¿empacar a dónde?

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Empacar para poder ser, para poder existir, para poder sentirse real y así botar el peso de la apariencia que  consume cada parte de la vida, que no deja ser y tampoco es; ir a donde pueda gritar y el eco vuelva real y solamente yo lo escuche aunque hayan mil oídos alrededor.  ¿Ir a dónde?
A lo desconocido.

Estando en su casa Karla comienza a empacar de prisa múltiples cosas en su maleta roja, me emociona un poco ello, un par de camisas, de pantalones, un gorro, medias, ropa interior, cepillo, mp3, celular, cargadores, dinero -sus ahorros-, un libro de William Ospina que está leyendo hace un par de días, y al parecer ya está lista la maleta. Mientras todo esto pasa yo pienso: ¿Karla que estás haciendo?  porque esta vez tengo la certeza de que esta maleta no es para huir, sino para encontrar algo ¿pero qué?

No la quiero cohibir respecto a su decisión, pero esto me está pareciendo loco y algo apresurado, sin embargo, por esa sonrisa que surgió hace un momento al terminar de correr, estoy más que segura de que por más que yo opine al respecto… de una u otra manera hoy no existo para Karla, entonces me quedo en silencio.

Se cambia de ropa, se pone aquella camisa blanca que tanto le gusta, también se pone  un pantalón negro, busca una chaqueta, la encuentra y la tira en la cama, una vez allí, agarra sus converse negros y se los coloca. Se queda un momento sentada observando -la nada-, no se que quiere decir esa mirada… ¿Será que se arrepintió? -Cuanto odio la zozobra-.  Pero ella se levanta agarra su maleta roja y su chaqueta; y esa mirada que hace justo cuando pasa frente al espejo, esa sí la conozco, es hora de irnos, de partir a lo desconocido

La historia que nunca existió Donde viven las historias. Descúbrelo ahora