Eran las 10 de la mañana. Nid se despertó deslumbrada por la luz que entraba por la ventana; no había querido bajar la persiana la noche anterior para no despertar a Álex. Miró la cama de al lado, todavía con los ojos medio cerrados. Estaba vacía, Álex habría bajado a desayunar ya, o estaría en el baño, tampoco le preocupaba demasiado. En el suelo vio toda la ropa que se había quitado la noche anterior, y que no tenía intención de recoger en ese momento, y en la mesilla de noche un papel con un nombre y un número de teléfono. Abrió los ojos del todo y recordó que la noche anterior había sido su primera y última noche como camarera, así que decidió escribir al chico que la había ofrecido trabajo, aunque éste probablemente ni siquiera se acordaba de que lo había hecho.
Nid: Hola! Soy Nid, la chica de anoche, espero que te acuerdes de mí. Ayer me diste tu teléfono para ayudarme a conseguir un trabajo. Y, bueno, ya que ayer hicisteis que me despidieran, me gustaría que la ayuda fuera lo más pronto posible. Necesito trabajo cuanto antes.
Al levantarse de la cama se topó con un espejo que Álex había colgado en el armario cuando llegó. Al verse reflejada, el único pensamiento que se cruzó por su mente fue 'joder, vaya pintas'. La noche anterior se había olvidado de quitarse el maquillaje que su compañera de cuarto le había esparcido por toda la cara y ahora parecía un mapache. Se dio cuenta también de cuánto apestaba y decidió que lo mejor para todas sería irse a duchar antes de bajar al comedor a desayunar.
Bajó al comedor esperando encontrarse allí con Álex y contarle el fracaso de su primer trabajo, aunque a decir verdad no era un tema muy alegre para comentar. Para su sorpresa no había ni rastro de su compañera en la sala, así que cogió el desayuno y se sentó sola en una mesa, donde comió en silencio mientras miraba al resto de jóvenes de la sala y se preguntaba cómo habían llegado allí. Algunas eran caras que ya conocía y que llevaban el mismo tiempo que ella en la residencia, algunos incluso más. Otras eran caras nuevas con las que, obviamente, Nid nunca había hablado. Nunca le había gustado mucho relacionarse con nadie, a pesar de que compartiesen tiempo y espacios durante las comidas, ella siempre los pasaba en silencio; y los ratos libres casi nunca pisaba el salón común, se quedaba encerrada en su habitación o salía a la calle a pasear o quedar con alguna compañera del instituto, aunque lo segundo era menos frecuente.
Era domingo, así que la mañana no tenía pinta de ser divertida ni apasionante, más bien todo lo contrario, Nid tenía que hacer todos los deberes que no había hecho el día anterior y empezar a estudiar para los exámenes si de verdad quería tener una buena media en bachiller. Cogió sus apuntes y se dirigió a la sala donde estudiaba, y donde casi nunca había nadie. Solía ser la única a la que le interesaba estudiar. Ese día nada había cambiado, la sala seguía tan vacía como siempre.
Las horas pasaron mientras Nid estudiaba, se ensimismó tanto en sus apuntes y sus deberes que se le olvidó todo lo que había ocurrido aquella semana. Una mano le tocó el hombro, ella, sobresaltada y de mala gana, se quitó los cascos y se giró pensando que sería Álex que por fin había vuelto de donde fuese que se había estado escondiendo. Decepcionantemente era una educadora que se había acercado a decirle que ya era la hora de la comida.
Después de comer rápido, porque no le apetecía pasar más tiempo del necesario en ese comedor rodeada de sus compañeras y educadoras, subió a su cuarto y se tumbó en la cama a leer. Cuando estaba acabando el capítulo su móvil vibró.
David: He estado muy liado esta mañana y no pude contestarte, perdona. Intentaré ayudarte en todo lo que pueda. Mañana salgo de clase a las cuatro, ¿quedamos después para tomar algo por el centro y me cuentas en qué podrías currar?
Le daba un poco de miedo y le parecía raro quedar con alguien que sólo conocía de la noche anterior y que además no le había dado la mejor de las impresiones al ir bastante borracho y conseguir que la despidieran. Sin embargo, era su única opción si no quería seguir pasando las tardes recorriendo las calles del barrio y echando currículums a sitios donde probablemente nunca la llamarían.
Nid: No te preocupes, yo también he estado ocupada. Mañana es perfecto, dónde estudias? Te viene bien en Moncloa a eso de las cinco?
Al poco su móvil volvió a vibrar.
David: Sin problema, nos vemos en el mirador, que conozco una cafetería cerca que está muy bien y te invito a un café mientras barajamos las posibilidades. Hasta mañana!
Nid: Perfecto! Hasta mañana.
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Dos en Uno
Teen FictionLos orfanatos y las casas de ricos pueden tener dos cosas en común. La primera, que te sientes atrapado, y la segunda, que estás igual de solo. Aunque ellos vengan de mundos diferentes, son más parecidos de lo que la gente, y ellos mismos, piensan.