Desde el lago (Capítulo 12)

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La semana siguiente pasó rápido. Las clases habían terminado, y los alumnos de último año del instituto del pueblo empezamos a recibir nuestras notas, la mayoría bastante buenas. Mientras, parecía que el pueblo entero se movilizaba para la llegada de la graduación. Nuestra graduación. 

"Enhorabuena a los graduados de la clase de 2011. Vuestro futuro os espera"-leí en el cartel que estaba decorando algunos compañeros del instituto, a la entrada del mismo.

Pero mi futuro quedaba algo más lejos. Nuestro tutor me había encargado hacía un par de días que me encargase del discurso de graduación. Al parecer, el 100% de la clase pensaba que yo era el más adecuado para ello. Y en qué momento. Como si lo de Remy no hubiera sido suficiente, además tendría que leer en apenas un día y delante de cientos de personas un discurso que todavía no había ni empezado a pensar. Mi mente estaba ocupada en otras cosas, como la ausencia de Remy.

No la había visto en toda la semana. Me pregunté si habría pasado algo, o si todavía seguía enfadada conmigo. En cualquier caso, pasé casi toda la semana encerrado en mi casa, esperando que ella llamara o contactara conmigo de alguna forma, pero nada de aquello sucedió. Hasta que llegó el día del baile de fin de curso, también conocido como el baile de graduación, ya que era el día (o mejor dicho, la noche) previo a la misma.

Viernes, 24 de junio. El día del baile. 

Aquel día me levanté cansado, y bastante desanimado. No tenía ningunas ganas de salir de casa, y mucho menos después de abrir mi armario y ver el traje que Remy me había prestado y que, al parecer, nunca me pondría. Pero, aun así, decidí pasearme un poco por el instituto y alrededores para ver si veía a alguien conocido. Eran las siete de la tarde, y el baile estaba a punto de abrir sus puertas a los nerviosos alumnos que aguardaban en la entrada, algunos ya junto a su pareja.

- ¿Sam?-preguntó una voz femenina. Pero no era Remy. Era Rachel.

- Hola, Rachel.

Llevaba un vestido de lo más extraño, que curiosamente no le quedaba mal. La verdad es que, de hecho, estaba muy guapa. Iba junto a Riley, quien la acompañaba vestido con un esmoquin en plan James Bond, con pajarita y todo.

- Hola, Sam-me dijo él, también-.

- Hola, chicos ¿Habéis visto a Remy últimamente?-pregunté-. Es que no sé nada de ella desde hace días.

- Oh, ya- dijo Rachel-. Respecto a eso... Creo que deberías seguirnos. 

Si supierais lo mal que lo pasé en los momentos siguientes... Rachel y Riley no querían decirme nada, y durante unos insufribles minutos de preocupación me llevaron hacia el parque de enfrente del instituto, cerca del lago donde años atrás Remy me había rescatado.

- Aquí-dijo Rachel-. Sam, espera aquí. Nosotros nos iremos al baile.

- No te preocupes-dijo Riley, al tiempo que una cuarta figura salía de detrás de un árbol-. No te dejamos solo.

Era Remy. E iba vestida con un vestido todavía más bonito que el que ella me había enseñado días atrás, también de color azul. Riley y Rachel se fueron.

Conforme Remy se acercaba, tuve la impresión de que estaba soñando, e incluso llegué a pellizcarme para comprobar que no era cierto. Porque, hasta la fecha, todavía no había visto ningún ángel en la realidad.

- Hola, Sam-me dijo con su dulce y encantadora voz.

- Hola, Remy. He visto a Riley con Rachel. ¿Tú y el no estáis...?

- No.

- Entonces..., ¿Cómo es que vas... ya sabes, vestida de gala?

- Las parejas tenemos que ir vestidas así, ¿sabes?

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