La Loba & El Conejo

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GABRIEL

Existen 3 cosas que deben saber sobre mí:

Primero: No creo en estupideces como "amor verdadero", "felices para siempre", "para toda la vida", ni nada de esa mierda.

Segundo: Soy egoísta, individualista y solitario.

Tercero: Soy del tipo de persona que es temporal en la vida de la gente.

No, no soy romántico, no me gustan las relaciones de pareja, terminan ahogándome, sacando lo peor de mí y siempre termino de la misma manera, queriendo huir.

Precisamente por eso, estoy hoy aquí, escondiéndome de mi ex detrás de un mueble, mientras ella grita como si eso fuese a cambiar algo.

¿Por qué me persigue el drama? ¿Yo qué hice para merecerlo?

Ya me quedé sin vasos, platos, algunos jarrones, dos floreros, una lampara, un reloj de pared y cinco portarretratos todos los estrelló contra la pared, el relleno de mis cojines está regado por todos lados, junto con todo el vidrio, todo de cabeza, vuelto un desastre como si hubiese pasado un huracán.

Por esto es que hay un huracán al que llamaron como ella: Katrina.

— ¡Eres un maldito infiel de mierda! – Grita ella. – ¡Te odio! ¡Vete a la mierda!

No me atrevo a decir nada, con miedo de revelar mi ubicación y que, en ese estado, ella sea capaz de matarme... ¡En serio!

Realmente, no tiene razón, porque no le fui infiel, tuve la decencia de terminar con ella ayer en la mañana y en persona.

El sol en esta época del año es demasiado intenso en las mañanas, sin una sola nube en el cielo y con el calor en su máximo esplendor.

Veo a la gente pasar trotando y caminando por las caminerías de aquel parque, los niños riéndose mientras juegan en los juegos, otras personas conversando en otros banquillos alrededor y yo aquí llevo casi una hora esperando.

— ¡Mi amor! – Su voz suena detrás de mí, haciendo que voltee para poder verla.

No tengo chande ni de reaccionar, ni siquiera la vi realmente cuando sus labios ya están presionando los míos.

— Lamento la demora, en casa todo es un desastre, mi mamá me detuvo en la puerta para pedirme que la ayudara a hacer unos pagos en el banco, ya sabes que no es muy buena con la computadora. – Comienza a contar.

— En realidad quería hablar contigo sobre... – Le intento hablar, pero me interrumpe.

— Y cuando entramos a la página del banco, resulta que su clave había expirado y tenía que cambiarla y eso fue otro proceso más, para entonces poder acceder, hacer el pago... – O, mejor dicho, ni siquiera se dio cuenta de que hablé en primer lugar. – ¡Un auténtico desastre! Como se nota que vivimos en un país tercermundista. En otros países en tan fácil hacer pagos desde una aplicación y aquí es todo un proceso cavernícola y desactualizado...

— Quiero que terminemos... – En vista que de no me escucha, soy directo.

— Lo mismo con los puntos de ventas, en otros países solo acercas la tarjeta y ya, aquí siguen con los lectores de chip y las claves... – Por un instante ni se apercibió de lo que dije. – ¡Espera! ¿Dijiste algo? Es que me pareció que dijiste algo, pero creo que me equivoqué...

— Dije que quiero que terminemos. – Repito.

Ella mi mira, primero, como si no entendiera lo que dije, luego con sorpresas, vuelve a la duda y por último se ríe.

Decisiones Que Amo Odiar...Where stories live. Discover now