8.LA SALIDA DE PANDORA

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El Rey

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Corre.

Ordené para ambos al encontrar mi voz. Ninguno de los dos que tenía la posibilidad de moverse por sus propios pies hizo nada.Había sido tan grande la estupefaccion que no hicimos ningún esfuerzo por movernos.

La voz se había escuchado lejana, pero debido al eco juraría que estaban justo detrás nuestro. Qué de pronto Pandora tuviera señales de vida solo significaba que la hora de la cacería estaba a punto de comenzar. Comencé a imaginar miles de posibles escenas y rutas de escape. En ninguna salíamos con vida. Al menos no los tres. Me sentí mal al pensar en que podríamos usar de distracción al chico que yacía boca arriba en el suelo, aún inconsciente.
Debido al eco que se producía en el lugar no puedo asegurar de que dirección venían las voces, y lo peor, calcular al menos la distancia.

La chica rara no dejaba de sorprenderme,  era tanta sus ganas de irritarme, que  se  había adelantado; en algún momento se había soltado de mi agarré y se dirigía al cuerpo inerte que se encuentra a nuestro costado. Se acercó lentamente hasta quedar frente a él.

Vuelve aquí, no es momento para tus tonterías.

Le pedí tratando de no alzar tanto la voz, estaba comenzando a sacarme de quicio.

Se agachó hasta quedar frente a él ignorando mi petición, y comenzó a intentar cubrirle con basura y algunas hojas de papel, fue en vano, el aire en un segundo se las llevaba. Nosotros dos tratábamos de entender sus acciones, la chica sobre mi espalda soltó un resoplido en forma de resignación.
Yo en cambio no dejaba de estar en alerta,  moviendo mi cabeza en todas direcciones, de arriba a abajo y de derecha a izquierda.

Déjalo ya o no saldremos nunca de aquí.

Volví a casi suplicarle.

Yo no soy igual a ellos. —Respondió por fin.

"Vaya joyita"

Admito que no me esperaba esa respuesta y logró descolocarme un poco.

Aparté la mirada de ella en cuanto escuchamos una risa, está vez más cerca que la anterior, los buitres habían llegado. En mi cabeza sonaba en tik tak por cada segundo que corría.

Al final decidí ceder, bajé lentamente a la otra chica, la pobre terminó por apoyarse en la pared mientras me acerco a la otra loca.

Me mordí los carrillos para no soltar algún insulto hacia ella cuando la tuve enfrente. Entendí el punto, pero estaba arriesgando nuestras vidas a cambio de un idiota.

"Quién entiende a las mujeres, ¿verdad?"

"¿Y si la noqueas?"

"No creo que eso sea muy romántico"

"Déjate de payasadas"

"Le estoy poniendo ambiente a esto"

Menudo acto humanitario.
Ataqué mirándole a los ojos, evitó la mirada y se enfocó en el cuerpo del estúpido bicho, si le había echo daño, su cara está inflamada y con moretones.

Mi historia de una noche. /Agust-D/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora