—No podemos continuar juntos, lo siento mucho.
Sus palabras amargan como las lágrimas que caen largo a largo por mis mejillas y luego, a la comisura de mis labios. Tengo días sin saber lo que es una sombra y un rubor para la cara. En realidad, no recuerdo la última vez maquillándome, fue hace mucho. No sé qué aspecto tendré ahora, varias personas se detienen en su camino para mirar y luego nos rodean en la acera de la calle. Deben ser pasadas las nueve de la noche, aunque siento que llevo más de cuatro horas aquí parada.
Echo a un lado los pensamientos provenientes de extraños que me miran cuando las manos de Darel tocan las mías. Se sienten como siempre, cálidas, sólo qué, sin la misma intención. La intención de quedarse. Él debe pensar que es una muestra de afecto para compensar el dolor que debo estar sintiendo, pero no sabe que esto lo que provoca en mí es profundizar más la herida.
—Eres increíble, Beth—dice, para mi mala suerte.
Recorre una de sus manos por mis mejillas y al instante cierro mis ojos con fuerza para contener más lágrimas. No me atrevo a mirarlo mientras lo hace. Siento mis dedos sudorosos, mis piernas flaquear y el frío de la calle aturde mi interior... Toda yo esta fuera de mí.
No comprendo mucho de mis sentidos en este momento. Quisiera poder hacerlo, pero no. No ahora, no ahora.
Por Dios, Darel, qué demonios me estás haciendo.
—No te-te vayas... no me dejes—susurro con peso en las palabras. Al igual que él, estoy siendo sincera.
—Lo siento, Beth—dice, sin ninguna traba en su voz, acercándose para acunar mi rostro—Es todo—añade plantando en pequeño beso en mi cabello.
Un beso de lástima.
Trato de sostenerme a mí misma al no sentirlo cerca, mis piernas y manos tiemblan. Cuando tomo valor para mirarlo con los ojos empañados veo su cuerpo alejarse, sus manos en los bolsillos de su chamarra. Sus botines color negro que insistí que comprara cuando recibí mi paga. En medio de la penumbra, observo como sobresalen algunos mechones de su cabello de su gorro favorito... Recuerdo haber jugado tanto con su cabello...
Ya no distingo lo suficiente ya que los focos de las calles la mayoría se han dañado y además, su paso no lo detiene.
Me quedo por unos minutos sobre el pavimento, esperando a ver si voltea, si regresa a mí y me dice que es una broma de mal gusto.
Pero, no, no lo es. Darel rompió conmigo y no me dio ninguna explicación.
Me giro sobre mis talones y comienzo mi caminata hacia mi departamento. Me ajusto la chaqueta y me subo el cierre hasta el tope. Gracias al cielo pensé en usar esta chaqueta. Me estrujo los ojos para tener mejor visión de la calle y no tropezar con nadie. Es una noche agitada para muchos en Sídney, cuerpos andantes van y vienen en la metrópolis, cruzan, dan la vuelta, saludan, se despiden. Y en mi caso, rompen conmigo.
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OLD ME ©
Teen FictionNo conoces verdaderamente acerca del amor hasta que te rompen el corazón. -Luke Davies.