Oikawa estaba desconcertado.
Hace unos minutos, el oso no estaba ahí. Pensó que estaba soñando o empezaba a ver cosas por el cansancio.
Realmente no le importó.
Se levantó del suelo, camino hacia las escaleras en dirección a su habitación para tomar una ducha y pasó por largo al oso.
El regalo de (Nombre) lo dejó en una esquina de su habitación, porque no lo iba a tirar. Simplemente no. Se quitó su ropa y agarró su toalla para después adentrarse a su tina llena de burbujas para relajarse. Hizo la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
Estuvo ahí durante unos minutos, luego abrió los ojos y vio que el agua estaba medio rojiza. Reviso sus manos porque pensó que se abría cortado con el pedazo del jarrón y no se dio cuenta, pero no encontró ninguna anormalidad.
"Debe ser algo de grifo" pensó.
Agarro su toalla, se secó todo el cuerpo. Salió del baño con una bata blanca hacia su habitación. Estaba secándose el cabello, cuando vio que el oso de peluche estaba sentado en uno de los sillones de su habitación.
"Creí haberlo dejado abajo" pensó mientras se colocaba el pijama.
Luego se giró de nuevo hacia su baño para ir a lavarse los dientes. Cuando terminó, regresó a su habitación y vio que el oso ya no estaba.
Volteo por todos lados, confundido hasta que lo encontró escondido entre sus almohadas.
"Estoy soñando"
Suspiró antes de ir a su cama a acostarse. Había sido un día muy prometedor que terminó siendo bastante decepcionante y estresante así que lo único que pedía era descansar. Apagó su lámpara de su mesita de noche, antes de acomodarse entre sus sábanas y mantas. Sin saber por qué agarro al oso y lo abrazó.
La tela era suave así que todo el oso era súper cómodo agregando que olía a su amada (Nombre), con eso último Oikawa cayó dormido.
A la mañana siguiente, amaneció en otra posición a la que la noche pasada. Se estiró en su cama, pero notó algo.
El oso no estaba, ni en su cama, ni en su habitación.
Recorrió con detenimiento su habitación, pero fue en vano.
"Como supuse fue un sueño"
Más tranquilo, el castaño se levantó de la cama en dirección a la cocina. Bajo las escaleras y fue a la primera habitación a su izquierda; que era la cocina. Iba a hacerse un par de huevos, con un poco de salchichas y jugo de naranja.
Preparo todo lo que iba a comerse. Una vez terminó, se giró hacia la mesa que estaba en frente.
Se exaltó cuando vio al oso sentado en una de las sillas mirándolo. Sobre la mesa, había un plato, un vaso, un cuchillo y un tenedor en cada lado.
Oikawa se sentó, de igual manera, frente al oso, para desayunar. Lo miraba en busca de saber si alguien estaba en la casa moviendo al oso o simplemente se fumó algo para pensar que el oso tenía vida.
Sin embargo, por más que lo miro no vio nada extraño.
Sin preverlo, esto se volvió una rutina.
Todos los días el oso se aparecía y desaparecía de cualquier lugar de la casa, y aparecía en otro lugar. Por esta razón, le daba sustos de muerte al pobre Tooru.
Pero dejando eso de lado, se volvió una buena compañía incluso llegó un momento en donde el castaño le contaba cómo fue su día y demás cosas. Ni hablemos a la hora de dormir, que era súper cómodo y hacia que Oikawa cayera rendido con la suave tela que poseía.
Un día de esos, Oikawa le llamó a (Nombre) para que arreglaran las cosas, porque había pasado unos días desde que no sabía nada de ella, sin embargo, cuando la llamo, nadie le contestó. Le mando un par de mensajes, pero de nuevo al cabo de unos días no fueron contestados.
— Bueno, si ella está enojada, ya vendrá a resolver las cosas por su cuenta — comentó Oikawa así mismo, aunque el oso estuviera frente a él.
Siguió cenando en compañía del peluche hasta que acabó y dejó los platos en el fregadero. Subió a su habitación. Justo cuando encendió la luz de su cuarto, el oso ya estaba encima de la cama.
El castaño fue a lavarse los dientes, después de eso, fue a acostarse a su cama. Apagó la lámpara de su mesita de noche, se acomodó entre sus cobijas con el osito de peluche entre sus brazos. Luego se le salió un bostezo y cerró sus ojos.
— Buenas noches osito — dijo mientras concilian el sueño.
Todo iba perfecto, sin ningún problema...
— Buenas noches — contestó el peluche.
Hasta que el oso comenzó a hablar.