Un pequeño niño de cabello castaño se encontraba jugando con un carrito de madera. Era abril, hacía calor y el viento soplaba ligeramente.
Jihoon siempre había sido un niño tranquilo. Hacía sus tareas con pulcritud y salía a jugar cuando ya había terminado de limpiar su habitación. No tenía muchos amigos, pero solía llevarse bien con sus compañeros del jardín de niños.
En realidad, al pequeño Jihoon no le llamaban la atención las personas. Ni siquiera cuando las abuelas de su vecindario solían decirle a su madre que sería buena pareja de alguna de sus nietas, era completamente normal que con 6 años no tuviese interés en ellas, era un niño.
Aquella preocupación de sus padres sobre su extraño comportamiento comenzó a disiparse en cuanto su hijo ingresó a primer grado, pues al poco tiempo de entrar a la escuela, ya tenía varios amigos de su clase. Aún así, el pequeño disfrutaba pasar tiempo a solas de vez en cuando para observar a su madre mientras cocinaba y hacerle un par de preguntas.
Siendo tan reservado como era, leer lo que pensaba o sentía era relativamente complicado, pues Jihoon solía tener una actitud serena y calmada para todo. No se exaltaba demasiado, ni se emocionaba en exceso. O eso, hasta que aquel ventoso día de su treceavo abril conoció a ese misterioso chico.
La patineta de Woojin fue lo que inicialmente despertó la curiosidad de Jihoon. Le gustaba lo rápido que iba y si era honesto, le parecían increíbles todos los trucos que aquel muchacho hacía con ella. Tanto, que a veces tenía que posar sus manos sobre su boca para cubrir su asombro. Quería hablarle, pues no se iba a quedar con las ganas de saber cómo había aprendido a hacer skate para él hacer lo mismo.
-Disculpa... tu patineta es genial.-la expresión de Woojin había sido de sorpresa en un inicio, para después pasar a una de ofensa.
-¡Pero yo soy el que la usa! En todo caso yo soy genial y no la patineta.
El más alto hizo un puchero que provocó que Jihoon sonriera.
-Sí, pero sin la patineta no podrías hacerlo. Aún así, me gustaría aprender a usarla pero no sé cómo empezar.
-¡Ya sé! Seré tu maestro, pero háblame con más respeto, si no se escucha raro. Cómo sea, asegúrate de conseguir un buen vehículo, este parque es genial para practicar.
La verdad era que Woojin también era principiante, apenas unas semanas atrás la había recibido como regalo y hacía algunos días que había dominado los trucos más básicos, pero era suficiente para que creyera que podría enseñarle a su nuevo aprendiz siquiera a pararse sobre ella sin caerse.
Pasaron los días y ambos terminaron por hacerse muy amigos. Gastaban sus tardes practicando mientras Woojin fingía saber todo lo que era humanamente posible sobre patinetas y Jihoon lo escuchaba con una atención equivalente a la que ponía cuando su madre le explicaba cómo lograr que los fideos tuvieran una buena consistencia.
El más bajo nunca había sido un niño hiperactivo, prefería jugar sentado o no moverse en exceso, pero eso no sucedía con Woojin. Corrían de un lado a otro sobre la patineta que al azar de las dos que tenían en conjunto hubiesen elegido, y la sonrisa de Jihoon no desaparecía en ningún momento. Por mucho que odiaría ensuciarse, aunque terminase manchado de barro, no le importaba. Seguía sonriendo.
El verano siguiente fue que Woojin comenzó a ir al colegio con él, lo que los hizo más inseparables de lo que ya eran. Habían formado una amistad muy linda e inocente que era impensable verlos separados.
-Es que... es extraño.
-No lo entiendo. Explíquese mejor, me haría un gran favor.
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Sweet as you; Panwink
FanfictionDonde Jihoon es un estudiante amante de la cocina muy serio y Guanlin intenta conquistarlo con comida. O donde Jihoon comienza a comparar todas las cosas bellas de la vida con aquel chico de pelo azabache y bonito nombre. "Esto es tan dulce como tú...