Dudas & Certezas

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ARANZA:

En este momento sabía con certeza 3 cosas:

Primera: Prefiero mil veces ver el atardecer que el amanecer.

Segundo: Los vecinos van a reclamar y poner una queja en mi contra.

Tercero: Ninguna de las dos anteriores me importan en lo absoluto cuando estoy con Franco.

En la ventana ya entran los primeros rayos del sol, dejando ver que es el comienzo formal de un nuevo día. Muy mala hora para estar agotada, porque ahora solo quiero dormir todo el día, gracias al hecho de que, cuando se trata de él, dejo que estupidez adueñe de mi persona.

Si hace rato me temblaba y dolía todo, no quiero contarles cómo me siento ahora. Tengo que aprender has cerrarle la puerta y no dejarlo pasar...

Pero la imagen del chico que duerme profundamente junto a mí me hipnotiza por completo, casi como si fuese un ángel, como si verlo así me trajera paz, como si pudiese pasar mi vida entera así...

Pero esa es la más ridícula creencia y yo ni siquiera sé porqué me sigo engañando como estúpida, cuando sé que él ni remotamente siente por mí ni la mitad de lo que yo por él, por eso sigue viniendo a jugar conmigo cuando quiere, se va cuando ya no quiere más de mí y al volver, sigo abriendo la puerta de mi casa, porque ni siquiera tiene sentido que pelee contra mi propia debilidad, porque siempre me va derrumbar...

Un circulo vicioso, en el cual, sé que me destruyo yo misma, pero sigo volviendo, porque igual, sin él también me siento como adicta en abstinencia, como si me matara más su ausencia absoluta que sus burlas hacía mí.

Si fuese un ángel como lo parece, significaría que fue expulsado del cielo y eso, a su vez, explicaría porque le encanta destruir mi fe, mi vida y robar una parte de mi vida mientras sonríe triunfalmente en mi cara.

No voy a decir que no merezco esto, porque no soy ninguna santa, pero lo que no sé es si he hecho suficiente mal para pagar esta condena. No puedo huir, no tengo vida, mi juventud se va frente a mí, porque, aunque parezca exagerado, llevo 4 años de mi vida que jamás recuperaré preguntándome por cuánto más puedo seguir cayendo mientras dejo que él se salgo con la suya.

— ¿Vas a verme dormir todo el rato o te vas a dormir de una vez? – Pregunta con los ojos cerrados.

— ¿Qué te hace pensar que te estoy viendo? – Pregunto. – Además, para dormir con el enemigo, hace falta hacerlo con los ojos abiertos.

— No soy tu enemigo, porque si así fuese, no estaría aquí justo ahora de este modo. – Me dice aún con los ojos cerrados.

— Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca. – Cito ese clásico refrán.

— No existe nadie que esté más al límite final de tu vida y con un pie afuera que yo. – Explica. – Al final, soy yo quien rompe tus barreras para poder quedarme, porque si fuese por ti solamente, ya se te hubiese olvidado mi nombre.

— ¿Qué te hace creer que sé como te llamas? – Ese lado de mí que quiere hacerlo sufrir siempre termina saliendo de mí. – No eres diferente de cualquiera que pudiera conocer en un bar y al día siguiente, cuando me bañe, ni siquiera me acordaré de haber estado en dicho local, menos de tu mera existencia, tu rostro o tu nombre, porque de todos modos te habrás ido sin dejar nada cuando vuelva a abrir los ojos.

— Con la única diferencia de que me conoces desde hace años y me tienes completamente, aunque tú no me quieras en tu vida. – Abre sus ojos y ese café claro perfora directamente mi mirada directamente. – Ya te lo he dicho un millón de veces y jamás me cansaré de hacerlo, porque eres la chica de mis sueños, la única importante, la única por la que me arrastro y acepto que me trates como basura que botas y recoges a placer una y otra vez, como si no me afectara en lo absoluto, solo para poder estar contigo porque tengo la esperanza de que en algún momento aceptes que volvamos a estar juntos, que aún sientes por mí lo que yo siento cada día con más fuerza por ti, porque sigue creciendo y jamás cambiará.

Decisiones Que Amo Odiar...Where stories live. Discover now