Me llamo Sam, Sam Sturman. Y esta es mi historia.
Todo empezó en el momento en que mi primer día de instituto me llevó a conocer a la chica más bella, simpática, divertida, atractiva, cariñosa, amable e inteligente que podáis imaginar (y aún me he quedado corto). Tenía el pelo castaño, largo y ondulado cayéndole por encima de los hombros. Ojos marrones de preciosa mirada, nariz pequeña y labios más finos que gruesos. La primera vez que la vi iba vestida con unos pantalones de pana azul oscuro y un jersey del mismo color. Todo aquello, sumado a que se sentó al lado mío (dado que era el único sitio libre en toda la clase) y oír su dulce voz al presentarse, dirigiéndose a mí (no podía ser, ¡hasta su voz era perfecta!)..., fue demasiado. Tanto, que fue decir mi nombre y desplomarme sobre mi pupitre. Lo sé, tengo ciertos problemas en lo que a habilidades sociales se refiere. Y además, tenía sólo once años.
Total, que resulta que Remy (que era como se llamaba la chica) y yo estuvimos varios días sentándonos juntos, e incluso a veces uno de los dos acompañaba al otro hasta su casa, nos quedábamos charlando en el parque al lado del instituto... Prácticamente de la noche a la mañana, los dos nos habíamos hecho casi inseparables.
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Desde el lago
RomanceSam Sturman, alumno de último año de instituto en un remoto pueblo de la Columbia Británica (Canadá), lleva enamorado de su mejor amiga Remy desde el día en que la conoció. Unos cinco años y medio después, ella ni siquiera se ha enterado. Pero con l...