🗡 GLAVA VIII 🗡

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No sé porque el camino de vuelta siempre era más largo para mí que el camino de ida. Estaba agotadisima. Pero necesitaba hablar con Papá. Después de ir al cementerio hace una horas atrás le pedí a Sapfirovyye glaza que me trajera con Papá, necesito aclarar lo de mi bisabuelo. Seth estacionó su carro afuera de la cabaña de Papá y los tres bajamos e inmediatamente noté que las luces de abajo estaban encendidas, así que Papá ya debía estar en casa. Saqué mis llaves y entré, pero me quedé en la puerta al ver a Anette dormida sobre el sofá más grande.

Davian entró sin más y se lanzó sobre el otro sofá—. Qué flojera —susurró dormitado.

Entré y me acerqué a Anette con claras intenciones de despertarla, pero escuché unos pasos por la escalera y noté por el rabillo del ojo la imponente figura de mi padre para después escuchar un frío:

—Déjala.

Me giré hacia él, viéndolo bajar por las escaleras con una manta entre sus manos. Papá se acercó y tapó a Anette con la manta, dejándola dormir de forma serena.

—Tuvo una crisis psicótica hoy. Está sedada —se limitó a decir.

Seth entró a la cabaña y lo miró preocupado—. Está pasando muy seguido. Hay que hacerle un nuevo tratamiento.

Papá asintió y me miró al sentir mi mirada sobre él—. ¿Ocurre algo, malen'kiy?

—Vladimir fue asesinado —dije fría.

—Oh —dijo Papá con desdén—. Ya te enteraste del asesinato. Claro, ya lo sabías, pero no sabías cómo había muerto. Ese día me sorprendió que no me hayas preguntado nada.

—¿Sabes quién fue?

—Yo.

Tensé la mandíbula—. ¿Por qué? ¿Qué te hizo?

—Me ocultó tus cartas —respondió en calma.

Lo miré enojada—. ¡¿Qué maldita respuesta es esa?! ¡¿Cómo pudiste asesinar a praded?!

Papá enfureció. Nunca le ha gustado que le levante la voz. Y esta era una de las pocas veces en que lo había hecho. Él me tomó de los brazos y me estampó contra la pared, mirándome fijamente. Seth se puso en alerta y Davian también, incluso Anette se despertó y miró la escena asustada.

—¿Cómo pude hacerlo? —preguntó entre dientes—. Ese viejo de mierda escondió todas las mierdas que hacía Yaroslav durante años de mí. Lo ayudó a esconderte durante esos días en los que me ausenté y también lo ayudó a que nadie supiera quién eras para que Yaroslav pudiera meterte en Atwood como una desconocida más.

No. Praded no pudo hacerme eso. Tenía un bonito recuerdo de él. Él me enseñó a tocar el piano, a bordar y a apreciar el arte. Jamás me dañó.

—¿Piensas que él te quería? —preguntó Papá con burla—. Vladimir no quería a nadie, Lilith. Era un jodido Psicópata.

—Al igual que tú —dije tragando el nudo de mi garganta—. Leí tu diagnóstico. Leí tu ficha clínica. Heredaste la misma psicopatía de Vladimir. No lo niegues.

Papá sonrió ladino—. ¿Cómo podría? —preguntó al soltarme para mirarme—. Jamás podría negar lo que soy. Pero mi pregunta es, ¿Qué eres tú?

LA FLOR DE LA MUERTE © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora