Capítulo 3

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Primer día de clase, segundo de bachillerato, selectividad... Ya se agobiaba solo al cruzar las puertas del instituto. Nid iba a graduarse en menos de nueve meses y no podía desperdiciar sus impecables notas del curso pasado, así que tenía que centrarse y olvidar todo lo demás. Por mucho que el mundo le diese igual, los estudios eran algo que siempre destacaba en ella. Sabía exactamente lo que quería: sacar la nota más alta para conseguir entrar a una buena universidad y alejarse lo máximo posible de todo lo relacionado con su vida presente.

Algo que no tenía en sus planes era a su compañera de habitación: casualmente estaban en la misma clase y sabía que no iba a ser fácil deshacerse de ella. Aunque un poco de pena si le daba, al fin y al cabo se había pasado la última semana siendo amable y gentil con ella y Nid lo único que hacía era poner tono borde e ignorar las preguntas de Álex.

- Y dime ¿tienes muchos amigos? ¿me los presentarás? Soy una persona muy sociable, seguro que me integro en seguida con vosotros- dijo Álex con una sonrisa de oreja a oreja.

Era una persona con un nivel de hiperactividad que a veces podía irritar.

- No soy una persona de muchos amigos, prefiero estar sola la mayor parte del tiempo - 'cosa que contigo no puedo hacer' pensó Nid, pero decidió que iba a ser algo demasiado grosero y se lo quedó para ella.

A primera hora tocaba Literatura Universal, una asignatura que Nid estaba impaciente por dar. Adoraba leer, era algo que la mantenía alejada del mundo real y la transportaba a un mundo totalmente abstracto e imaginado. Le encantaba desde el Perdona Si Te Llamo Amor de Federico Moccia hasta Guerra Y Paz de Tolstoi pasando por novela policíaca, de fantasía y aventuras.

Al entrar en clase todos se quedaron mirando a Álex, algo normal cuando aparece alguien nuevo en un instituto, pero las miradas de los compañeros no eran precisamente de bienvenida.

- Nidita, cada día te superas más con tus amigas, corazón. De dónde has sacado a esta, ¿del circo? - dijo una de las chicas sentadas en primera fila. Se llamaba Leah, y era la rubia de bote más insoportable del universo.

Era verdad que Alex no era una chica que pasaba desapercibida, con su ropa chillona y extravagante que hacía resaltar su pelo rubio que casi le llegaba hasta la cintura, y en cambio su cara llena de pecas y sus ojos azules eran de niña inocente y perdida. Una mezcla un tanto rara, pero que, a decir verdad, a ella le quedaba extrañamente bien.

Justo cuando Nid iba a contestar a la bordería de su compañera, la profesora apareció por la puerta de la clase y comenzó la presentación típica del primer día.

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A las tres de la tarde, Nid y Álex llegaron al orfanato muertas de hambre. Corrieron hacia el comedor y arrasaron con todo lo que les pusieron en el plato y, aunque tampoco era demasiada cantidad de comida, ellas se quedaron bastante llenas.

Una hora después las dos estaban en su habitación tiradas en la cama con Bring Me The Horizon de fondo. Álex estaba leyendo uno de los libros de la lista de lecturas de Literatura Universal, mientras que Nid simplemente miraba al techo pensativa.

Al rato se levantó decidida de la cama, bajó a la sala donde tenían los ordenadores, situada en la planta baja del edificio. Se sentó en una de las pequeñas mesas donde estaban los tres ordenadores de todo el orfanato, a los que tenían las horas de acceso limitadas, encendió el monitor y empezó a buscar algún tipo de trabajo. Era una idea que le llevaba rondando por la cabeza desde que cumplió los diecisiete años. Sabía que al cumplir los dieciocho se iría de allí, y tenía que empezar a buscarse la manera de seguir adelante sin ayuda. En tres meses necesitaba tener una casa, y un trabajo con que poder pagarla. Buscaba algo sencillo, que pudiera hacer alguien sin muchos estudios y con poca, por no decir ninguna, experiencia. Tampoco tenía muchas expectativas, porque un trabajo cómodo y asequible no le iba a salir. Se esperaba algo más como de limpiadora, camarera o cajera en un supermercado. Algo que fuera fácil, pero que le diera dinero para poder comer. Encima las cosas estaban difíciles con el tema de la crisis y todo eso, pero si se le metía algo entre ceja y ceja lo conseguiría.

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