CAPÍTULO 1

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13 de septiembre del 2019

Camino junto a William a la entrada de la universidad y me acompaña al edificio de Psicología, vengo por mis clases y él vino a ver la propuesta de trabajo para ejercer como docente en la institución ya que le dieron una entrevista de trabajo.

Él dice que no se ve ejerciendo como psicólogo, pero la realidad es que es muy bueno en la teoría y enseñando, y así fue como se dio la oportunidad de pensar en enseñar en la misma universidad donde aprendió de su carrera, dos años después de titularse.

Además de que viene a ver el plan de estudios de Psiquiatría, fue sorpresivo para los señores Lewis el que les dijera que quería como segunda carrera esta, pues ellos esperaban que estudiara Administración de Empresas como su papá. Yo en realidad si lo veía venir, cuando en una ocasión me explico algunos temas que no entendía de Psiquiatría.

Parecía experto en el tema y te explicaba todo con una pasión que te daban ganas de aprender más. La realidad es que a William se le da bien la enseñanza. Y por esa razón estamos aquí, porque quiere estudiar otra carrera y verá si tiene más facilidades de estudiar y trabajar aquí.

—Iré a mi salón, ¿estarás aquí todavía en el almuerzo? —pregunto girándome hace William, él esta entretenido escribiendo en su celular.

—Lo siento, Meredith, tengo que ir a casa porque mis papás tienen un almuerzo de negocios. ¿Te parece si mañana comemos? —dice rápidamente. Siempre tengo que acoplarme a sus tiempos para salir. Somos amigos, no tengo problemas con salir en sus tiempos, pero a veces también tengo cosas que hacer y eso me complica las cosas.

—Mañana tengo que ir a la casa hogar, ¿vamos juntos? —digo emocionada.

—Mejor lo dejamos para otro día, tengo libre solo la hora de comida con eso de que mi padre quiere que me dé una vuelta a la oficina los fines de semana...

Tristemente ya sé que eso siempre me responde y aun así nunca dejo de insistir. Le sonrió y asiento, me despido de él con un beso en la mejilla y me encamino al aula 102, en el tercer piso. Giro en la esquina para ir al aula y casi caigo de culo al chocar contra el cuerpo de alguien. Necesito quitarme esta costumbre de chocar con las personas, pienso.

El chico me sostiene de los hombros para evitar mi vergonzosa caída y agradezco que me dé espacio porque cuando me fijo bien en su rostro me dejan sin aliento sus preciosos ojos verdes. Viste una camisa básica blanca y sobre esta un suéter de lana gris, un pantalón gris desgastado y roto de las rodillas y unos converse negros.

—Lo siento, venía distraída —digo una vez que salgo del pequeño estado de hipnosis por sus ojos. El me regala una sonrisa ladeada y sonrió bobamente. Deja de actuar como estúpida, me regaño mentalmente. Me alejo un poco de su agarre y él deja caer sus brazos a sus lados.

—No te preocupes, te sorprendería saber que siempre salgo chocando con las personas —tiene una voz ronca y sexy, lo miro parpadeando varias veces sin entender si me está tomando el pelo o es real lo que acaba de decir.

—Okaaaaaay, ¿me das permiso? Tengo que entrar a mis clases —digo rápidamente recordando que tengo clases a las cuales entrar.

El chico se hace a un lado en el pasillo y avanzo a paso rápido al aula. Para mi suerte, la Señora Evans no ha entrado así que con calma me dirijo a mi respectivo asiento, al fondo del salón. Mis habilidades sociales son buenas, pero desde el primer día de clases aprendí que por no ser de la misma clase social que ellos pueden llegar a ser una mierda conmigo.

Así que, ignorando la presencia de mis compañeros, saco de mi mochila mi carpeta de clases y reviso lo último que vimos en Psicología Contemporánea que fueron los sistemas psicológicos contemporáneos.

Las dos primeras clases pasan rápidamente y para la hora del almuerzo me dirijo al pequeño jardín que esta atrás del edificio de derecho, ya que en este lugar solo soy una alumna más y no la chica becada con la que nadie quiere socializar.

Una vez encuentro el árbol de jacaranda, me siento con la mochila sobre mis piernas y tomo de esta el sándwich que traigo y mi bote de agua, y en tranquilidad comienzo a almorzar.

Desde que supe que entraría en una Universidad privada super que lo que se venía sería difícil, las clases sociales siempre han creado una brecha entre las personas y es un poco difícil no levantar las barreras cuando te miran como si tuvieras una enfermedad y los fueras a contagiar. Termino mi sándwich y tomo agua.

—Hola tu —dice la voz de quién recuerdo el primer día se presentó como Justin Ferri—. Perdón, mi intención no era asustarte. ¿Puedo sentarme contigo? —dice con una pequeña sonrisa en los labios y asiento lentamente.

—Si, claro —digo y él se sienta en frente de mí, aun bajo la sobra de la jacaranda y me observa fijamente—. Eh, ¿qué se supone que estás haciendo? ¿Te enviaron a ti a molestarme esta vez? —digo un poco brusca después de varios minutos siendo solo observada por el chico frente a mí.

—Lo siento si te molesta, es que no sabía de qué forma acercarme a ti, se que puede ser difícil la presión de querer encajar con los otros, pero no dejes que eso pueda con lo bueno en la Universidad. Hay más personas aquí que son como tu y saben pasar desapercibidos.

—¿Y por qué me dices todo esto? —enarco una ceja y lo miro directamente.

—Porque yo soy uno de esos idiotas becados que saben ocultarlo. No me lo tomes a mal, no me molestan mi estatus social ni me avergüenza, pero para estas personas tener menos de 1000 libras en la cartera en ser pobre.

—Ah, mira, pues gracias por... ¿la preocupación? pero no estoy interesada en relacionarme con nadie.

—Toma mi consejo Mer, no estés cerca de ellos, ni confíes en nadie hasta que veas que es alguien de fiar.

—¿Y tú eres alguien de confianza, Justin? ¿Debo confiar en ti?

—No te estoy diciendo que confíes en mí, solo que selecciones bien tus amistades.

—Está bien, gracias Justin.

Después de nuestra pequeña interacción dan las 11 y es hora de que volvamos a las clases. Tomo un poco más de agua y juntos nos dirigimos nuevamente al aula 102.

Aquí vamos otra vez, a seguir las clases y demostrarles que el nivel social no te da más clase, sino la educación tuya.




Aquí esta el capitulo 1, espero y lo disfruten <3

Saludos, Ana Vazquez

Soy Meredith con M de MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora