capítulo dos

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Suguru desconocía el significado de la esperanza.

La voz externa a su cabeza, esta perteneciente al médico del que era paciente, simplemente no le interesaba en lo absoluto. Sus pensamientos eran ocupados por otro tipo de ideas, tratando de aliviar su malestar y aburrimiento por esa situación tan rutinaria.

Sin embargo, una sensación lo hizo regresar por un par de momentos. Sus ojos, oscuros y de apariencia agotada se desviaron hasta llegar a su propio brazo, este recargado en el descansabrazos de la silla y que además, se encontraba siendo sujetado.

La delgada y pálida mano de su madre sostenía su muñeca con cierta fuerza en un intento por transmitirle consuelo a su hijo y a si misma, pues a diferencia de ese joven, ella aún mantenía la esperanza de que su enfermedad podría ser tratada y que este pudiera salir adelante, por tanto, escuchar por parte de Yaga que el tratamiento de Suguru no parecía estar resultando, simplemente la destruyó.

El agarre en su brazo se intensificó, observaba como la misma extremidad de antes comenzaba a temblar. Un pesado suspiro se expulsó de sus labios tras aferrar la mirada al rostro de esa mujer, quien mantenía la cabeza baja y, después de unos momentos y unas cuantas palabras más por parte del médico, dió por finalizada la reunión.

Fue más rápido de lo que pensé... ; Habló en sus pensamientos sumamente aliviado.

Una extraña mezcla de calma y agotamiento se asomaba en su lento andar, siendo solamente percibido por Yaga, quien, al observar la puerta cerrarse luego de que ambas personas se marcharan, se cruzó de brazos y rápidamente obtuvo su respuesta.

—Realmente a él no le importa...—Murmuró, recargando su cuerpo en el respaldo de su silla.—Que extraño.

Mientras tanto, Suguru y su madre se encontraron en la salida de la oficina con el padre del joven, quien había estado esperando fuera mientras ellos dos hablaban con Yaga. Intentó recibirlos nuevamente con una sonrisa, pero la expresión deteriorada de su esposa y la fría neutralidad que abundaba en el aura de su hijo bastó para helar su cuerpo.

De pronto, la mujer se giró hacia el chico, extendiendo sus manos y acunando su rostro entre ellas. Guió su rostro para inclinarlo levemente y que este pudiera verla a los ojos.

—S-Suguru...—Lo llamó, un delgado hilo de su voz logró salir de sus labios, quebrándose ligeramente.

El recién nombrado la observó, notando una ligera capa cristalina empezar a formarse en aquellas orbes oscuras y como mordía su labio inferior en un intento por calmar sus desesperadas ganas de llorar por el estado del ser que más amaba en el mundo.

—Vas a estar bien... v-vas a salir adelante. Recuérdalo por f-favor...—Continuó hablando, cada vez más rota.

¿Quieres engañarme? ¿O es que quieres engañarte a ti misma, madre...?; Suguru respiró hondo, delicadamente deslizó sus manos hacia las de su madre, manteniéndolas unos cuantos segundos hasta finalmente apartarlas de su rostro.

—Estoy cansado... iré a mi habitación.

La mujer observó a su hijo desprenderse de su agarre y alejarse de ella sin siquiera voltearla a ver, sus ojos levemente nublados por las lágrimas que trataba de contener observaron la silueta del menor distanciarse cada vez más. Sus manos se habían quedado alzadas unos instantes, como si de alguna forma eso impidiera que él se marchara.

EMPTY PARADISE ━━ satosugu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora