Capítulo 10

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Era su primera vez yendo a pescar y, sin saberlo, también sería la última ocasión.

Joshua había estado feliz todo lo que duró el trayecto hasta el lago, escuchando la música clásica que su padre ponía a todo volumen, tarareando en un idioma que aún le resultaba desconocido y difícil, pero queriendo sentir la misma pasión de su padre al escuchar vibrar cada melodía.

Llegaron poco después del amanecer. Joshua, aún manteniendo su entusiasmo, ayudó a su padre a llevar el viejo bote del abuelo hacia aquella descolorida costa.

El bote bailó entre las olas, avanzando hacia un infinito azul en el horizonte, mientras Joshua seguía sonriendo, sacando una mano del bote de vez en cuando para deslizarla entre las frías aguas, abriendo y cerrando sus dedos con la esperanza de atrapar de aquella manera algún pez y hacer feliz a su padre.

Ese día era su cumpleaños número ocho.

—Creo que aquí podremos atrapar buenos peces —Anunció su padre.

Pescar no le resultó tan divertido o entretenido cómo pensó. Llevaban alrededor de una hora varados en el bote y no lograba atrapar nada. En cambio, su padre estaba teniendo mejor suerte que él.

Entonces, la caña se tensó y emoción fluyó en su pecho. Trató de subirlo pero aquel pez parecía ser más fuerte que él, luchando para no ser atrapado.

—¿Qué clase de pez has capturado? —Cuestionó su padre al verlo batallar con la caña de pescar.

Joshua estaba inclinado sobre el borde del bote, perdiendo la batalla.

—¡Ha sido una ballena! ¡He atrapado una! —Dijo con alegría. Su padre rió.

—En los lagos no hay ballenas —Pero su hijo no lo escuchó.

Joshua se paró, agarrando con fuerza aquella pequeña caña de pescar. Debajo las ondas del lago se volvían juguetonas. Entonces, Joshua fue empujado hacia delante por aquel pez salvaje, perdió el equilibrio y terminó hundiéndose en las aguas frías.

Aquella cabeza de negros cabellos salió a la superficie. El pequeño niño empezó a reír.

—¿Viste? ¡Casi gano! —Gritó, viendo en la dirección en que supuso el pez huyó.

—Aun tenemos toda la mañana para que atrapes uno.

Joshua negó. Sentía que pescar no era la suyo, tal vez no tanto cómo lo era nadar. Se consideraba un experto en natación, gracias a qué fue una de las primeras cosas que le enseñó su abuelo.

Joshua flotó de espaldas, balanceándose suavemente junto al bote, su mirada perdida en un cielo pálido y sin límites, mientras su padre empezaba a contar historias tan lejanas y divertidas, historias con moralejas y otras a las cuales aún no lograría entender.

Adoraba escuchar a su padre hablar y ese día pudo deleitarse escuchando muchas historias que podían resultar igual de infinitas cómo el cielo arriba de él.

Ese fue uno de los pocos días donde se sintió plenamente feliz y libre como las aves que cruzaban por los cielos. Fueron días antes que las cosas en casa empezaran a ir mal...

Joshua abrió los ojos con una amarga sensación en la boca. En los últimos meses, antes de despertar, soñaba con algún viejo recuerdo junto a su padre que solo ocasionaba que sus mañanas terminaran volviéndose grises.

Aunque últimamente ya no era así.

La razón del porqué en los últimos cuatro días esas mañanas ya no eran tan amargas o molestas, se debía a un delgado y despeinado individuo que yacía en sus brazos.

➸ Jihan 💫 HeartbeatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora