Capítulo 13

2 0 0
                                    

Nid vio como el grupo de chavales salía del bar, mientras ella explotaba de rabia por dentro. Tenía en la cabeza mil respuestas que les daría para comenzar una discusión, pero tenía que contenerse porque estaba en el trabajo. Simplemente eran una panda de gilipollas de un barrio rico que querían gastarse el dinero que les sobraba en una noche de fiesta.

Mientras seguía dándole vueltas a lo que habría hecho con ese trío asqueroso, se dirigió a la barra a seguir limpiando y colocar las sillas para empezar a cerrar. El pub se había quedado completamente vacío, solo estaban ella y su jefe en su despacho haciendo las cuentas de la noche. La verdad es que no le había gustado nada la experiencia de trabajar allí esa noche, se sentía demasiado estresada cuando algo no le salía bien, y poner copas y cócteles era algo más difícil de lo que pensaba.

Al rato, su jefe salió del despacho, con cara de pocos amigos.

- ­Niña, eres mi ruina. Tardas tanto en poner las copas que hemos ganado la mitad de lo que sería un día de fin de semana normal. Lo siento, pero no has pasado la prueba, así que largo de mi vista y no vuelvas por aquí. - le dijo, mientras Nid ponía cara de avergonzada.

- Ha sido por los comentarios de esos tres, ¿verdad? Eran unos tíos capullos que no tienen otra cosa mejor que hacer que joder a los demás. Puedo aprender, soy eficiente, dame otra oportunidad.

- No, niña, no, es que eres una inútil. Cállate y vete a dormir, que ya va siendo hora para ti.

Nid, muy cabreada, cogió su mochila y su abrigo de detrás de la barra, y salió del pub sin mirar atrás. Estaba furiosa, mucho, necesitaba el dinero más que nada en la vida, y quería encontrar un culpable que no fuera ella para su despido.

Sin quererlo, se encontró con los tres tíos en un bar de enfrente comiéndose unos bocadillos, y sin pensárselo dos veces se dirigió hacia ellos.

- Me han despedido, trío calavera, ¿estáis contentos? Ya no tendréis que aguantar esperar más a la incompetente camarera. Venga, disfrutad de vuestro dinero, que otros no tenemos esa grandiosa suerte. - hizo una reverencia hacia los chicos, y se fue en dirección a la residencia.

Era una noche fresca, pero a la vez agradable. El cielo estaba despejado, sin una sola nube, y las estrellas y la luna se veían con poca dificultad. Nid cogió su móvil y sus cascos, buscando consuelo en la música. Se sentía impotente, sentía que no servía para nada y que al cumplir los 18 años y salir de la residencia tendría que quedarse debajo de un puente sin ningún sitio al que ir. Le dio al play, subió el volumen al máximo y se quedó inmersa en la música y en sus pensamientos, bastante destructivos.

Después de estar unos diez minutos andando, sintió como una mano le rozaba el hombro, y no pudo evitar dar un salto del susto y darse la vuelta para golpear a quien le había tocado. Para su sorpresa, los tres chicos estaban ahí.

- ¿Qué coño hacéis aquí? ¿me estáis siguiendo? ¿pretendéis violarme o algo? - Nid sonaba con tono sarcástico, pero en realidad le daba bastante miedo que la hubieran estado siguiendo todo el rato, y le preocupaba no tener nada con lo que defenderse. También, aunque pareciese absurdo, pensaba en qué hubiera pasado si hubieran llegado hasta la residencia, le habría dado muchísima vergüenza que se enterasen de que vivía allí.

- Queríamos disculparnos contigo, sentimos como te hemos tratado esta noche. Y, de verdad, si ha sido culpa nuestra que te hayan despedido, iremos a hablar con el hombre para que vuelva a contratarte. Llevamos siguiéndote un rato, pero no nos has oído llamarte. - el chico tenía de verdad cara de arrepentido, y Nid, no sabía muy bien por qué, se fiaba de él.

- Vale, sí, tranquilos. Acepto vuestras disculpas, ya podéis iros a casa en paz. - Nid tenía la intención de continuar con su camino, pero uno de los chicos le cortó el paso.

- Mira, toma, te voy a apuntar mi número. Si aceptas cualquier tipo de trabajo, yo puedo ofrecerte algo. Sería de niñera o limpiadora, poca cosa, pero tampoco puedo hacer más. - el chico le cogió a Nid la mano y le puso un trocito de papel.

Por un instante, la mirada de Nid se cruzó con la de él. Tenía que admitir que le parecía muy atractivo. No sabía muy bien por qué, era bastante normalito, pero le gustaba cómo miraba. De repente, el chico se le acercó y le dio un beso en la mejilla, y notó como las mejillas se le empezaban a sonrojar, era la primera vez en años que le daban un beso tan tierno. Los otros dos empezaron a llamarle y se fueron en dirección contraria a la de ella.

Nid se quedó un rato mirando hacia donde se habían ido, tocándose la mejilla en la que el chico le había besado. Había sido una situación muy rara, ¿le había gustado al chico? ¿por qué le había dado un beso? Cuando salió de su ensimismamiento, siguió caminando en dirección a la residencia. Ya no necesitaba la música, la verdad es que las disculpas le habían sentado muy bien, ¿o había sido ese chico el que le había hecho sentir bien? Estaba muy confundida respecto a sus sentimientos. Mientras pensaba en todo lo que le había pasado esa noche, sin darse cuenta, llegó a la residencia. Volvió a colarse por la ventana, subiendo por la tubería de la fachada.

Cuando entró en su habitación, estaba la luz encendida, pero Álex estaba profundamente dormida. Intentó no hacer mucho ruido, y dejó el papel que le habían dado encima de su mesilla de noche. Se quitó esa ropa tan incómoda, que posiblemente no volvería a ponerse, y cogió la camiseta que había usado la noche anterior de pijama y que estaba tirada en el suelo al lado de la cama, para dormir con ella de nuevo.

Cuando ya estaba metida en la cama, miró a la mesilla y cogió el papel arrugado. Lo desdobló poco a poco, y se quedó mirando lo que había escrito: 'DAVID'.

Dos en UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora