Quiero el presente, no el porvenir.

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Tobirama pasaba la mayor parte del tiempo encerrado, ya ni siquiera saludaba a su propio hermano, sin embargo este no podía negarle una sonrisa o pequeño "bufido" al mayor de los Uchihas, que supo respetar en cierto modo aquel nuevo saludo. A Tobirama le costaba trabajo decir un hola o completar esa extraña mueca que denominaba sonrisa.

Madara lo trataba con cuidado, cada noche se iba con ese pensamiento en mente, con aun mayor cuidado actuaba en el presente y eso era lo que importaba. El hacerse ilusiones era vano y superfluo, la verdadera satisfacción vendría con creces y emociones que nunca podría describir, guardaría muy bien el secreto y se iría con el a la tumba, así fuera tarde o temprano, vivir el ahora era todo.

Un leve atrevimiento costaba mucho, pero debía intentarlo, la simple sensación de poder torturar al albino era suficiente para aparentar sus saludos. El odio valía más en lo que su mente maquinaba.

-He oído de tu próxima misión.- no saludo solo se acercó.

Tobirama aun indeciso, le causaba recelo y claramente recuerdos de Izuna muy bien guardados, pero comenzó a interesarse en Madara, últimamente reaccionaba peculiar a algunas de sus acciones.

-Solo uno. ¿Nunca has tenido miedo, Tobirama?

-No hay tiempo para el miedo.- sincero pero cortante, y ahí estaba la reacción de nuevo, Madara parecía contraerse y bajar la mirada siempre que era...cortante, sin intención alguna claro, así era él.-No en tiempo de guerra, tu me entiendes.

-Si.- sonaba tímido.

O Madara sabía actuar muy bien o realmente comenzaba a reaccionar naturalmente ante aquella actitud. ¿Qué abría visto Izuna en alguien sin sentimientos?

-Supongo que es de sangre, nosotros somos muy emocionales.

-¿Tienes miedo?- pregunto más para si que para el Uchiha, era ya tarde cuando se dio cuenta que preguntó en voz alta.

-Siempre.

Los ojos carmesí chocaron con los ojos negros, un velo rosa de cerezos volaba en el ambiente, ya no había tiempo en el presente, un leve sonrojo se hizo notar en la albina piel de Tobirama. 

-¿Por qué eres así conmigo?- preguntó el sin sentimientos, frío y distante en pensamiento.

-¿De qué hablas?- El Uchiha de nuevo lo hacia, ahora consciente, ¿Por qué bajaba la mirada? ¿Cuándo comenzó esto?

La muerte de Izuna aun sin responsable evidente fue hace 3 meses, tres meses bastaron para que Madara se acercará. Pero había algo encantador en su inusual y vengativa forma de ser, el simple hecho de estar jugando con el gran Tobirama Senju bastaba para sentirse apenado...¿pediría perdón a la hora de matarlo? No, dudaba eso. Pero había algo, su porte era distingida y elegante, eficaz y silencioso, un rebelde bien justificado en un mundo de asesinos, tal vez alguien que sabía muy bien lo que hacia... ¿Pero que hay de Izuna?

Para Tobirama estaba más que claro, Madara mostraba un lado sumamente dulce ante él, casi tanto que le hacia buena competencia a Izuna. Con Izuna fue todo físico y luego emocional, pero Madara era...aquella alma pura y llena de amor que reclamaba la sangre Uchiha, aquella alma de perdición. Era claro, Madara le atraía en lo emocional y en lo intelectual, era un estratega, uno entre mil...uno entre mil.

-¿Es por Izuna?- preguntó de nuevo, acaso...muy estúpidamente pensó, si era un imán de Uchihas.

-Si.- no se atrevía a verlo a los ojos.-Eras su mejor amigo, tu, tu estuviste más tiempo con él que yo, supongo que en mi interior es evidente, que lo vea en ti.

El alma de Tobiraba quedó perforada, sin decir nada, nunca se sintió tan débil y masacrado, si tan solo Madara supiera su cruel acto, pero lo hizo por la aldea, es decir, Madara como líder iba a entender (es su hermano estúpido- pensó.)

COMO UN LADRÓN (TOBIMADA-TOBIIZU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora