Todo empezó ese día tan importante. Fue mi cumpleaños e iba a cumplir los veintidós años. Aunque me ponía triste el hecho que estábamos en medio de una pandemia mundial.
Me levanté de mi cama y acomode mi pelo largo rubio dorado. Me puse las gafas, cogí los anillos y entré al baño de mi habitación para darme una larga ducha. Al salir estuve bailando y cantando enfrente del espejo mientras me vestía. No quería ir muy arreglada así que los pantalones vaqueros rectos y la camiseta blanca conjuntados con mis vans era perfecto para ese dia de verano.
Bajé las escaleras y al llegar a la cocina di dos besos a mi madre y a mi hermana mientras me felicitaban.
- Esta noche tendremos invitados - dijo mi madre
- Pero la fiesta no es hasta el sábado y iré la semana que viene a casa los abuelos.
- Yo solo digo que estés preparada para esta cena y para lo que te espera en el trabajo - mi papá le lanzó una mirada de sorpresa.
- Eso te lo contaré yo cuando lleguemos. - y lo miré ilusionada.
Estaba nerviosa, no sabia que me esperaba ahí pero iba a ser muy bueno. Abracé a mi padre quien me esperaba en la puerta para irnos directamente al estudio. Ese martes iría a trabajar como cada día entre semana, no quería perderme la presentación de ningún artista nuevo en nuestra empresa si es que se daba la ocasión.
Al llegar al edificio nos dirigimos a la cafetería. Allí me ofrecieron un trozo de pastel y un batido de chocolate.
- Muchísimas gracias Cynthia. - dije lanzándole un beso a través de la mascarilla.
- De nada, cariño. Felicidades, dulces veintidós. Parece que fue ayer que correteaban por toda esta cocina en busca de chocolate. - Dijo mirándome y después a mi padre riendo los dos, mientras yo sonreía.
- Gracias - dije con una sonrisa
Cynthia era como nuestra segunda mamá cuando éramos pequeñas y mi madre estaba fuera por rodajes. Desde entonces siempre nos ha cuidado y protegido cuando mamá no podía.
- ¿Podemos ir ya arriba? quiero ver qué es. - grité de la emoción
- Sí, ahora vamos, coje las cosas. - dijo mi padre dándome el desayuno
Nos llevamos el desayuno arriba, yo llevaba el trozo de tarta con el batido y mi padre llevaba una bolsa con croissants y una cajita con donuts con siropes de colores. Llegamos a la puerta cerrada del despacho y mi padre antes de abrir la puerta habló.
- Ashe, antes de entrar quiero decirte que puede que te sobresaltes un poco por los cantantes que están aquí, así que coge aire y agarra bien el plato y el vaso, por favor.
- Papá, ¿Tan importantes son los nuevos artistas? - dije extrañada
- Sabes que aquí contamos con los mejores cantantes y esta no es la excepción.
- Pero, ¿Los conozco?
- Ashe, son mundialmente conocidos y creo que son importantes para ti. - Abrí los ojos a más no poder, estaba muy sorprendida, si eso significaba lo que creía iban a ser los mejores días de mi vida mientras trabajara con ellos. Pero, la verdad, ni creía en que hubiera ni una mínima posibilidad de que eso pasara.
- ¿Estas diciendo que... - intente formular la pregunta pero mi padre me interrumpió abriendo la puerta.
Me quedé estàtica, solo veía a dos personas sentadas de espaldas a mí, uno medio rubio y el otro castaño, hasta que se giraron los dos a la vez. Yo seguía de pie, no podía moverme, me temblaba la mano y peligraba el batido en ella. Esas dos personas ahí sentadas se levantaron y se dirigieron a nosotros. No podía creerlo eran demasiado perfectos como para ser reales. Le hice señas para que mi padre cojiera mi bebida y mi desayuno. Dejó su comida en una mesita cerca de la puerta y todo seguido la mía. Yo estaba igual que antes pero esta vez las dos personas de enfrente vieron cómo temblaba.
- Hi - dijeron el castaño y el rubio al mismo tiempo, yo no contesté solo levanté mi mano temblando por los nervios en un intento de saludo.
- Ella es mi hija Ashe - dijo con una sonrisa
- Encantado - dijo el castaño estirando su mano hacia mi y yo me quede sin hacer nada
- ¿Hey, estas bien? - Preguntó el rubio con una cara de preocupación, yo no respondí y asentí.
- No lo creo - Rió el castaño.
- ¿Qué hacéis aquí? - dije con voz temblorosa.
- Quieren que firmemos un contrato por unos cuantos años y ya sabes que tu eres la última en decidir - dijo mi padre.
- De acuerdo...
- Os voy a dejar solos que tengo faena por hacer. ¿Podréis contarle bien el trato? - dijo mi padre y los dos chicos asintieron
Papá salió de la oficina y en ese momento entró Daniel, yo seguía mirando a esos dos maravillosos chicos.
- Ashe, feliz cumpleaños - Daniel se apegó a mí y sentí todo su cuerpo en el mio y con ello una gran incomodidad mientras besaba de forma descarada mi mejilla. - Pensé que hoy no te vería.
- Daniel - intenté pronunciar pero mis cuerdas vocales se veían repletas de dolor. - Tengo que firmar el contrato - dije con la voz entrecortada.
Vi como el rubio hablaba con su mirada al castaño y eso me tranquilizó.
- Daniel, ¿verdad? - dijo el castaño y enseguida me soltó. En ese instante di gracias por que se apartara - ¿Puedes enseñarme el edificio? - preguntó acercándose a él y cogiéndole del brazo llevándolo fuera de la sala.
- ¿Estas bien? - dijo el rubio, su cara me transmitía preocupación y no quería verle así por nada en el mundo.
En ese momento todos mis músculos reaccionaron a la pregunta, estaba sola en esa sala con él. Quería abrazarlo, necesitaba hacerlo.
- Niall - pronuncié su nombre mientras me abrazaba a su cuerpo mientras él envolvía el mio con sus cálidos brazos
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Sabanas Verdes
Fanfiction¿Quién te iba a decir que algun día trabajarías con tus artistas favoritos? ¿Quién te iba a decir que te enamorarías de uno de ellos? Puede que esto cada vez se ponga más interesante. Ashe.