Oikawa estaba en su casa, preparando un regalo para su preciosa y bella (Nombre). Era una de esas cajas sorpresa, con todo lo que le gustaba a ella. Desde chocolates hasta joyas y maquillaje. Todo lo que le gustaba a su amada, con la cuál cumplía cuatro años de relación. Suspiró como si fuera un enamorado, aunque lo era.
Termino de retocar el moño y escuchó el timbre. Estaba seguro que era su novia. Bajó lleno de felicidad a abrir la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja.
Abrió la puerta, se encontró a su linda novia. La saludó con un beso.
— ¿Ya estás listo? — preguntó ella con una sonrisa.
— Solo deja te doy tu regalo y nos vamos a comer — dijo Oikawa mientras la tomaba de la mano y la llevaba a dentro. Ella cerró la puerta.
Ambos subieron las escaleras hacia la habitación de Tooru. La sorpresa invadió el rostro de (Nombre) al ver el gran regalo sobre la cama. Oikawa sonrió con orgullo.
— Ay, qué pena con mi regalo, pero...— dijo dejando la frase en el aire. Saco de su bolsillo un osito de peluche que ella misma cosió. Oikawa murió de amor, — Es para ti.
— Muchas gracias, ten el mío — habló con una sonrisa. Oikawa agarró el regalo y se lo dio a su amada. Después la abrazó con fuerza.
Una mueca de horror se formó en la cara de Oikawa, pues su amada y preciosa (Nombre) olía a perfume de hombre. Sobre todo, el cuello. Sumándole que parecía tener un chupetón casi invisible.
Tooru se alejó bruscamente de ella.
— ¿Qué pasa? — preguntó confundida ella. Oikawa se sintió asqueado.
— Hueles a otro hombre — respondió con cierta furia en sus palabras.
Antes, habían tenido problemas con lo mismo, ya que en varias ocasiones el castaño llegó a pensar que su novia le era infiel. Obviamente después de eso, ella trataba de decirle que eso no era cierto y que estaba siendo irracional.
Al final, Oikawa aceptaba que era a veces muy inseguro y decía cosas de ese estilo sin ninguna prueba. En esta situación, el corazón del castaño sentía mil alfileres dentro de él, porque ahora tenía algo en que desconfiar.
— Tranquilízate — ordenó (Nombre), pues sabía lo que pasaría a continuación. Sus palabras molestaron más a su novio.
— ¿Tranquilizarme? ¿cómo me pides eso en una situación así? — exclamó tratando de sonar sereno, aunque su molestia era evidente.
— Por lo mismo que empiezas a decir y a hacer cosas sin pensar — respondió ella.
Sin embargo, Oikawa estaba sumido en sus sentimientos; cólera, celos, frustración, odio, tristeza, decepción. Todo reunido en un solo momento.
— ¡Entonces dame una explicación! — exclamó con rabia, — ¡Tienes un puto chupetón en el maldito cuello!
— Hace rato me encontré con mi primo y traía mucho perfume, me abrazó y por eso me quedo el olor. El "chupetón" es un piquete de mosquito, entraron ayer en la noche y me picotearon toda — respondió serena (Nombre), ella no podía darse el lujo de alterarse como Oikawa además de que estaba diciendo la verdad.
Pero Tooru no le creyó ni un poco su historia.
— Claro, claro ¿y crees que me voy a tragar esa historia? — rugió, al borde de sus sentimientos la agarró por la muñeca y la llevó a las escaleras. Sentía como el corazón le quemaba el sentimiento del odio y el dolor de pensar que su amada (Nombre) estuviera con otra persona. Tenía ganas tantas ganas de llorar, quería abofetearla tan fuerte que su mano quedara plasmada en su mejilla y reclamarle porque de sus acciones si él la amaba con tanto fervor.
— ¿Qué haces? — preguntó tratando de zafarse de su agarre mientras bajaban rápidamente por las escaleras.
— Largo, no te quiero ver — dijo apretando los dientes y reteniendo sus lágrimas. Ella se zafó y Oikawa volteó a verla.
— Te estás dejando llevar. Te estoy diciendo la verdad — murmuró ella.
— No te creo y por lo mismo te estoy pidiendo que te vayas antes de que haga una locura — exclamó. Volvió a tomar la por el brazo y bajaron por completo las escaleras. Ambos caminaron con dirección a la puerta, no sin antes (Nombre) volver a zafarse.
— Piensa bien lo que vas a hacer — añadió ella. Tooru giro los ojos, se volteó hacia ella bruscamente y esto provocó que una mesita de madera que tenía por ahí cerca cayera junto con un jarrón de porcelana.
— ¡Estoy pensando bien las cosas! No te quiero ver — exclamó al borde las lágrimas, de frustración — me fuiste infiel (Nombre) y eso no te lo puedo perdonar
— ¡Pero yo no-
(Nombre) no terminó de hablar porque Oikawa la siseo. Luego vieron el desastre del jarrón, el castaño levantó la pieza rota más grande.
De cierta manera le dio miedo a (Nombre).
— ¿Cómo se llama? — preguntó con molestia él, — ¿cómo se llama tu amante?
— Baja eso — le pidió, pues su novio tenía cara de loco sujetando eso. Él no le hizo caso, la agarró de la mano y se detuvo ahí a observarla.
— (Nombre) destruiste mi corazón — dijo con voz temblorosa. Luego de eso, la jaló hacia la puerta después de abrirla y la sacó de su casa. Ella no se opuso ni nada.
Oikawa cerró la puerta con fuerza y se echó a llorar en el suelo, desconsolado.
Pasaron las horas, él seguía ahí sentado frente a la puerta con los ojos hinchados y la nariz roja de tanto llorar. Tenía sueño.
Se estaba quedando dormido ahí porque no quería moverse, no quería hacer nada realmente. Parpadeo un par de veces. De pronto se escuchó algo caerse en la planta de arriba.
El castaño instintivamente miró hacia allá, en espera de que algo más pasara por que vivía solo.
No sé escucho más ruido así que supuso que se cayó algo por el aire o algún otro factor.
Suspiro y cerró los ojos.
Estuvo así unos segundos, los volvió a abrir y frente a él, estaba el osito de peluche que (Nombre) le regaló. Estaba sentado, con los ojos hacia él y estaba manchado de rojo.