CAPÍTULO 5

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Saint pasó bordeando a un tipo particularmente maloliente mientras se abría camino hacia el mostrador del restaurante de carretera y encontró el único asiento libre. Se estaba muriendo de hambre. También estaba empezando a sentirse un poco mareado y sabía que si no conseguía pronto algo de comer, se enfermaría.

Se sentía como si hubiera estado en pie por siempre. Había sido bastante fácil escaparse de la ciudad, pero una vez que lo hubo hecho, no sabía a dónde ir. Había pasado la mayor parte de su vida con todas sus acciones y tiempo siendo impuesto para él. Ahora que estaba libre del Profesor, Perth llenaba sus días.

Bueno, Perth y pensar en Zee.

Ahora que estaba solo, no sabía muy bien qué hacer. Cada cosa a su tiempo, tal vez esa era la manera de hacer las cosas. Ahora mismo, sabía que tenía que comer, y luego tenía que tomar su medicación. Perth siempre estaba insistiendo en que tomara su medicamento.

—¿Qué puedo servirte, cariño?

Saint miró hacia arriba para ver a una mujer rubia platinada de pie frente a él, mordiendo un chicle entre los dientes. Su traje, si se podía llamar así, era de color rosa con un pequeño delantal blanco, y la etiqueta con su nombre decía Flo. Su maquillaje parecía como si fuera puesto con masilla, como si estuviera tratando de ocultar años de desgaste, pero había un brillo en sus ojos que decía que todavía era afilada como un cuchillo.

Saint sonrió. —Buenas noches, Flo. ¿Puedo ver el menú, por favor?

La mujer se rio a carcajadas. —Oh, ¿acaso no eres una cosita dulce?

La sonrisa de Saint creció. —Gracias. —Tomó el menú que la mujer le tendía y lo abrió. Grasa, grasa y más grasa. No había una cosa apetecible en el menú. Todo parecía estar lleno de grasa y frituras. Qué asco. El menú incluso se jactaba de un pastel de queso frito. Este lugar era un ataque al corazón esperando a suceder.

—¿Tienen alguna fruta?

—Lo siento, cariño, estos cabeza duras sólo comen carne. Además, si estos chicos no pueden dispararle a su comida o follársela, no lo quieren.

Bueno, ¿eso fue bastante nauseabundo?

—Voy a tomar tostadas de pan integral y un vaso de jugo de naranja, por favor. — Saint dio a la mujer otra sonrisa mientras le entregaba el menú de nuevo.

—¿Eso es todo lo que quieres, cariño?

—No puedo comer alimentos fritos, madam. No le sienta bien a mi estómago.

La mujer miró a Saint por un momento, y luego una sonrisa cubrió su cara, una que Saint sentía era real. —Sólo tienes que esperar aquí y dejar que la vieja Flo lo arregle.

—Sí, madam.

El hombre que estaba sentado al lado de Saint comenzó a reír. Saint se volvió y lo miró hasta que se detuvo y se giró. Él le devolvió la sonrisa a Flo. —Pido disculpas por su comportamiento grosero, madam.

Los ojos de Flo se abrieron como platos, haciendo gala de su profundo color azul. Y entonces ella se acercó y golpeó al hombre en la cabeza con el menú en su mano. —Compórtate, Rufus, o voy a patear tu lamentable culo directamente fuera de aquí.

Flo se alejó. Saint podía sentir al hombre que estaba sentado a su lado mirándolo fijamente. Él deliberadamente miró hacia otro lado. No quería problemas, pero realmente no le gustaba la gente grosera. No le hacía mal a nadie ser un poco más agradable.

—Aquí tienes, cariño —dijo Flo mientras colocaba un vaso de zumo de naranja delante de Saint.

—Gracias, madam.

ʜᴏᴍʙʀᴇ ᴇɴ ᴇʟ ᴍᴇᴅɪᴏ//𝒁𝒆𝒆𝑷𝒆𝒓𝒕𝒉𝑺𝒂𝒊𝒏𝒕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora