INTRODUCCIÓN

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━━━━━━ ❝ Y sí aún tienes sentimientos, eres de los suertudos, porque la mayoría de nosotros está muerto por dentro❞


















EL VASO DE VINO TEMBLABA EN LA DELICADA MANO DE LA PELIRROJA. Su espalda estaba recta contra el sofá de una pieza mientras sus ojos llorosos miraban la televisión con fijeza. Allí estaba Snow, luciendo igual de radiante y terrorífico que siempre. La gira de la victoria de Katniss Everdeen y Peeta Mellark — últimos vencedores, los cuales fueron bastante controversiales porque jamás había pasado aquello, jamás habían ganado dos— había terminado, dando por finalizada la etapa de tranquilidad e iniciando las vísperas del Vasallaje de los Veinticinco, en los que ella tendría que ser mentora nuevamente.

—Con esta ocasión especial y para demostrar que nadie puede sobreponerse al poder del Capitolio...— declaró —Los vencedores del Vasallaje de los Veinticinco serán seleccionados de la lista de tributos existentes en casa distrito.

El cristal se hizo añicos contra el suelo. Marga pestañeo varias veces producto de la impresión sin importarle demasiado que el carmesí del vino le había manchado parte de la pierna.

Su piel no sintió el dolor cuando se levantó con prisa y varios trozos se le enterraron sin piedad. Su respiración comenzó a fallar, aquello no podía estar pasando.

—Sin importar su edad, condición física o estado...

Apagó la transmisión. No sabía con exactitud cómo había logrado llegar hasta el mueble donde el aparato estaba, pero lo hizo. Jadeo varias veces sin poder evitarlo y su cuerpo impacto contra el piso mientras su cabeza terminaba entre sus brazos, buscando parar aquella agonía.

Eso no podía estar pasando.

No de nuevo.

No podía estar pasando.

Ella había ganado. Ella había sido la única vencedora de pie en los 73° Juegos del Hambre. Ella había pagado su propia libertad a medias.

Al igual que lo había hecho todo lo a lo que había sido obligada a hacer cuando salió de la arena. Cada cama de las personas que la compraban en el Capitolio, cada patrocinador, cada muerto en su familia.

No podían hacerle eso de nuevo.

Gritó, tanto que sintió que su garganta se rompía, pero eso no paso.

Y así estuvo la noche completa, llorando sola en el comedor de aquella lujosa casa. Porque no había nadie, no tenía a nadie más. Todos estaban muertos, todos habían sido asesinados por Snow.

Estaba sola, y condenada a muerte de nuevo.


THE WAY OF THE BIRDS | FINNICK ODAIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora