06: Böner

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[20 Septiembre]

No puedo más. No iba a soportarlo más.

«—Yo creo que aguantas un poco más, niña»

Quise contener las lágrimas pero me fue imposible, más cuando otra arcada me obligó a lanzarme sobre el retrete, sosteniéndolo con fuerza aunque no había nada ya que pudiera salir de mi estómago. Me dejé caer de nuevo en el suelo y me abracé con fuerza, un latigazo de dolor en todo mi cuerpo solo empeoró todo el dolor que sentía.

Solo quería algo que detuviera todo, solo quería un descanso.

Otro escalofrío me recorrió el cuerpo, quería meterme de nuevo en la cama, sentía demasiado frío pero sabía que nada más al levantarme el mareo y las náuseas volverían a mí. Apreté con fuerza los dientes pero eso no detuvo el llanto, no detuvo el dolor, no lo detuvo a él.

«—No, niña, no llores. Así jugar no es tan divertido»

Me abracé con más fuerza ante eso. No dejaba de escuchar esa voz en el fondo de mi cabeza, esa voz que quería olvidar pero que no me daba descanso ni un solo segundo. Estaba tan cansada de llorar, de suplicar una ayuda que sabía que nunca llegaría.

No pude contener un sollozo ante el dolor mientras cerraba los ojos con fuerza, aunque eso fue mucho peor porque al quedar envuelta en la oscuridad solo podía ver ese rostro lleno de putrefacción y dolor. Es rostro que no me abandonaría por el resto de mis días.

¿Cuánto más tiempo pasaría antes de que me encontraran?, ¿Qué otra cosa me obligaría a hacer mientras me rescataban?, ¿Cuánto de mi quedaría entonces?

Dios, por favor, dame la fuerza para aguantar

—¿Señorita Adams?

Miré la puerta de golpe, asustada de la persona que pudiera estar acompañando al hombre de cabello rojizo. ¿Y si era la enfermera?, ¿Y si volvía para drogarme de nuevo?

Me abracé con más fuerza, sintiendo mis rodillas clavarse en mi piel pero ni siquiera eso parecía superar el dolor de los temblores que me recorrían, de la resequedad en mi boca y del dolor en mi cabeza que solo se presentaba a cada segundo más.

«—Niña, tienes justo lo que te mereces»

Tuve el impulso de cubrirme los oídos para no escucharlo, para callar su voz pero sabía que eso no serviría de nada porque siempre retumbarían sus palabras dentro de mi cabeza. Atormentándome.

¿Qué fue lo que hice que merezca este castigo, Dios?, ¿Acaso no me esforcé lo suficiente en ser buena persona?, ¿No di lo suficiente a mi familia?

Mis ojos se abrieron de golpe al escuchar la puerta del baño. Me giré asustada para ver quien entraba para llevarme de vuelta a él, para arrastrarme a otra prueba o incluso para drogarme para hacer lo que él quisiera. Me alivie un poco al darme cuenta que se trataba del hombre de cabello rojizo.

Él... al menos había intentado lastimarme. Hasta ahora.

—¿Se encuentra bien?

No, no lo estaba. Y todo por él. Todo era su culpa.

«—Tu sabes que no. Es tuya»

El pecho se me apretó y otro escalofrío me recorrió el cuerpo, el hombre de cabello rojizo se volvió borroso cuando las lágrimas volvieron a llenar mis ojos. A lo mejor si lo merecía, después de todo Dios se encargaba de darle a las personas lo que merecían y si hasta este punto no habían llegado a mí, debía de ser por algo.

JAQUE: El Perverso Juego del Rey [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora