Novio Millonario - Aristemo

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Temo se encontraba sentado en la cama, restregando sus manos en su pantalón, quitando los rastros de sudor que había en sus manos causadas por el nerviosismo que le dio por saber que su prometido ya no tarda en llegar. Últimamente ha recibido varias sobres del banco, informándole que ya tenía acceso a las remuneraciones de sus acciones en la empresa; afortunadamente había logrado ver todas las cartas antes de que fueran vistas por el rizado, pero sabía que era momento de decirle.

Los nervios que tenía el castaño antes, no fueron comprados para nada con los que sintió cuando escucho como la puerta era abierta y de inmediato escuchaba como lo llamaban.

— ¿Tahí? ¿Dónde estás? —gritó Ari, dejando su mochila en el sofá, aún manteniendo en sus manos lo que compró para su pareja.

— En la habitación, ven —contestó el castaño con una pequeña sonrisa; en tan solo unos segundos tenia su prometido frente a él con las manos detrás de la espalda— ¿Qué escondes Tahí?

— Lo descubrirás en cuanto me saludes, como debe ser —murmuró el rizado, abultando sus labios, en cuanto sintió los labios contrarios sobre los propios, sonrió un poco continuando el beso.

— Ahora si dime que escondes —pidió Temo, al separarse del beso.

— Cuando venía del trabajo, pase por el centro comercial para comprar el cereal que hacía falta, pero también te traje esto —musitó extendiendo el bote de helado.

— ¡Muchas gracias Tahi! —susurró el castaño con una pequeña mueca, pues de alguna manera se sentía culpable por tener un prometido tan bueno y el solo seguía ocultándole las cosas.

— ¿Qué tienes? ¿No te gusta el sabor que traje? —preguntó Ari, algo preocupado.

— No es eso, al contrario te lo agradezco mucho. Pero quiero hablar contigo de un tema muy serio e importante.

— Por supuesto —murmuró el rizado sentándose en la cama junto a su pareja, manteniendo sus manos entrelazadas.

— Perdón por ocultártelo, pero no sabía cómo decírtelo y mucho menos el como lo tomarías —suspiró— Se podría decir que mi familia, bueno en realidad, mi papá es... Ya sabes... D-dueño de a-avon —susurró Temo, cerro los ojos esperando algún grito o alguna reacción, pero no hubo nada, aún temeroso abrió los ojos, encontrándose al rizado mirándolo sorprendido.

— ¿Te refieres al dueño? ¿Dueño? —alcanzó a preguntar Ari, de inmediato el castaño asintió.

Se quedaron en completo silencio unos cuantos minutos, hasta que Temo se desespero y decidió hablar.

— Dime algo, aunque sea para reclamarme —suplicó el castaño.

Ari soltó un suspiro, aún estaba asimilando la confesión de su prometido; a pesar que el estaba consciente que la familia López tenía una buena posición económica, pero no imaginaba que tanto.

— Yo no sé qué decirte —admitió el rizado— Jamás me imagine que tu y tu familia fuera millonaria.

— Perdóname por ocultártelo, pero de verdad me daba mucho miedo.

— Supongo que los problemas que hemos tenido por mi orgullo y el dinero, también ayudaron a aumentar tus miedos ¿no? —dijo Ari

— Quizá si afecto un poco, aunque también me daba miedo el que cambiaras de actitud conmigo, como mucha gente lo hizo —admitió Temo, con una pequeña sonrisa.

— Jamás cambiaría contigo, pero quiero que me aclares una duda, ¿de que era el correo que me llevas ocultando por semanas? —preguntó el rizado, dejando un beso sobre la mano de su prometido.

— Son cartas del banco, dicen que como ya soy mayor de edad, puedo acceder a las remuneraciones de mis acciones en la empresa —contestó Temo.

—¿Y has tomado dinero de tus remuneraciones? —intrigó, de inmediato el castaño negó— ¿Qué piensas hacer con ese dinero?

— Aún no lo decido, pensé en quizá ayudar a la fundación; aunque también quiero guardar una parte, para la boda y nuestra casa ya sabes en un futuro —murmuró Temo sonrojándose un poco.

— Me encanta saber que piensas en nuestra boda y futuro; pero a pesar de que falta mucho tiempo debo aclarar el que yo aportaré la mitad de todo, tal como lo hacemos ahora, no me importa que seas millonario —musitó Ari.

— Como tu digas orgullostoteles —bromeó el castaño, causando la risa de ambos.

— ¿Cuando dejaras de ponerme ese tipo de apodos Cuauhtémoc López? —intrigó el rizado, colocándose encima de su prometido, haciendo que esté quede acostado en la cama.

— Jamás Aristofanes —susurró con las mejillas rojas de la vergüenza.

Ari miró al castaño con la ceja alzada antes de inclinarse para unir sus labios, besándolo con suavidad.

Rápidamente el beso se convirtió en algo más apasionado, cuando Temo acercó más el cuerpo de su prometido, enrollando sus piernas en la cadera contraría.

Se separaron con las respiraciones agitadas, aún así mantuvieron sus frentes juntas mirándose profundamente.

— Señor López, ¿desea ver una película con su guapo prometido, mientras comemos helado? —dijo con tono elegante Ari con una gran sonrisa.

— Por supuesto que si señor Aristoteles —musitó con el mismo tono que su pareja.

Se dieron un pequeño beso antes de separarse, el rizado salió de la habitación en busca de cucharas para poder disfrutar del helado; mientras que Temo buscaba alguna película para ver.

En cuanto regresó al cuarto Ari se acostó junto a su prometido, extendiéndole su cuchara, para que pudiera comenzar a tomar del postre frío.

— No hay nada que ver —susurró el castaño abultado sus labios, haciendo un pequeño berrinche.

— Tahí hay miles si no es que millones de opciones, no puedes decir que no hay nada que ver —comentó el rizado.

— Pues ya lo hice —musitó Temo con una pequeña sonrisa triunfante.

— De acuerdo —soltó un suspiro, últimamente su prometido andaba un poco más infantil, cosa que no le molestaba en lo absoluto, además él también se ponía así en algunas ocasiones — ¿Quieres entonces platicar me como tu familia se volvió millonaria?

Temo asintió, a pago el televisor, colocándose rápidamente sobre las piernas del rizado, el día de hoy se sentía con ganas de ser mimado.

Comenzó con la historia de su familia iniciando con la vida que tuvo su papancho y la manera peculiar en la que se reencontró con su madre. El cómo cambió su vida para siempre y todas las dificultades por las que debieron pasar. Lo difícil que fue la muerte de la madre de las calcomanías y la manera en la que su familia se mantuvo unida, siempre.

Al terminar la historia, Ari pensó que la familia López era increíble y que de laguna manera ansiaba el poder conocerlos un día cercano; quizá después hablaría del tema con su prometido.

De alguna manera ambos sentían demasido sueño, por lo que se dieron un pequeño beso antes de dejarse llevar los brazos de Morfeo, descansando un poco del día ajetreado que habían tenido

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Gracias por leer los amo 💜

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