Nieve y sangre.

13 2 0
                                    

Pese a que el fuego consumía todo lo que estaba en el paso, Alastair fue capaz, en el descuido de Gerd, de encontrar una ruta de escape para Ingrid y él, pese al impacto que tenían por aquella vil traición, no había tiempo para descuidarse de ellos mismo, entonces mediante unas cuantas señas de ojos y susurros trazaron su plan.

Gerd terminó de hablar con el cadáver, se acercaba a los niños, pero ellos ya tenían su plan hecho, al acercarse, Gerd le dirigió la palabra a los niños, preguntándoles lo siguiente:

-Es hora de irnos, vámonos. Indicaba Gerd.

A lo que Alastair respondió tirándole la tierra presente en los ojos, cegándolo e imposibilitando su rastreo, al menos durante un tiempo, era hora de emprender el escape y Alastair lo sabía.

- ¡Vamos, Ingrid! Exclamaba Alastair.

Ambos, tomados de la mano, se dirigieron al lugar de escape, tratase de una pequeña cueva, era la única posibilidad de salida, pues todo el círculo que los rodeaba se encontraba ardiendo en las mismísimas llamas de Njord, el dios del fuego, cubriendo todo con su rojizo y peculiar color, al igual del olor de un cerdo siendo asado a la leña en la mitad de un banquete en el pueblo. Así mismo, entrándose en la oscura cueva, apaciguaron brevemente su temor por Gerd, el traiciona hermanos, pues pensando que les iba a hacer lo mismo que a Harald, no tuvieron más opción que escapar, aunque este era su plan desde un comienzo, lograr escapar de las manos de sus agresores para huir y reencontrarse con sus familiares.

Pronto encontrarían que esta cueva más que su salvación, sería su perdición, ya que al no verse nada, tenían que ir sujetados el uno del otro, aprovechando Alastair, fuera de lugar, irradiarse por la compañía de Ingrid, permitiéndose un descanso mental de todo lo que les estaba ocurriendo.

Introduciéndose en la cueva, a medida que avanzaban más escaza era la presencia de luz, como si del mismo infierno cristiano del cual Alastair había escuchado gracias a las historias de su padre se tratara. Frío, sin sentimientos y lleno de oscuridad, nada que ver con la imagen que se tenía propia de las llamas. Pasado el punto de no retorno Alastair e Ingrid se refugian en una pequeña brecha en la cueva que apenas era posible ver, pues por la poca luz difícilmente llegaban a verse a sí mismos, estando en la brecha, simplemente descansaron mientras recuperaban fuerzas luego de caminar durante horas sin ver una salida posible.

Pasadas las horas de descanso, sin saber si era de mañana o noche, Alastair inicia una pequeña conversación con Ingrid mientras se preparan para seguir recorriendo aquella cueva que parecía no tener final.

-Deberíamos seguir. Comentaba al aire Alastair.

-Si así lo quieres, así será. Respondió Ingrid.

- ¿Estás bien, Ingrid? Preguntaba Alastair.

-Sí, estoy bien. Volvió a responder fríamente Ingrid.

Alastair notó al instante que algo le ocurría a Ingrid, por lo que procedió a intentar darle ánimos.

-Ingrid, estaremos bien. Dijo Alastair.

- ¿Seguro? Preguntaba Ingrid.

-Sí, solo recuerda quedarte junto a mí y todo irá bien. Contestó Alastair.

-Está bien, confío en ti. Respondió Ingrid.

-Pues sigamos entonces. Indicó Alastair.

Terminada la conversación, en la que ninguno de los dos quería hablar mucho debido a la situación, decidieron mantener el silencio que les brindaba la cueva, convirtiéndose el silencio en un aliado de ellos, pues les permitió recabar en su joven mente lo que necesitaban para encontrarse fuertes en aquél estatus.

Siguiendo su travesía por aquella cueva, llegaron a un punto con varias rutas, constaba de 5 diferentes rutas posibles, siendo cada una más pequeña que la otra de derecha a izquierda, es decir, la ruta más amplia era la del extremo derecho. Encontrándose en la situación de tener que decidir cuál de estas rutas elegir, Alastair deja a la palabra de Ingrid la toma de ésta.

-Ingrid, ¿por cuál ruta quieres ir? Preguntaba Alastair.

-Pues, esa. Respondió Ingrid señalando a la tercera ruta.

Ingrid señaló la ruta de en medio, decidiéndose sencillamente por ser esa misma, pero no había muchas opciones igualmente, así que prosiguieron a ir en esta ruta. Adentrándose en la ruta, que constaba de aproximadamente 3 metros de altura y poco más de dos metros de ancho, Alastair e Ingrid atravesaban la oscuridad uno junto al otro.

Buscando una salida a la travesía, los jóvenes niños se encontraron con una melodía...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sangre y gloria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora