𝓓í𝓪 4

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Pasatiempo
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Las puertas de la oficina fueron abiertas, un joven de mirada decidida se posicionó frente a él.

-Nos vamos-anunció.

Giorno suspiró y agarró el puente de su nariz, estaba demasiado ocupado y ver al moreno tan risueño le causaba estrés, no le molestaba ver a Mista, en realidad le parecía una buena manera de combatir el mal día, el problema era que tenía demasiado papeleo y le faltaba organizar, pagar, chantajear, tirar, persuadir y otras cosas más que tienen que ver con cosas de jefes de la mafia. Estaba dispuesto a dar una excusa o convencer al moreno de pasar "un buen rato" en la oficina, pero su saco de plumas fue colocado en su espalda y sin darse cuenta ya estaba caminando entre las calles de Roma.

-Guido, ¿a dónde vamos? -preguntó mientras intentaba esquivar a gran parte de los turistas. -¿Mista?

La nariz del rubio se golpeó contra la espalda del mayor, un par de maldiciones se le escaparon por el dolor.

-¿Te duele? -preguntó un preocupado Mista al ver que Giorno no dejaba de acariciar la parte lastimada.

"¡No, idiota, por supuesto que no duele que mi pequeña nariz se haya golpeado con tu espalda llena de músculos!"

-Estoy bien, solo fue un simple roce, no fue para tanto -dijo con voz dulce mientras aspiraba un cuágulo de sangre.

-.... -Guido era idiota, pero gracias a su "gran" capacidad para detectar mentiras decifró la falsedad en el rostro de su amigo (Giorno tenía la nariz roja y palpitante tal cual Rodolfo el reno) -Solo dime la verdad, -acercó sus labios al oído ajeno y con un aliento cálido susurró: -los mentiroso deben ser castigados.

El rostro del menor se tornó rojo y el moreno recibió un golpe por su juego.

-¡Déjate de bromas y dime por qué me has sacado del trabajo, caliente idiota! -el tranquilo Giorno había perdido los estribos, giró su rostro y fingió una expresión molesta mientras sentía como su corazón latía con fuerza, tenía un poco de culpa por haberle gritado a Mista, pero no quitaba el hecho de que se sentía bastante nervioso a su lado.

-Siempre pegas de forma suave- comentó entre risas.

Giorno se tragó sus palabras, sabía a la perfección que el golpe que le dio fue nada más que una simple caricia, mas eso no significaba que no tuviera fuerza, él en realidad era bastante fuerte y mucha gente lo temía por tener apariencia amigable y la fuerza de setenta rinocerontes, pero con Mista siempre ha tenido una contención excelente, una que ni él sabía que tenía.

-Jefe- lo llamó mientras se acercaba a él de forma amigable, -mire al frente-. El mentón del rubio fue elevado y sus orbes verdes se llenaron de un brillo exquisito, no pudo evitar sonreír y sentir un calor en su corazón. Su rostro era una combinación entre sorpresa, felicidad y tranquilidad. Guido sonrió con orgullo y corrió hasta la puerta para fingir ser portero de un hotel 5 estrellas.

-Por favor, my Lord, la tienda el día de hoy está abierta exclusivamente para usted. Haga feliz a este simple esclavo y disfrute de la belleza de las flores de tienda- hizo una reverencia.

Giovanna lo miró con extrañeza y entró a la tienda mientras hacía burla de la pésima actuación de su mayor.

-¡No te burles! -exclamó un quejoso y sonrojado Mista observando al joven rubio que no dejaba de reír.

𝕮𝖔𝖗𝖙𝖔𝖘 𝕲𝖎𝖔𝖒𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora