Capítulo nueve: Siamo tutti un po 'soli.

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En cuatro meses habían pasado muchas cosas. Cumplía dieciséis meses sin su hijo y cada día parecía más oscuro que el anterior. Evitaba hacer las cosas que antes le gustaban, al principio porque no tenía cabeza para eso y ahora porque el dolor era demasiado grande.

Ya no escuchaba sus discos favoritos si no estaba la voz de su bebé cantándolos, ya no iba a la tienda de siempre si su nene no iba a estar metiendo los dulces que quería en el carrito sin siquiera preguntarle. Su rutina de cuidado de la piel había sido completamente olvidada su si SuJin no estaba ahí para imitarlo en todo.

Por eso hizo una nueva rutina, todos los padres lo hicieron. Hasta su ChanYeol buscaba más cosas que hacer en el día y de algún modo lograban compartir la tarde. Solía acompañar a LuHan a hacer las compras con sus pequeños y en esos momentos solían conversar de todo y nada.

—JongIn está realmente mal. –comentó LuHan mientras metía algunas cosas en el carro, él sostenía al más pequeño mientras ambos miraban que los más grandes no se perdiera de vista.

—¿Por qué lo dices? –preguntó mientras lo seguía.

—Es obvio, a penas come, está en los huesos y literalmente los días en que no se reúne con nosotros no hace nada, le he llevado un poco de comida, pero temo que no se la come. –explicó LuHan metiendo las cosas más económicas en su carrito.

El tema le quedó dando vueltas mientras caminaban de regreso a casa. LuHan llevaba a su bebé en su cochecito y el resto caminaba a su lado. En un punto la ansiedad le dio la imperiosa necesidad de fumar un poco, por eso sacó un cigarrillo y lo encendió. No había probado ninguna comida en el día y tenía una horrible fatiga, pero solo el cigarrillo le quitaba ese vacío.

—¿Podrías apagar eso? Es que no quiero que los niños aspiren humo de tercera mano. –LuHan tan directo como siempre, de forma inmediata lo apagó en la suela de su zapato.

—Lo siento, no lo pensé demasiado. –contestó.

—Estás igual que JongIn, cuando lleguemos a casa te haré una sopa que te hará sentir mejor. –asintió sin decir mucho, LuHan entendía perfectamente bien lo que le pasaba así que no ganaba diciéndole que no comía por la tristeza porque su amigo lo obligaría a comer de todas formas.

ChanYeol llegó poco después, estaba cansado, pero no tuvo problemas en venir, ambos evitaban al máximo estar solos en casa. No se lo había comentado a nadie, pero ChanYeol le confesó que había vuelto a tener esas ideas donde acababa con su vida, por eso estaban tratando de cambiar.

Conversaron un rato, los temas a veces eran tan triviales, otros discutían la existencia de Dios porque era imposible que un supuesto ser que los amaba tanto los hiciera sufrir de esa manera, dependía del día.

—No quieren buscar. –musitó cuando LuHan acostó a todos los niños, estaban bebiendo algo mientras se quejaban de la vida. —No realmente, dicen que lo hacen, pero no mueven ni un dedo, siempre tienen excusas, que no saben dónde, que no hay pistas, que no hay suficientes policías, siempre es lo mismo, una palmadita en la espalda y vuelva otro día. –Estaba exasperado, ChanYeol acariciaba su espalda, pero la frustración era tremenda.

—Fue la misma pared con la que choqué seis años atrás, pero en mi caso uno de los oficiales me dijo que si accedía a ir con el a una reunión a solas en una de las salas interiores quizás podía hacer algo, estaba muy mal en ese momento y hasta pensé en aceptar, pero vi a mi pequeño Ming y no pude, creo que fue ahí donde me dije que era solo un hombre incapaz de hacer algo. –explicó LuHan bebiendo de su vaso de golpe.

—Aprovechan que saben que haríamos lo que fuera por nuestros hijos y lo peor es que hay muchos dispuestos a hacer lo que sea. –musitó ChanYeol para luego levantarse en dirección al baño, cuando su esposo no estuvo cerca se sintió capaz de confesarle a LuHan lo que no le había contado a nadie.

Non Ti Lascerò |ChanBaek|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora