Vivir La Experiencia - Emiliaco Omegaverse

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¿Serías capaz de mentir, solo para vivir una experiencia que siempre anhelaste? Porque Joaquín lo hizo, según él solo sería algo momentáneo y no tenía nada que perder, pero la ambición de seguir viviendo lo que deseo, lo llevó a continuar con las mentiras, dejándolo con todo que perder ahora.

Acomodo de nuevo su camisa, mirándose por última vez al espejo, antes de caminar a la cama que está en la habitación, sonriendo al ver al cuerpo completamente dormido, por lo que se acercó a cobijarlo.

— Te veo más tarde, te amo —susurró antes de salir de la habitación, bajando a donde esta su madre, la cual es una omega, como él.

El castaño se despide de su progenitora, dándole un beso en la mejilla, diciéndole que regresara después. Afuera de la casa estaba el auto negro esperándolo, por lo que se subió en la parte trasera, sonriendo cuando lo tomaron de las mejillas para darle un beso.

Al separarse al omega le fue imposible no sonreír, ahí estaba el gran empresario Emilio con un delicioso aroma frente a él, mirándolo con una sonrisa.

— ¿Cuándo me presentarás a tu madre? —preguntó el alfa acariciando la mejilla del contrario, llevaban más de tres meses de salir, él pensaba que ya era tiempo.

— Pronto —susurró Joaquín, evitando decir "cuando te diga la verdad".

— ¿Ya nos vamos a mi departamento? ¿O quieres ir a otro lado? —intrigó el rizado, colocándole el cinturón al contrario.

— A tu departamento, no quiero correr riesgos de que vayamos a encontrarnos a algún paparazzi —dijo el omega, sabiendo que también en parte era las que evitar que Emilio se enterara de su secreto.

El alfa asintió, dándole la indicación a su chófer que fueran a su departamento.

Casi media hora después llegaron a su destino, Emilio ayudó a bajar al castaño, extendiendo le la mano. Subieron al elevador, con sus manos entrelazadas, hasta el último piso, donde estaba el penhouse.

— Ya te extrañaba demasiado, no me gusta que tu trabajo te consuma demasiado —susurró el alfa, abrazando por detrás al contrario, disfrutando del aroma de esté.

— A mí tampoco me gusta, pero debo trabajar —comentó Joaquín, sabiendo que en realidad había estado ocupado por otras cosas.

— Si aceptaras ser mi omega oficialmente, ya no deberías preocuparte de nada —musitó el rizado, contra el cuello del omega, estremeciéndolo un poco.

— No hablemos de eso, ya te dije que mi madre depende de mí y no puedo abandonarla así —mencionó Joaquín, intentando evitar el tema a toda costa.

— Está bien, no hablaremos de eso, pero si te quiero decir que si aceptas ser mi omega, también me haré cargo de tu madre y de cualquier otra persona que te importe —dijo el alfa, separándose del abrazo— ¿Qué quieres cenar? Hay comida china como cuando nos conocimos.

El castaño asintió, recordando a la perfección como había conocido a Emilio empresario exitoso y amable en todo momento. Él había ido a comprar algunas cosas para la casa, sin embargo como estaba muy apresurado, no se fijó bien y casi lo atropellan de no ser porque literalmente lo aventaron.

El rizado fue quien cayó encima de Joaquín, de inmediato se levantó y lo ayudó a hacerlo, disculpándose por literalmente haberlo flaqueado.

En el momento que sus miradas se conectaron, sintieron algo especial, por lo que Emilio no dudo en pedirle su número al omega para seguir en contacto. Algunos días después tuvieron su primera cita en un restaurante donde fueron invadidos por paparazzis, desde ahí siempre iban al departamento para más comodidad.

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