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╔══════❀・°・❀══════╗
Doméstico
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El día en que Giorno ascendió a  jefe de la mafia Passione muchas cosas empezaron a cambiar. Era un muchacho de 17 años viviendo el sueño húmedo de cualquier joven adulto, tenía un enorme y lujoso hogar con una vista espectacular junto a un  patio que hacía alusión a los maravillosos "Jardines flotantes", seis carros de última generación, infinidad de terrenos por toda Italia, era su propio jefe con fieles subordinados dispuestos a seguirle 24/7 y, como si eso no fuera suficiente, las ganancias se habían triplicado en los últimos meses. Hacía y deshacía lo que quería, podría ser  un Dios si quería, pero eso era demasiado y ya estaba harto.

Soltó un suspiro de molestia y dio un sorbo a su café amargo. Se sentía molesto y extraño, como si algo a inicios de semana lo estuviera fastidiando y, como si no fuera suficiente, este día, específicamente este día, todo le salía mal, empezando desde que se levantó hasta el horrendo peinado que realizó. Su mala racha fue tal que llegó a pensar en que alguien le puso alguna maldición.

Sin percatarse, Giorno era observado por la cocinera quien no se abstuvo a preguntar sobre el bienestar del menor.

Joven Giorno, ¿se encuentra bien?—preguntó, mas el adolescente simplemente asintió en un intento de no perder la paciencia debido las veces en las que había escuchado esa expresión.

El plato de panqueques fue puesto en la mesa y junto con ella un leve gracias salió de su parte.

Dejó el periódico a un lado, (o mejor dicho lo arrugó y lanzó), y empezó a comer como de costumbre, saboreando el delicioso desayuno de la señora Beatrice, sintiendose lleno, mas no satisfecho. Las comidas de la mujer eran exquisitas, nadie podía negar ese hecho, pero para el paladar del joven Giorno faltaba "algo" y ese "algo" no le permitía disfrutar de tan buenos platillos.

Llevó el último pedazo de los panqueques a sus labios, tratando de borrar el extraño sentimiento que crecía en su pecho.

Giorno, ¿hace cuánto se fue ese muchacho?— La mujer hizo una pregunta directa.

Hace una semana— respondió.

¿Y hace cuanto inició tu mal humor?

El rubio sintió nervios, la pregunta había dado justo en el clavo, pero el chico no estaba dispuesto a dar una respuesta sincera.

—No lo sé, hace un mes, tal vez.

La anciana empezó a recalcar lo mal cuidada que estaba la apariencia del muchacho perdiendo todo el interés de Giorno.

Cuando la mujer se percató del desinterés del menor, decidió volver a atacar, pero esta vez por algo más personal.

Deberías decirle a tu novio que vuelvaDijo de forma directa, ocasionado que el joven de orbes verdes escupiera su café al escuchar la palabra "novio".

Mista no es mi novio— Afirmó limpiando los restos de la bebida con una servilleta.

—Oh~, pero si yo ni siquiera lo mencioné a él—. El rostro desconcertado del adolescente la hizo reír, esta vez no pudo ocultar la sonrisa que traía.

El rubio estaba dispuesto a responder, no estaba de humor para juegos extraños y mucho menos insinuaciones que lo afectaban a él. Cuando pensó en una respuesta precisa Fugo entra en escena, salvando a la anciana del posible despido.

𝕮𝖔𝖗𝖙𝖔𝖘 𝕲𝖎𝖔𝖒𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora