El lunes siguiente, Remy y yo fuimos, como siempre, juntos al instituto. Estaba muy nervioso, y Remy no paraba de darme consejos para hablar con Rachel.
- Ante todo-me decía-. No olvides sonreír, pues a las chicas nos encanta. Ah, y no te preocupes si no hablas demasiado. Tú asegúrate de preguntarle cosas sobre ella misma, y así seguro que le parecerás interesante.
Me preguntaba si realmente era cierto aquello. Yo llevaba años haciendo todo eso con Remy, y ella no estaba interesada precisamente en mí. Seguía preocupado sobre cómo empezaría la conversación con Rachel, pero aquello no fue problema.
En el descanso de la comida, yo estaba guardando mis cosas en la taquilla. Cuando cerré la puerta, ella estaba ahí. Pocas veces me he asustado tanto.
- Hola, Sam-dijo Rachel, con sus grandes y marrones ojos mirándome-.
- Ehm..., hola, Rachel. ¿Qué tal? ¿Algún problema?
- No, es que... Verás, es que quería decirte algo-hizo una pequeña pausa-. Se rumorea que tú... Bueno, que a ti te gustaría ir al baile... conmigo.
- ¿Sí?
- Y he pensado, que, si te apetece, podríamos ir tú y yo, ya sabes. Juntos.
- Claro, ¿por qué no?
- ¿En serio? Vaya, es genial. Esta tarde iré a mirar el vestido. Sólo faltan unos días, y quiero estar preparada. ¡Nos vemos!
Mira por dónde. Si al final parecía que estaba interesada en mí y todo. Cogí mi mochila y me dirigí hacia el comedor, donde imaginé que ya estaría Remy. Y, efectivamente, allí estaba. Fui a coger la bandeja de comida y me puse a la cola, detrás de ella.
- ¡Hola, Sam! ¿Qué tal ha ido con Rachel?
- Iremos juntos al baile.
- Vaya, qué bien. Te dije que serías capaz.
- Bueno, en realidad...
- Podríamos ir las dos parejas juntas, tú y Rachel, y Riley y yo. ¡Me ha dicho que sí!
Se la veía realmente contenta.
- Ya verás, Sam, ¡será fantástico!
- No podría estar más de acuerdo.
Ella se dirigió a nuestra mesa, cuando de pronto oí una voz a mis espaldas.
- ¿Cuánto tiempo llevas enamorado de ella?
-¿Qué?
Incluso ese tío, al que no había visto en mi vida hasta hacía unos segundos, se había dado cuenta. ¿Cómo es que Remy no lo había hecho aún?
- Oh, vamos. Esa mirada, el tono de voz, el extraño entusiasmo mostrado al decir que vas a ir al baile con otra...
- ¡Está bien! Lo estoy. ¿Y qué? ¿Acaso cambia eso algo el hecho de que no te conozca de nada y ya me estés intentando dar consejos amorosos?
- Unos cinco años entonces, ¿no?
- ¿Pero cómo...?
- Escucha, Sam, si realmente estás enamorado de ella, debes decírselo. Y no simplemente sentarte a esperar a que ella se dé cuenta.
- Eso ni en broma. La perdería, y antes hago puenting desde el tejado de mi casa que pasar por eso.
- Sin riesgo no hay triunfo, Sam. Esa es la única realidad. Si te interesan un par de trucos de mi invención, estaré aquí mañana a esta misma hora. Tú decides.
Y se largó, así, sin más. Y lo hizo tan rápido que tuve la sensación de que se había volatilizado. Pensé en lo que había dicho y, aunque me costara admitirlo, tal vez tuviera razón, pero ...¿pero quién narices era ese tío?
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Desde el lago
RomanceSam Sturman, alumno de último año de instituto en un remoto pueblo de la Columbia Británica (Canadá), lleva enamorado de su mejor amiga Remy desde el día en que la conoció. Unos cinco años y medio después, ella ni siquiera se ha enterado. Pero con l...