Poseído.

491 53 0
                                    

/Poseído/

  Hacía frío cuando despertó. Yu Li aparto las mantas húmedas de su cuerpo con pesadez. Después de una larga noche de tormentos sintió que salía de aquel sueño de una vez por todas.

Soñó con con grandes edificios de cristal y como grandes cajas de metal cruzaban el cielo cubierto de humo. Luego una voz aterciopelada lo hizo salir del mundo caótico. Una fantasía ridícula, pero que se sentía tan real que era capas de acariciar su piel. Era la primera vez que le sucedía desde que era un niño.

La luz se filtraba por todas partes, los cientos de pequeños agujeros en las paredes del techo de la tienda provocaban que el interior fuera tan claro como le día. Un completo desastre que no tenía muchas cosas en realidad.

Le era imposible ignorar la presencia que rebuscaba en una esquina. Hurgando entre las cenizas blancas de un pozo de fuego que se encontraba en el centro.

Como un animal salvaje, el otro se volteó de inmediato al notar su presencia. Había un joven delgado, casi no respiraba. Estaba vestido con lo que le parecían harapos y su mirada dejaba de posarse en el rostro de Yu Li. Era alguien desconocido en muchas formas, con rasgos faciales que no pertenecían a ninguno de los pueblos bárbaros o a los Han. Un habitante de tierras inexploradas.

—¿Estas vivo?—el chico pronunció las palabras con una calma ajena a su apariencia desaliñada y la situación. Sacudió sus vestiduras con cuidado y se acercó unos pasos, el lugar no era muy grande, estaba muy cerca.—Responde por favor, no me gustan los fantasmas.

Aquella pregunta era absurda, pero fue formulada para responderse. Había una pizca de miedo en el rostro juvenil. Yu Li apretó la mandíbula y asintió con cuidado mientras se incorporaba sobre el nido de pieles.

No era una amenaza para él, pero tampoco estaba cerca de ser la presencia benevolente que le hizo beber agua. Sentía que podía derribarlo de un golpe.

—Ya veo.—un poco de la cautela en los ojos del chico se diluyó con la respuesta, suspiro—No tomaré nada.., pensé que no pasaste la noche.—Tal vez fue una disculpa. Aunque en aquel lugar, no había una sola cosa que mereciera la pena.

Incluso si se encontrará en algún lugar remoto, la presencia clara de su legua materna le daba una pequeña esperanza. Quizá podría volver a casa.

Sólo ahora estaba en condiciones de comunicarse. Incluso en aquellos largos sueños permaneció atrapado en la incógnita de su paradero. Se sentía con el pecho más ligero, listo para derramar algunas palabras sin problemas.

—Consigue un mensajero dispuesto a llegar hasta la capital, no importa el tiempo que tarde. La recompensa que puede darte la familia Yu no será pequeña.—Su voz, acostumbrada a dar órdenes y ronca por convalecer cada noche fue algo que el muchacho no esperó. Abrió mucho los ojos por un segundo, como si se plantease que hacer frente a un imprevisto que solo aparecía una vez en la vida de cada hombre.

Comenzó a reír. Una tras otras, palabras de burla cayeron junto a su risa.

—No digas tonterías, ese lugar no existe— después de un par de segundos tuvo que secar las lágrimas que se habían escapado por las comisuras de los ojos.

Incluso si una vez pensó que era paciente, las venas en el dorso de su mano estallaron. Con una fuerza que no sabía que tenía en ese momento se puso en pie frente al chico. Era por lo menos la media cabeza más alto. Un adulto jamás podría comprarse con un adolescente a medio crecer.

Ley de Bestias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora