14 de septiembre del 2019
Bajo de mi habitación vestida con unos jeans, una camisa básica rosa y mis converse negros, para ir directo a la cocina, abro el refrigerador buscando un yogurt y una manzana para desayunar.
—Buenos días, mamá —saludo dejando un beso en la mejilla de mamá—. Ya me voy a la Casa Hogar, regreso a las 7.
—Meredith, deberías ocupar tu tiempo en cosas mejores, hija —dice despectivamente.
Sé que mamá no es alguien que ayude a los necesitados, pero yo agradezco lo poco o mucho que tenemos y me gusta ayudar a los demás. Además de que es tiempo libre que tengo y disfruto mucho de la compañía de los niños de la Casa Hogar.
—Ya hemos hablado de esto, mamá. Así que me voy antes de empezar a discutir. Chao —me dirijo a la puerta y me encuentro con Max saliendo del garaje de la casa.
Lo saludo con un abrazo y él revuelve mi cabello, a pesar de Max y Mark son gemelos, él siempre fue más cercano conmigo, siempre viendo por los demás, se podría decir que él y yo tenemos eso en común, la solidaridad. En cambio, el imbécil malagradecido que tenemos por hermano es más como mamá.
Son las 9:30 cuando salgo de casa para ir a la Casa Hogar en la que soy voluntaria como cuidadora, me encantan los niños y verlos reír me llena de una emoción el corazón. Llegó a la parada de autobús y espero la llegada de mi transporte, el cual para mi suerte no tarda en pasar.
Llego a la Casa Hogar y toco la puerta, esta se abre y dentro esta un chico más alto que yo de preciosos ojos verdes, esos ojos ya los he visto, pero no recuerdo que fuera en la Casa Hogar. Él se hace a un lado para darme permiso de entrar.
—La señora Hans está arreglando unos asuntos de la Casa, salió temprano y dijo que regresaría por la tarde —dice el chico. Su voz es ronca y algo lenta al hablar.
—Los niños deben estar esperándome, pasaré al patio —digo avanzando por el largo pasillo que atraviesa la casa y lleva al patio trasero—. Por cierto, soy Meredith.
—Yo soy Harry, estaré con los chicos por si me necesitas —dice antes de desaparecer por el cuarto que ocupan para pintar.
Me quedo sorprendida de saber que hay alguien más a cargo del grupo de adolescentes. Es un poco difícil manejarlos, pero no dudo que haya alguien que si pueda con ellos. Llego al umbral de la puerta que conecta al patio con la casa y miro a los niños jugar, son 11 niños con edades que varían entre los 3 y 8 años. A lo lejos veo a Jade, una tierna niña de 4 años, jugar con una muñeca de trapo y al alzar la vista me ve y corre hacia mí. Recibo con un abrazo a Jade y detrás de ella llegan la mayoría de los niños a abrazarme.
Los niños suelen ser muy cariñosos, y me he ganado su confianza. Es distinto con los adolescentes, por más que trato acercarme a ellos suelen estar encerrados en su mundo y no siempre me dan tiempo de siquiera hablar. Además de que pareciera que siempre están a la defensiva y toman a mal los consejos.
Y así comienza mi mañana, rodeada de 11 niños preciosos con los que juego y ellos aprenden cosas con juegos educativos que prepare en la semana para ellos especialmente para los niños. El día se me pasa corriendo entre jugar con los niños y enseñarles cosas nuevas. Tenemos un receso a la 1 para que comiéramos en la cocina y volvemos a jugar.
Para cuando entran a casa para cenar y bañarse son las 6 p.m. y ya es mi hora de regresar a casa. Tomo las cosas que traje conmigo en la mañana y las acomodo en mi mochila para partir a casa, entro al lugar para despedirme de la Señora Hans que llegó para la comida y esta cenando con todos los que habitan esta casa y los demás cuidadores del lugar.
—Yo pasaba a despedirme de todos —digo al entrar al lugar que ocupan como comedor, es la sala mas amplia en la casa y hay alrededor de 5 mesas dispersas donde comen grupos de 6 a 7 personas en ellas—. Buen provecho y buenas noches —los despido a todos con la mano y algunos regresan el saludo, otros están mas interesados en sus comidas para responder.
Salgo del comedor y cuando estoy por abrir la puerta, esta se abre y de milagro mis reflejos funcionan y retrocedo antes de que la puerta golpeé mi frente o nariz. Del otro lado esta el chico de la mañana, Harry. Su cabello luce como si hubiera pasado constantemente sus manos por este. Él da un paso atrás dándome el espacio necesario para salir de la casa.
Paso junto a él y huele un poco a cigarro, pero no es tan fuerte el olor. Pareciera que lleva un rato afuera esperando a que el olor desapareciera. Camino lejos de la casa y cuando estoy llegando al portón de la propiedad escucho una voz que pone mis vellos erizados.
—¿No es algo tarde para que vayas sola por la calle, Meredith? —dice Harry con su voz lenta y ronca. Me giro para encararlo y esta sorpresivamente cerca de mí.
—Tomaré el autobús, tampoco es como que vaya caminando hasta casa. Pero gracias por la preocupación, Harry —lo veo esbozar una sonrisa ladeada.
—Sube al auto, yo te llevo. No te conozco, pero tampoco dejare que una muchacha linda vaya sola por ahí —se acerca a un auto y abre la puerta de copiloto—. Señorita, su carruaje esta aquí —hace un ademan pomposo para señalar el asiento y no puedo evitar dejar salir una carcajada.
—Solo por esta ocasión aceptare que me acerques a mi casa, Harry y porque ya esta oscureciendo.
Me acerco y descuelgo mi mochila de mis hombros para subir al auto y ponerla en mis piernas. Harry cierra la puerta y rodea el auto para subir él. Una vez arriba me recuerda que debo abrochar el cinturón de seguridad y comienza a conducir. Lo voy guiando y en el camino vamos platicando de nuestro día con los niños/adolescentes.
—¿Cuánto tiempo que vienes a la Casa, Meredith? —me volteo para verlo de perfil mientras conduce, me mira cortamente y regresa su vista a la carretera.
—Hace unos 5 o 6 meses cuando en la escuela nos dieron un proyecto de investigación y apoyo comunitario. Mi hermano Max conocía este lugar de antes porque salió con una chica que creció aquí y a veces venían a ayudar. Cuando le pregunte por alguna casa u orfanato me dijo que conocía este lugar y me trajo. Desde entonces veo a los chicos los fines de semana. ¿Y tú? —digo viendo que ya nos acercábamos a casa.
—Tengo 6 años conociendo a la Señora Hans. Ellos me dieron acilo un tiempo y desde entonces he ayudado en el lugar. Como dices, no podía solo ignorarlos e irme, tenía que ayudarlos como ellos me ayudaron a mí.
—Es bueno saber que aun hay personas que se preocupan por ellos. Gracias por traerme a casa Harry —me despido de él sacudiendo mi mano, desabrocho el cinturón y bajo del auto. Camino hacia casa y cuando estoy adentro escucho como enciende el auto y se marcha. Que día.
Espero y disfruten de este capítulo así como yo disfrute escribiéndolo, nos leemos la próxima.
Saludos, Ana Vazquez
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Soy Meredith con M de Maldita
Teen FictionSinopsis Todo era sencillo y sin dramas en mi vida, hasta que conocí a William Lewis y Harry Jones, o por lo menos recuerdo que si lo era antes de ellos. Primero conocí a William, en el proceso de inscripción a la universidad, después en clases cono...