5. (Thiago)

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Acacia tardó casi media hora en enviar su carta. Me sorprende que se haya demorado tan poco, había una fila larga para entrar. Creí que estaría más o menos dos horas esperando.

No debe estar muy contenta con haber esperado, o eso demuestra el cansancio que se apodera de su semblante. La chica abre la puerta del automóvil y se ubica en el asiento que está detrás de mí.

—¿Te dejo en tu casa?

—Sí. —Asiente.

La miro por el espejo retrovisor y giro la llave del vehículo para comenzar a manejar.

Las calles están casi vacías, es placentero movilizarse sin bocinas sonando o sin transportes que creen ser competidores de alguna carrera ilegal.

Cuando mi vecina abandonó el automóvil para dejar su carta, se siguió sintiendo su olor a lavanda. Sentirlo me relaja, aunque es intenso. Aquel aroma se hizo más presente cuando ella volvió al vehículo.

Me volteo y la miro de reojo.

—Me gusta tu perfume.

—No me he rociado ningún perfume. —Levanta una ceja.

—Dejaste todo el vehículo con aroma a lavanda, y te lo agradezco. —Río—, el olor a automóvil viejo no es el mejor.

—Tengo un perfume de lavanda, pero lo usé en la mañana. —Se encoge de hombros.

—Es probable que te hayas echado mucho, mas no me preocupa. Huele bien. —Sonrío.

—Gracias. —Sonríe también. Inhala profundamente y abre la ventana.

La joven asoma parte de su cabeza. La brisa desordena sus cabellos rubios y ella goza de eso. Sus ojos se mueven de un lado a otro, observan algunas de las construcciones del centro de la ciudad. Avanzo sin prisa alguna, es genial entablar una conversación con un cliente o ver que disfruta con el paisaje urbano. Luego de volver a su posición original, cierra la ventana e inhala otra vez.

—Sí —dice en forma de suspiro—, todo el automóvil huele a lavanda. Aunque... no es para nada desagradable.

—Concuerdo contigo. —Esbozo una sonrisa a la vez que me detengo en un semáforo.

Miro por el espejo retrovisor y veo que ella también me observa. Aún sonriente, levanto mis cejas dos veces. Es algo que hago con mis amigos cada vez que los descubro espiándome por aquel espejito, empero no me molesta. Logro hacerla sonreír. Luego imita el gesto, haciéndome reír a mí también. Sigue pareciéndome tierna.

No soy adicto a las fiestas, pero tampoco rechazo la oportunidad de ir a una cada vez que puedo

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No soy adicto a las fiestas, pero tampoco rechazo la oportunidad de ir a una cada vez que puedo.

La fiesta que Marlene realiza es en un parque que queda a menos de cinco minutos de mi casa, está en lo más alto del sector. Asistir me permitiría conocer al resto de habitantes de Las flores. Me intrigaba saber si eran tan buenas personas como mi amiga. No pensaba ausentarme, así que no lo hice.

¿Cambiarías nuestro futuro? (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora