El Niño más solitario

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Tierra, Fuego, Aire, Agua.

La gente no es creada igual. Nunca lo es. Esa fue la cruda verdad que Izuku Midoriya aprendió a la edad de seis años.

Vivía en un mundo donde la gente podía controlar un elemento natural, comenzando hace años sin un origen específico.

Él no podía. Y cada que lo intentaba un cansancio horrible lo atrapaba.

Su madre, a veces, le contaba historias de viejos tiempos, pero nunca le sabía contar como surgió el control. Pero sí le contó de un ser que era capaz de controlar los cuatro elementos, y con ello mantenía la paz entre todas las naciones. Le contaba como este era considerado un héroe de leyenda y como cada una de las personas que poseían este título habían muerto de forma valerosa, o vivido su vida siendo valiente y persistente para llegar a una vejez digna.

Le contó la historia de Aang, quien acabó con una guerra, y junto a sus amigos construyó la ciudad en la que Izuku vivía; le contó la historia de Kyoshi, quien creó la isla Kyoshi y las órdenes de las guerreras Kyoshi y los Dai Li; la historia de Korra y como enfrentó a numerosos enemigos que casi acaban con su vida y el orden pacifico que tenía el mundo en esa época; de Sena quien murió en batalla campal tras una horrible situación que llevó al mundo al destierro de unos seres llamados "espíritus" (con algunas excepciones, pero nunca le decía quienes); de Nana que enfrentó a un hombre malvado dos veces; y de Toshinori, o como ella a veces le decía All Might, que fue el más valiente de todos. Este último era el favorito de Izuku, pues su madre siempre le contaba de grandes hazañas y de cómo ayudaba a otros con su carisma, siempre con una sonrisa. Su mamá nunca le dio fechas, ni le decía qué título tenían estas personas o cómo lograban controlar los cuatro elementos, dejándolo siempre con muchísima curiosidad... Aunque no sabía por qué estás historias le tintineaban en la cabeza.

En la escuela, a veces contaba las historias de su madre, pero siempre le decían que eran mentiras y cuentos para dormir, sobre todo un niño rubio de ojos rubí que se burlaba de él.

— ¡Ha! ¡Cómo si eso fuera posible, nerd! ¡Además, si lo fuera, nunca me ganaría ese tipo raro a mí, ni a mí fuego control!

— ¡Kacchan nunca perdería! ¡Eso lo se! Pero aun así creo que no deberías de burlarte de mis historias... - Izuku admiraba a ese niño, aunque a veces no podía evitar sentirse triste por sus comentarios...

— ¡Cállate, Deku!

— ... ¿Deku?

— Es otra forma de leer tu nombre. Significa inútil.

— No seas malo, Kacchan...

Cuando le preguntaba a su madre de porqué todos decían que eran historias falsas, ella solo le dedicaba una sonrisa.

— ¡Kacchan! ¡Espera! - el niño de cabellos verdosos iba corriendo atrás del de cabellos rubios.

— ¡Corre más rápido, tonto Deku! - El de cabello rubio dijo con una voz un tanto molesta, aunque tenía una pequeña sonrisa traviesa en sus labios. — ¡Eres demasiado lento y tienes qué mantener nuestro paso! ¡Sino te vamos a dejar!

Izuku estaba familiarizado con este tipo de frases dirigidas hacia él.

— No seas malo, Kacchan... - El niño llegó detrás del de cabellos rubios. Jadeando, trató de recuperar el aire. No era muy bueno corriendo.

— ¿Por qué nos juntamos con éste? - Un niño de cabello largo preguntó en voz baja al rubio y a otro niño regordete. El rubio solo rodó los ojos, aunque el otro respondió.

— Ni nos juntamos con él, sólo se pega a Bakugo. - Y rodó los ojos.

Izuku infló las mejillas volteando a otro lado.

El Avatar no está muerto (BKDK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora