Un peludo problema (supercorp)

Epílogo

POV Lena

Un año después.

El olor de tantas flores me mareaba, era sofocante; pero me negaba ir sin flores.

Estaba en una pequeña florería casi a las afueras de la ciudad, ya había venido unas cuantas veces y siempre me atendía la misma señora, la señora Miller, era una mujer de al redor de 65 años que siempre que entraba a su florería me recibía con una enorme sonrisa y me ofrecía un dulce mientras me preparaba mi ramo.

Siempre pedía el mismo ramo, una mezcla de plumerías con girasoles, muchos decían que era una mezcla muy rara, pero la verdad es que no me importaba, era una mezcla que yo sentía que nos representaba a Kara y a mí.

Estaba tan metida en mis pensamientos que apenas note que la señora Miller ya había terminado de hacer mi ramo.

-Aquí tiene Señorita Luthor, las más frescas para usted.

-Gracias- le entregue un billete de 50 dólares- conserve el cambio- dije antes de salir de la florería para dirigirme a mi auto.

Entre al auto y dejé el ramo en el asiento del copiloto, quise darle una ultima mirada antes de empezar a conducir, pero mi mente me traicionó.

ROJO.

Era todo lo que podía ver... el color estaba en su ropa, en el piso, en sus manos y en las mías.

Rojo... rojo...

Todo lo rojo era su sangre.

Cerré los ojos con fuerza y apoyé la cabeza en el volante intentando calmarme.

-Ahora no...- susurre- Vamos... vamos Lena cálmate...

El tiempo me había enseñado algo, tú mente era el tú peor enemigo, de todo lo demás puedes huir, pero no de ti mismo.

En este momento me arrepentía no haberle pedido a Frank que me llevara, pero para mi era como traicionar a Kara, el viejo árbol era nuestro lugar y llevar a alguien más no se sentía correcto.

Con las manos aun temblorosas me aferré al volante y encendí el auto el camino hacia el viejo tronco no era mucho 2 tal vez 3 Kilómetros afuera de Ciudad Nacional. No sabía si en verdad ese lugar tenía un nombre, pero la primera vez que me llevo, lo único que se podía ver era un gran valle con un único árbol en el medio, era increíblemente gigante, pero también increíblemente hermoso. Ese árbol, ese valle tenían algo que podía hacerte sentir en paz, era como si nada pudiera arruinarlo.

Nada excepto mi mente.

Era consciente de la brisa que entraba por la ventana, del ruido de las llantas en el camino, podía ver el camino libre, sabía donde estaba. Mi vista, mis sentidos no me engañaban, pero mi mente sí.

Yo no estaba en mi auto.

Intente correr, podía escuchar el sonido de mis zapatos retumbar en el suelo, pero yo sentía que no me movía, sentía que por más que intentaba alcanzarla y evitar que su cuerpo caiga contra el suelo. No podía y no pude evitarlo.