4. Miedo

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Oikawa no durmió esa noche.

Se encerró en su habitación. Le coloco seguro a sus ventanas y a la puerta.

No pudo pegar el ojo, y aunque pudiera, los pasos en el pasillo fue un factor más de su insomnio.

"Tengo que deshacerme de él "

Una vez el sol apareció por su ventana, el castaño le quitó el seguro a la puerta, asomó su cabeza por el pasillo. No había nada fuera de lo particular.

Luego camino por este, bajó las escaleras y frente a la puerta estaba el oso sentado.

Oikawa lo miró antes de entrar a la cocina, buscó una bolsa de plástico entre sus cajones; la encontró. Salió de la cocina en dirección al oso, él cual no se había movido ni un centímetro.

Lo agarró y lo metió dentro de la bolsa. Abrió la puerta, salió de casa con dirección a su depósito de basura mientras amarraba con cuantos nudos se pudieron la bolsa de basura. Llego al depósito, la tiró ahí y regresó a su casa para prepararse para el trabajo.

Su día fue como de costumbre. Se sentía un poco más relajado, con un peso menos en la espalda.

Cuando regresó a casa, vio que el depósito estaba vacío así que agrego más tranquilidad a su corazón y a su mente. Ahora su única preocupación era comunicarse con (Nombre).

Se la pasó en su habitación, tratando de averiguar sobre su novia, pero no logró nada. Apago su celular un momento y cerró los ojos para meditar un momento. Ordenar sus pensamientos.

De repente su celular comenzó a sonar.

Agarro su celular, para ver quién era.

Número desconocido.

Confundido contestó.

— ¿Hola? — preguntó, pero no obtuvo respuesta. Solo se escuchaba que alguien respiraba, — ¿hola?

Repitió, pero de nuevo ninguna respuesta.

— No estoy para juegos — exclamó algo molesto. Sin embargo, aún se escuchaba la respiración. Con molestia colgó la llamada, dejó su celular y se fue a dormir.

La siguiente noche llovía, parecía una gran tormenta. La electricidad estaba fallando, pero eso no importaba. Oikawa de todas maneras ya se iba a dormir. Pero antes se asomó por la ventana para ver si al cielo le apetecía dejar de llover.

Sin embargo, lo que vio fue al oso de peluche en su patio, mojado y viendo hacia su ventana.

Oikawa se asustó, demasiado.

Luego cayó un trueno que iluminó el cielo, deslumbró a Oikawa y cuando vio, el oso ya no se encontraba ahí.

Seguido de eso, se le fue la luz.

Trato de tranquilizarse, fue a su cocina por unas velas lo más rápido que pudo. Regreso a su habitación, se encerró ahí y prendió todas las velas. Su habitación parecía parte de algún ritual, pero con algo de luz se sentía un mínimo más tranquilo.

Porque si al bendito oso le daba por entrar a su habitación, al menos podría verlo.

Se acostó en su cama con los ojos bien abiertos, sin una pizca de sueño, no obstante, a los cinco minutos comenzó a roncar.

Al día siguiente fue como habitualmente, agradeció eso Oikawa. Fue al trabajo y regresó.

Llego a su casa, estaba dispuesto a que el día siguiente iría a ver a (Nombre) a su casa, para ver qué pasaba.

Iba caminando hacia las escaleras con la mirada fija en su celular, cuando vio de reojo que, en la sala, la habitación de su derecha, se estaba moviendo algo.

Despego la vista y vio que en una silla mecedora que justamente daba hacia el frente, estaba el oso de peluche meciéndose.

El castaño se aterro cuando lo vio.

Corrió escaleras arriba, luego a su habitación y terminó encerrándose en el baño. Inhalo y exhalo por alrededor de 5 minutos.

"Estoy alucinando, estoy alucinando"

Para calmarse, decidió darse una ducha rápida y así lo hizo. Mientras se lavaba la cara, escuchó que abrían la puerta.

Su corazón empezó a latir con fuerza. Por la cortina podía ver una pequeña silueta de algo moviéndose de aquí a allá, al parecer colocando algo en el suelo y luego vio que salió del baño.

Termino de bañarse, hizo a un lado la cortina y vio que en el suelo había múltiples cables cortados que venían desde su habitación.

Sus sandalias estaban del otro lado del baño y en cuanto su piel mojada tocará algún cable, moriría frito.

Con cuidado caminó entre los cables, sin tocarlos, hacia sus sandalias. Logró su cometido, se colocó sus sandalias y salió del baño con cuidado.

Al salir, pudo concluir que los cables estaban en la corriente eléctrica así que primero se secó, se vistió y luego desconectó los cables.

Miro hacia el marco de la puerta y ahí estaba el oso, con las llaves de su casa en una de sus patas. Luego comenzó a caminar por el pasillo, desapareciendo por el mismo.

Oikawa estaba aterrado, tenía demasiado miedo y no sabía por qué le pasaba esto.

Sin embargo, estaba seguro y juraba que esta sería la última noche que le pasaría esto. Con eso en mente, se fue a la cama y cerró los ojos, tratando de dormir para llegar un día mejor.

A la mañana siguiente, Oikawa despertó atado de brazos y piernas en cada esquina de su cama, con la boca tapada, y con el oso de peluche encima de él, sosteniendo un encendedor.

ᴏꜱɪᴛᴏ ᴅᴇ ᴘᴇʟᴜᴄʜᴇ; ᴛᴏʀᴜ ᴏɪᴋᴀᴡᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora