂𝑅 𝐸𝑇 𝑉𝐼𝐺𝐼𝑁𝑇𝐼: 𝐴 𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑟𝑒𝑐𝘩𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒

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Nunca hay puntos de partida, sólo precipicios en los que caer sí lleva a una meta final, el mejor de los destinos es la muerte y, el peor, la desgracia. Lucifer perdió la gracia de Dios siendo el más bello e importante hijo del cielo, y ahora es sólo parte de los muertos en vida, ese es, probablemente, otro miedo del montón para Jeno. Ser desgraciado.

Jeno aprovecha cada oportunidad que tiene para quedarse en la escuela, limita sus interacciones en casa y se remite a su tarea con tal de conseguir de nuevo la reputación familiar que necesita. La del tipo bueno. Un pecado vale la adrenalina que lo recorre mientras conversa con Jaemin escondido entre los confines del templo, o cómo él susurra contra su piel sus coqueteos indiscretos que siempre pasan a segundo lugar cuando están en público. Para el resto del mundo son amigos, para Jeno es un dote de serotonina.

Camina revisando su teléfono justo antes del almuerzo, Renjun va a su lado y detrás suyo, Jaemin y Haechan discuten sobre un tema que ya ha olvidado, es uno de esos días en los que su cita con la psicóloga se adelanta, lo que significa que, por nada del mundo, va a poder resguardarse en el espacio vital del chico con el que sale. Ha pasado un mes desde que eso ocurrió y la plenitud abunda en su cuerpo como un virus nuevo y adictivo.

—¿Quieres que vaya contigo? —Pregunta Renjun dándole un vistazo y Jeno niega. —Deja de ser un cabeza hueca, estoy por irme a China y te vas a arrepentir de rechazarme todo el tiempo. Ni siquiera voy a ir a competir, deberías darme las gracias por aligerar tu carga, te estoy dando una mayor probabilidad de ser el primer lugar.

—Mamá va a venir por mí. No quieres quedarte a solas con ella una hora. —Jeno pasa uno de sus brazos sobre los hombros del mayor. —Mejor haz mi tarea mientras estés en China, eso suena como lo que haría un verdadero mejor amigo.

Renjun lo empuja lejos en medio de una carcajada y eso completa su día o, por lo menos, hasta donde la felicidad se puede alcanzar en alguien que no es feliz. El sonido de tacones apresurados lo obligan a darse la espalda y el escenario que detesta como nada, se vuelve a repetir.

Incluso encuentra a su propio primo envuelto en uno de esos escándalos silenciosos que la directora fabrica. Jeno da un paso adelante, queriendo, por primera vez, interferir en algo que no le incumbe y que, por más que lo intente, tampoco tiene solución. Jaemin niega con la cabeza cuando lo intercepta en movimiento, así que en aquel momento de angustia, cuando la razón no sirve, se vuelve a lo espiritual como su último recurso. Jeno pide por Jaemin antes de verlo desaparecer.

Apenas se disuelve el giro inesperado de eventos, Haechan se escabulle hasta sus amigos con el rostro pálido, totalmente contrario a su naturaleza.

—¿Qué fue eso? —Pregunta Renjun tomándolo por los hombros y preocupado hasta la médula.

Haechan observa a Jeno antes de hablar.

—No sé cómo, pero ella sabe que Jaemin no estuvo aquí el día de tu cumpleaños.

Jeno se traga sus propias palabras cuando la escuela termina y no vuelve a encontrar a Jaemin por ningún lado, incluso observa rostros que nunca en su vida cree haber visto, pero ninguno es Na.

—English?

—No.

Responde aturdido entre los escombros de estudiantes que van dispersándose por el pasillo, ignora al chico frente a él de piel blanca, pero él vuelve a intervenir de una forma que obliga a Renjun a maldecir en voz baja.

—No inglés, sólo coreano —repite mirándolo a los ojos, sus ojeras son profundas y los pómulos se le marcan demasiado, luce enfermo. —No help, sorry.

—Chinese, I'm chinese.

Así que comprende un poco del asunto, le da una palmada a Renjun en la espalda para alentarlo a hablar y deja que su conversación ininteligible se expanda todo lo que pueda, no está interesado en algo que no sea averiguar qué sucede con Jaemin.

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⏰ Última actualización: Jun 19 ⏰

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Ivory Cherry: Church of burned romances [JAENO - JAEMJEN] (Re-publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora