FBI La Sede
— Para que yo me entere... ¡¿En el sótano están experimentando con personas?! —preguntó exaltado el rubio tras contarle con lujo de detalles mi gran hazaña de aquella noche.
Instantes después de llegar a mi habitación desperté a Anthony con cuidado y lo arrastré hacia uno de los cubículos del baño de chicas, en el cual nos encontrábamos en ese preciso imstante.
— Efectivamente mi querido amigo, lo has captado a la perfección. —le respondí burlona.
— Y eso no es todo, si no que has estado con un rarito que te acosa y del cual NUNCA me has hablado. —añadió haciendo bastante énfasis en la palabra "nunca", claramente dolido.
— No le di importancia —me limité a responder encogiéndome de hombros.
— ¡¿No le diste importancia al que podría ser un psicópata en potencia?! —preguntó a punto de entrar en un brote psicótico, su cara era un cuadro: con los ojos abiertos como platos y las cejas casi tocando el techo.
– Primero: baja la voz o nos acabarán descubriendo y segundo: no es un psicópata. —aclaré con tranquilidad para no asustarlo más de lo que ya estaba con la bomba que le acababa de soltar.
— ¿Cómo estás tan segura de eso?
En serio, ¿esto cuándo se había convertido en un interrogatorio? Solo faltaba el foco en mi cara.
— No lo sé Anthony, es muy tarde para pensar, ya tengo sueño. —bostecé dándole credibilidad a mis palabras.
— A partir de ahora dormiré con un ojo abierto. —añadió con seriedad el ojiverde mientras se levantaba del suelo.
No pude evitar la risa ante su comentario. La imagen de un Anthony dormido con un ojo abierto me pudo más que el mal cuerpo que tenía en aquellos instantes.
— ¿Y de qué te ríes ahora? —frunció el ceño sin entender.
— Te he imaginado durmiendo así. —le respondí entre risas mientras con la ayuda de sus manos me levantaba.
Cuando estábamos listos para salir caí en cuenta de una cosa y me giré rápidamente hacia él.
— No debes de contarle esto a nadie —le advertí— ni siquiera a Evelyn.
Antes de que mis ojos se cerraran miré el reloj de pared: las 5 de la madrugada.
***
— No parece un asesino en serie —dijo en voz baja Anthony antes de llevarse una cucharada de sopa aguada a la boca.
Estábamos en la hora de la cena del día siguiente, para que se sitúen, y a dos mesas de distancia teníamos a Hero.
— Te lo dije.
El rubio se limitó a responder un "uhum" con la boca llena de ese líquido que comenzaba a dudar si era comestible.
Mi vista pasó al que había sido mi compañero de espionaje la noche anterior y por un momento nuestras miradas se cruzaron. Su expresión era indescifrable, pero segundos más tardes ladeó levemente la cabeza.
No entendí del todo lo que hizo hasta que se levantó a pedir permiso para ir al servicio, así que esperé unos minutos y repetí su acción.
Caminaba a pasos apresurados hacia el baño cuando una persona tiró de mi desde una sala, introduciéndome allí para seguidamente cerrar la puerta.
— Tenemos poco tiempo —comenzó a hablar el pelinegro con seriedad, como si lo que estuvieras punto de decir fuera un secreto de estado.— pero debo hacerte una pregunta.
Tras unos instantes de suspense, lo soltó.
— ¿Las pruebas médicas te hicieron tener lagunas?
Me debatí entre si decirle la verdad o no, a fin de cuentas éramos dos extraños, aunque ahora con un secreto en común. Eso último fue lo que quizá me hizo darle un voto de confianza, porque si caía uno, caíamos los dos.
— Sí, tuve una mala reacción al sedante, ¿por qué?
— Esta mañana oí al doctor hablar con alguien —comenzó a hablar cada vez más flojo.— le decía que debían repetir el proceso a dos personas para asegurarse de que no iban a ser un problema.
— ¿Y eso que tiene que ver con tu pregunta? —pregunté tratando de entender a qué quería llegar con todo esto.
Él bufó y se pasó la mano por el cabello en un acto de frustración, como si lo que acabara de decir fuera demasiado obvio como para que yo no lo entendiera, discúlpeme Mr. Inteligencia.
Mi gran respuesta fue una ceja alzada mientras me cruzaba de brazos que desprendía un irónico "deléitame maestro" por todas partes.
— Solo han hecho un proceso con todos, las pruebas médicas —me miró atentamente para saber si lo estaba captando.
— Ajá.
— Nadie excepto tú y yo ha tenido algún tipo de reacción fuera de lo normal.
O sea que iban por ahí los tiros... Que hubiera empezado por ahí.
Cuando iba a abrir la boca para hablar, se escucharon unas voces de dos chicas por el pasillo, seguramente volviendo del servicio hacia el comedor.
— Debemos irnos —fue lo último que dijo antes de salir por la puerta cuando las voces se dejaron de oír.
Lo seguí hasta el pasillo pero me quedé ahí por unos instantes, procesando la información que acababa de recibir —a estas alturas ya sabéis que me cuesta un poco— y me entró un pequeño ataque de pánico.
Si pensaban que era un problema para ellos, ¿qué harían conmigo? Mis pensamientos divagaron desde los recuerdos de la masacre en la plaza, hasta aquel chico en el sótano. ¿Qué sería de mi si eso sucedía?
Una voz familiar me sacó de mi trance.
— Señorita Hardstron que casualidad, a usted la estaba buscando.
No. Me. Jodas.
Alcé la vista para observar a quien casi provoca que me den siete infartos, el doctor Zeman.
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El nuevo mundo
Science FictionTodo transcurrió demasiado rápido, apenas estaba cayendo la noche cuando los soldados del Gobierno sacaron a cada persona de su casa, sin darle tiempo tan siquiera a ponerse los zapatos. Tres filas se hicieron notorias una vez cada persona de la ci...