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                   AQUEL DÍA ESTABA SIENDO DEMASIADO PESADO PARA SUHO, apenas había dormido y en la escuela su humor no había mejorado. Lo único bueno es que desde hacía unas semanas Han SeoJun había faltado a la escuela por un motivo que no se había molestado en averiguar.

Estaba deseando llegar a la tienda de cómics, coger uno de ellos y sentarse a leer hasta que se le cansara la vista y los ojos le dolieran. El dueño de la tienda le recibió con un sonrisa, estaba acostumbrado al semblante frío del chico y ya no se molestaba en intentar entablar una conversación con él, cosa que agradecía.

Se dirigió a una de las estanterías más escondidas de la tienda y visualizó los libros que allí había. Realmente no sabía cuál escoger, estaba esperando que sacaran los siguientes mangas de su saga favorita, pero aún no habían dicho fecha. Con un suspiro cansado cogió el primero que llamó su atención y se dirigió al sofá. Normalmente solía leerlo en una esquina en paz, pero estaba tan cansado que prefirió ir a los cómodos sofás.

Llevaba ya unos minutos leyendo cuando un gruñido le sacó de su lectura. Era una chica, que se dirigía hacia el sofá con el ceño fruncido. Alta, rubia y de ojos marrones, la chica ni siquiera le dirigió la mirada. Se paró delante del sofá que estaba próximo al de SuHo y simplemente se desplomó en él. A los segundos, el chico pudo escuchar su leve respiración, audible debido al nuevo silencio. Se había quedado dormida.

Parpadeó unas cuantas veces confuso. ¿Qué había pasado exactamente? La desconocida sólo había entrado y se había tumbado en el sofá de la tienda de cómics a dormir. SuHo frunció el ceño, ¿a caso no tenía una casa donde dormir? 

El dueño de la tienda se asomó a mirar, para luego esbozar una pequeña sonrisa y mirar a SuHo, quien aún contemplaba la escena confuso.

—¿Quién es?—preguntó.

—Siempre llega a esta hora y hace lo mismo—rio y se encogió de hombros—. Creo que tiene algunos problemas de sueño, es raro que nunca la hayas visto por aquí—miró la hora—. En una hora aproximadamente se despertará, pedirá algo de comer y cogerá un cómic de Sailor Moon, luego quizás se vuelva a dormir—se encogió de hombros y volvió a su puesto de trabajo.

Parecía que la chica había hecho su rutina en la tienda, ¿cómo es que nunca la había visto? SuHo solía estar concentrado en su lectura, tanto como para no notar a la chica cuando él salía de la tienda. Dejó los pensamientos sobre esa desconocida de lado y siguió leyendo como si nada.

Tal y como dijo el dueño de la tienda, una hora después la chica despertó desorientada. SuHo levantó levemente la mirada del cómic para ver cómo esta se estiraba perezosa y se restregaba los ojos. SuHo no dudó en compararla con un gato, y un comienzo de sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios.

Fue en ese momento en el que la chica se percató de que no estaba sola. Él devolvió la mirada rápidamente al cómic, aparentando que no vio nada, mientras que ella le miró unos segundos y se encogió de hombros. Cuando la chica se levantó del sofá, SuHo le siguió sin poder evitarlo con la mirada. Llevaba la ropa arrugada, pero no hacía el esfuerzo para arreglarla.

—¿Lo de siempre?—escuchó decir al dueño.

—Lo de siempre—repitió la rubia. Su tono era suave, aunque algo rasposo debido a la reciente siesta. No pudo escuchar el resto de la conversación.

Cuando la chica volvió, SuHo intentó mantenerse concentrado en su cómic, pero su vista le traicionaba mientras veía a la chica pasearse en busca de algo que leer. Cuando pareció decidirse, volvió a sentarse en el sofá donde se encontraba antes. Miró una vez más a SuHo, pillándole otra vez con su mirada en ella, pero no dijo nada; sonrió y abrió el cómic por la primera página. Efectivamente era Sailor Moon.

SuHo se sintió como un tonto. La chica sólo le había mirado dos veces y él no había podido dejar de verla en el tiempo que llevaba en la tienda. Ambos se concentraron en la lectura hasta que el señor Prince entró con dos cuencos de ramen. El chico frunció el ceño confundido.

—Supuse que tenías hambre—se encogió de hombros la chica partiendo los palillos sin mirarle.

SuHo miró a la chica, y luego a su comida. No entendía porqué la desconocida, a quien no había visto nunca, le había invitado a la cena. ¿Estaba intentando algo? En la escuela estaba acostumbrado a esos gestos irritantes.

—Si no quieres me lo puedo comer yo—alzó una ceja, esta vez mirando fijamente al pelinegro.

SuHo negó y se acercó a la bandeja. Miró de nuevo a la chica mientras comía; ella sólo leía con el cómic en una mano y los palillos en la otra. No parecía el tipo de chica que le ofrecían comida en la escuela, es más, no parecía para nada interesada en él.

—¿Tengo algo en la cara?—sus miradas chocaron y ella alzó una ceja.

SuHo frunció el ceño y negó, apartando la mirada.

—Te he visto muchas veces aquí, aunque nunca te sientas en los sofás—comentó la chica dejando de lado el cómic—. Soy Kim Minying—extendió la mano con expresión seria.

—Lee SuHo—aceptó el estrechamiento con la misma expresión, aunque aún confuso por la situación.

—Bien, ahora que nos conocemos, ya puedes comer—bromeó la chica mirando el plato intacto de SuHo.

Él asintió y comenzó a comer. El silenció volvió a reinar entre ellos, no volvieron a hablar ni cuando terminaron de comer; salvo por el agradecimiento del chico por la comida. Esta vez SuHo se quedó hasta que la tienda cerró, pasada la media noche, cuando la chica soltó su cómic y desapareció entre las calles.

Fue un día extraño.


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Por fin el primer capítulo, espero que os guste. Intento subir todos los martes pero se me van los días jajajja.

Yezurel

ɴᴇᴠᴇʀ ꜰᴏʀɢᴇᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora